F O U R

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Él omega alzó una de sus cejas, pues sabía que su amigo no era tan insistente al tocar el timbre de la casa, y que este mismo podía entrar con la llave que tenía, porque si, Jimin le había dado una llave de repuesto para que cuando quisiera venir a su casa, viniera sin importar que.

Se puso de puntillas y observó por el pequeño orificio de la puerta, abriendo en grande sus ojos al observar al alfa, gruñendo por lo bajo y abriendo la puerta de un impulso.

— ¡¿Jeongguk?! — Preguntó con sus brazos cruzados al observar al más alto con su linda sonrisa de conejita y su mochila colgada en uno de sus hombros. — ¡¿qué mierda haces aquí?!

— Pues... tenemos que hacer un trabajo juntos, ¿o lo olvidas? — Respondió con obviedad el alfa, mirando con ternura el puchero y el entrecejo fruncido del omega. — ¿en verdad olvidaste que vendría a tu casa, Jiminnie?

El omega se golpeó mentalmente, gruñendo bajo e insultándose.

"¿Como pudiste olvidar que el idiota de Jeongguk vendría?" Se repetía el menor en la cabeza, mientras que su omega casi que armaba una fiesta al saber que estarían solos con su alfa.

— ¡Obvio que si, pff, solo bromeaba! — Afirmó con una sonrisa, haciéndose a un paso y dejando que el alfa entrara, volviendo a gruñir por lo bajo y cerrar la puerta con seguro, dirigiéndose al alto. — Estaba almorzando, lo siento.

El alfa asintió con una pequeña sonrisa, observando la acogedora casa que poseía la familia de Park, sintiéndose bien dentro de ella, además de que el aroma del omega se podía oler en todo el lugar. Se quedó en su sitio, pues el más alto no se movería de allí, era la primera vez que visitaba su hogar y debía ser respetuoso.

— Podemos ir a mi habitación, si quieres, allí arriba tengo todo. — Propuso Jimin, mientras tomaba su plato de comida y lo dejaba dentro del refrigerador, lavando sus manos y secándolas en su camisa blanca, acercándose al alfa.

El chico alto le miraba embobado, pues el menor era tan hermoso, igual de hermoso que la obra de arte más bella del mundo, aquella que siempre deseas admirar, por horas y horas largas, apreciando el esfuerzo que hizo el pintor que creó tal etérea obra. Así miraba el alfa a Jimin, como la obra de arte más bella del mundo, esa que si observa se sentirá tranquilo, en una paz indescriptible, una paz que deseaba sentir cada que pudiera.

— ¿Jeongguk? — Llamó él omega con curiosidad, alzando una de sus cejas, pues el mayor se le había quedado viendo tontamente.

— P-Perdón... — Murmuró avergonzado, carraspeando tímidamente e inconscientemente asintiendo a lo que había dicho Park. — Si, si, vamos a tu habitación.

El dueño de la misma asintió, comenzando a caminar hacia las escaleras, hasta que el sonido de la puerta llamó su atención, observando como de esta entraban ambas de sus madres, abriendo sus ojos completamente, soltando un pequeño chillido.

— ¡Jiminnie! — Le llamó su madre omega, encontrándose ella misma con la sorpresa de mirar a su pequeño hijo acompañado de un alfa, sonriendo ampliamente. — Oh, hola. — Saludó la señora joven de apenas unos 36 años.

— ¿Quien eres y porqué estás yendo a la habitación de mi hijo? — Preguntó la alfa de la casa, soltando un gruñido y acercándose al chico, el cual comenzó a sentirse nervioso de repente, pues así no deseaba conocer a las madres del omega.

— Cálmate, alfa tonta. — Regañó la madre omega, tomándola de la mano y golpeando su cabeza mientras negaba, soltándola luego y esta vez acercándose a Jeongguk, el cual le miraba con una sonrisa tímida. — Eres muy bonito, ¿Cómo te llamas? ¿Estás cortejando a mi pequeño Jiminnie? — Bombardeó de preguntas, ocasionando que el par de adolescentes se sonrojasen.

cliché ⌇ kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora