V. Viaje en el tren misterioso

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Nota: Zoro y Nami son un año mayores. Así que Zoro (Ron) tedra su cumpleaños en la fecha de One Piece, 11 de noviembre. Esto porque no quería tener a Nami fuera de acción todo un año escolar.

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Luffy no quería separarse de sus nakama. Habían estado lejos por tanto tiempo. Incluso cuando la muerte fue como quedarse dormido y no soñar nada, a eso siguieron años en esa casa horrible de un barrio horrible en una ciudad horrible; y luego años en el Monte Colubo, que, aunque se sentía como volver a la casa de su infancia, no era lo mismo sin su familia completa allí. Al menos la familia a la que todavía podía tocar y abrazar.

—No estarás solo —aseguró Nami—. Ace está contigo, ¿recuerdas?

¡Cómo si pudiera olvidarlo! Pero no era suficiente. Quería que estuvieran todos juntos siempre, como cuando viajaban juntos.

—Tres semanas más —agregó Usopp—. En tres semanas nos veremos en el Expreso de Hogwarts.

Solamente tres semanas, que pasaron muy lentas.

Los Potter decidieron que era momento perfecto para un viaje familiar. Fueron a una playa oculta de la vista de los no-mágicos en una pequeña isla privada cerca de la Isla Dawn. Luffy debía admitir que era bueno poder nadar de nuevo (posiblemente no habría sobrevivido cada vez que los cocodrilos lo devoraban si la maldición de la Fruta Gomu Gomu se hubiera quedado con él), pero no lo era tanto si de todas formas lo obligaban a usar un salvavidas que no se podía quitar (¡maldita magia!) y no le dejaban alejarse mucho de la playa.

Si hubiera podido adentrarse en el mar profundo, habría podido domesticar a un Rey del Mar o a un Calamar Gigante para hacer un viaje rápido en busca de alguna aventura.

La última semana de las vacaciones fue de aburrirse de nuevo en la casa Potter. Ann estaba cada vez de peor humor, y Ace parecía dividido respecto a que debía hacer sobre ese asunto. Había extrañado tanto a Luffy durante casi diez años, pero también sentía una gran responsabilidad y culpa por dejar a Ann de lado. Debía estar muy confundida respecto a porque de pronto toda la familia prestaba más atención al hermano que siempre había estado lejos.

—Probablemente Sabo habría sabido que hacer —murmuró mientras se sentaba bajo un árbol con el rostro malhumorado.

Así, con esa tención cada vez mayor, llegó el primero de septiembre.

Los Potter salieron de la red Floo en el Caldero Chorreante a eso de las ocho de la mañana. Pidieron una mesa privada y disfrutaron de un último desayuno en familia. A las nueve de la mañana, salieron del local y abordaron un coche enviado por el Ministerio de Magia, el cual se dirigió en dirección a los muelles.

A pesar de ser sábado, Loguetown tenía una mañana ocupada, así lo demostraba el tráfico matutino. No era de extrañar: era el último fin de semana de las vacaciones de verano, y muchas familias que vacacionaban en las Islas Polestar se dirigían a la estación para abordar sus trenes de regreso a casa. De igual forma, habría muchas llegadas a lo largo de ese día y el siguiente, de las personas que habían estado fuera y los estudiantes de la Universidad de Loguetown que regresaban para sus clases.

Con motivo de lo anterior, el coche tardó más de una hora en su recorrido desde el centro hasta la estación del tren marino en los muelles. Eran las diez con quince cuando los Potter se apearon frente al enorme edificio de la Estación de Tren Marino del Comienzo y el Final. Rápidamente cargaron los baúles en dos carritos de equipaje, junto con la jaula de Merry (a quién Ann seguía insistiendo en llamar Hedwig para la indignación de la lechuza de mar), para adentrarse en la atestada estación.

Piratas del mundo mágicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora