18|Sin ti

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CAPITULO DIECIOCHO
Sin ti

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-- Gleen aun no vuelve, debo ir con ustedes

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-- Gleen aun no vuelve, debo ir con ustedes.

-- Te dije que no.

-- ¿Y quien te dijo que podrías mandarme? Eres mi novio, no mi jefe.

Carl y Athenea discutían mientras buscaban armas en la armería de Alexandria. Athenea despues de la escena con Maggie, corrió buscando ayuda, quedando en la conclusión que irían a Hilton a por el medico de alli para que la revisaran.

¿El problema?

Athenea quería ir, y Carl no quería que fuera. 

-- Mira, no estabas equivocada, este sitio no es tan grande para protegerlo, tienes que quedarte, defenderlo, tu sabes, con tus flechas y esas cosas -- Dijo Carl echando pistolas a la bolsa, Athenea jadeo molesta al ver como este insistía con el tema.

-- Ya hay personas que se queden, y por si no te das cuenta, yo no salgo de las casa -- Lo desafío Athenea viendo como seguía con las armas -- Ellos entrenaron, hay mas de veinte personas, creo que estarán bien.

-- ¿Sabes que tan lejos esta Hilton? ¿Lo que podría pasar? -- Pregunto Carl volteándose con rabia -- Esos salvadores están ahí afuera, tu sabes lo que le hicieron a Dennise, lo que intentaron hacerle a Maggie y a Carol. Con Daryl, Rosita, Eugene, contigo.... No los dejare, no dejare que te pase nada a ti.

Athenea se quedo callada unos segundos, mientras tomaba aire y ataba hilos, el rencor y odio en su voz era evidente.

-- ¿Quieres encontrarlos, cierto? Miento, lo deseas -- Dijo la rubia, esperando una respuesta, pero solo recibió una mirada, algo que lo confirmo -- ¡Dios santo estas loco, esto es para Maggie, porque necesita un doctor! Vete al diablo, yo voy a ir.

Athenea se acerco a la puerta para ir por su arco y su carcaj, no estaría dispuesta a dejar a Carl ir solo, para que luego volviera en brazos de alguien, muerto.

El no.

-- Athenea, basta, espera.

Carl tampoco quería dejarla ir, si se los topaban sabia que ella era capaz de sacrificarse por el, y sabia que si iba, no volvería caminando por su cuenta.

Y ella no moriría.

-- Vete de mi camino Carl -- Dijo Athenea duramente. Fue cuando a el se le ocurrió algo -- Maldita sea, córrete de mi...

Tomo rápidamente la cintura de Athenea acercándola aun con su rostro fruncida, juntando sus labios.

La rubia, a pesar de estar enojada, le correspondió como hace unas semanas. Ambos movían sus labios con delicadeza y con necesidad, sabían que su enojo no duraría, y esta era la prueba. Los dos dependían del otro, se habían aprendido a amar con todo su corazón, y tan solo pensar la idea que se quedarían solos, los aterraba.

-- Anda por las pistolas del armario -- Susurro Carl una vez separados, dejando un fugaz beso en su frente.

Athenea asintió aun perpleja, yendo al armario. La rubia se adentro al lugar, arrodillándose frente a un cajón, cuando de la nada, la puerta fue cerrada, y un segundo despues, sonó el pestillo. Athenea volteo con rapidez, intentando abrir la puerta.

-- Carl -- Dijo ella en un llamado, para luego empezar a golpear la puerta -- ¡Carl, maldita sea, Carl!

Empezó a gritar el nombre de su amado, sabiendo que seguía ahí, mientras golpeaba la puerta sintiendo sus ojos aguarse. No podía dejarlo ir.

-- ¿Qué hare si es que llegan con tu cuerpo sin vida en brazos? ¿Cómo quieres que siga sin ti? ¿No entiendes que te amo tanto que si te llegas a ir moriré contigo? Por favor, no te vayas -- Rogo Athenea con su voz quebrada -- Eres lo único que tengo, por favor, piensa en mi.

-- Si no vuelvo... Sobrevive, como sea -- Dijo Carl apretando sus ojos que también tenían lagrimas, para luego marcharse del lugar.










































-- No creo que sea buena idea -- Aconsejo Erick, viendo como Athenea se subía al auto. -- Ni siquiera sabes manejar...

-- He leído comics y jugado videojuegos, además, antes de esto, manejaba carritos de golf -- Dijo metiendo la llave en el vehículo, prendiéndolo -- Fácil.

-- Recuerda tener cuidado, si ellos llegan salvos y tu herida...

-- Voy a volver bien, con esos imbéciles -- Dijo poniéndose el cinturón -- Te veo otro día.

-- Con cuidado.

Y así fue como Athenea empezó su rumbo hacia la otra comunidad.

Ella nunca salía lejos de Alexandria, siempre a una hora o quizás dos a caminata, pero este en auto eran como tres horas o cuatro, e iba sola, completamente sola.

En sus audífonos resonaban las canciones, mientras que ella tamborileaba el ritmo en sus dedos, según las indicaciones que había escuchado, debía seguir derecho, siempre derecho, y podría llegar.

Por lo que cuando vio unos arboles tapando la pasada, con muchos caminantes incrustados en las ramas. La chica bufo, dudando si debía caminar o no. Prefería revisar el área antes. 

Athenea suspiro, sacando su arco con las flechas y también su cuchillo, para luego apagar el auto, metiendo las llaves al bolsillo de la chaqueta, apago su reproductor de música con lastima, puesto que sonaba su canción favorita, y se bajo del vehículo.

La muchacha se acerco a esa pila de arboles, dispuesta a buscar alguna señal que sus amigos estuvieron ahí, pero no había nada mas que caminantes, inútiles y feos caminantes. Aun así, se agacho dispuesta a buscar algo mas, quizás alguna huella de zapato, quizás una prenda de ropa. Pero no había nada.

Athenea se iba a levantar, cuando sintió peso en su hombro. Rápidamente lo intento empujar, pero debido a la fuerza su cuchillo había caído lejos, por lo que volvió a intentarlo, pero en eso sintió algo en su tobillo, un dolor agudo, algo que la despisto, sintiendo como los dientes del caminante en su espalda, se clavaban en su hombro.

-- ¡Mierda!

La chica saco una flecha clavándola en el ojo del peso de su hombro, para luego soltar una lagrima debido al dolor de su tobillo y hombro, sabia lo que había pasado, sabia que ya no abría nada que hacer. Perder el brazo y el tobillo al mismo tiempo, sin un medico especializado, eso la mataría aun mas rápido.

Pero aun así, junto toda su valentía, mirando su tobillo y hombro sangrante, llorando porque sabia que llego su final.

La habían mordido.

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