Capítulo 3: Una buena mañana.

340 27 11
                                    

― Entonces ¿qué fue esta vez? ¿Llegaste demasiado tarde a casa? ¿Liam vino a hacerte un escándalo de nuevo en la puerta de tu casa? Ah, ya sé, reprobaste de nuevo Química.

Rodé los ojos y contemplé a Carter. Eran las 4 de la mañana y estábamos los dos sentados en el piso de  mi habitación, comiendo helado (cortesía de mi vecino) y viendo Gossip Girl. Le había dicho, apenas subió, que no quería hablar de la reciente pelea con mi madre. Pero Carter nunca fue bueno para seguir órdenes y terminó preguntando por ello. Claro que yo tampoco era buena resistiéndome a chicos sexys demandándome información, así que... bueno, lo intenté.

― Basta, Romeo. Dije que no quiero hablar de eso.

 ― Bueno, está bien, no hablemos.

Enfocó su mirada a la pantalla de la computadora y se quedó en silencio. Yo, por mi parte, estaba asombrada. ¿Desde cuando Carter me hacía caso a lo que yo le decía? Era raro. Pero me resigné y yo también guié mi mirada hacia la computadora.

Pasaron unos cinco minutos en silencio, hasta que Carter volvió al ataque.

― Bueno, pero si no reprobaste Química, ¿qué fue entonces? Porque he oído que las  Mates se te dan bastante bien y...

― Fue mamá, ¿si? Nos peleamos por su culpa.

La sonrisa burlona de Carter desapareció de su rostro y adoptó una expresión seria.

― ¿Qué pasó, Sophie? Sabes que puedes contarme. Somos amigos.

Ese era el problema. Yo había estado  enamorada de Carter desde los 6 hasta los 15 años. Después, los granitos desaparecieron, pegué el estirón, se me formó el cuerpo  y los chicos empezaron a estar interesados en mí. Las chicas querían ser mis amigas y ya no recibía más apodos burlones. Ese fue el motivo por el que me distancié de Carter. Mi enamoramiento infantil pasó a segundo plano.  Él no quería entrar en el mundo de la popularidad, y le molestaban mis actitudes superficiales y egoístas.

Pero, a pesar de todo, nunca lo había visto más guapo que aquella noche.

Fue tan solo ver la expresión preocupada de Carter, pero también cariñosa lo que bastó.

Finalmente dejé de pelear y me abrí. Me saqué la armadura que había estado teniendo desde que mi padre nos dejó, desde que me vi forzada a destacar para que la gente me preste atención. Simplemente me colapsé ahí, con Carter, el único amigo de verdad que tenía. Las lágrimas corrían por mis mejillas, tan silenciosas como dolorosas. Me  apoyé en su hombro y lloré todo lo que había estado deseando llorar hace ocho meses.

Recién cuando las cataratas de mis ojos se quedaron secas sentí su mano sobre mi pelo. Me estaba acariciando, conteniéndome. Nunca pensé que Carter podía tener ese lado de ternura. Me sorprendió bastante.

Mis parpados empezaban a pesar y mi visión se nubló. Sentí su pulgar acariciando la palma de mi mano y alcancé a escuchar algo, lo último que recuerdo de aquella noche.

― Todo va a estar bien, Sophie. Yo voy a cuidarte.

Después todo se volvió negro.

A la mañana siguiente desperté en mi cama. Había unos brazos rodeándome, y me asusté. Sobresaltada, me deshice lo más rápido que pude de la frazada que nos cubría (al desconocido y a mí) y me escabullí suavemente de sus brazos. Miré su cara y recordé a Carter entrando por mi ventana anoche. Pero ¿no se había vuelto a su casa después? Al parecer no, porque ahí estaba, dormido completamente. Lo observé largo rato y le pasé la mano suavemente por su pelo alborotado, color rubio ceniza. Sus ojos marrones oscuro seguían cerrados, y debo admitir que se veía sexy.

De repente, como si hubiera estado electrocutado, Carter abrió los ojos inmediatamente. Miró alarmado para todos lados, pero al verme a mí se tranquilizó. Esbozó una sonrisa traviesa y se volvió a tirar sobre mi cama.

― Buenos días ― murmuró somnoliento.

En ese momento caí en la cuenta de que Carter no llevaba camiseta y sólo tenía puestos unos pantalones de pijama. Una  señal de "¡ALERTA!" se encendió en mi cerebro. ¿Nosotros no...? Es decir, yo no lo recordaba. Pero tampoco recordaba cuando me había pasado a mi cama y tampoco recordaba haber dormido haciendo cucharita con mi sexy vecino de al lado.

― Carter, nosotros no...

― ¿Qué? ―  me dijo, sonriendo inocentemente. Oh, no.  Él quería que yo lo dijera. Pues lo siento, Carter, pero Sophie no hace lo que los otros quieren que ella haga, casi siempre es al revés.

― Pues, ya sabes...

― ¿El qué, Sophie? No te entiendo.

― Ya sabes de lo que hablo ― inquirí enojada.

― ¡Ah! No, claro que no, Sophie.

¡Uf! Menos mal. Nunca en mi vida me acostaría con Carter Jonshon. Jamás de lo jamases. Nunca de los nuncas. Ni en un millón de... oigan. Esperen. ¿Cuándo la distancia que nos separaba se había acortado tanto? Los ojos oscuros de Carter miraban los míos, celestes. Su aliento se mezclaba con el mío y estábamos peligrosamente cerca. Desvié mi mirada hacia sus labios, sólo un segundo, tan rápido que podría haberse dicho que no pasó. Pero pasó, y después me hizo preguntarme qué clase de persona soy si ando mirando los labios de los chicos todos los días. Probablemente no una muy buena.

Carter sonrió de nuevo y se alejó de mí. Se estiró lo más que pudo y volvió a acostarse en mi cama. Me miró y habló.

― Entonces, Sophia ― dijo, con voz ronca ― ¿Cómo va el asunto de los curriculums?

Desperté de mi ensoñación y me percaté de lo que había dicho.

― ¡No me llames Sophia! Sabes que lo odio, Carter. Te lo vengo diciendo desde que tenemos siete años.

― Como quieras, Sophia ― dijo, sonriendo maliciosamente.

― Una vez más y te dejo sin descendencia ― lo amenacé.

― Me gustaría verte intentándolo ― dijo en un susurro. Aunque yo lo escuché ― ¿Ya tienes a tus afortunados chicos? ¿Cuántos serán? ¿Ya está cerrada la inscripción? ― me preguntó de golpe.

― Wow, tranquilo. Pues sólo elegí a unos cinco chicos y he decidido dejar el plazo abierto hasta hoy, porque, ¿mirá si algún chico ultra-mega guapo faltó al instituto ayer y se pierde la posibilidad de salir con esta diosa? ― dije, haciendo un gracioso ademán con mis manos señalándome.

― Vamos, Sophia, el único chico ultra-mega guapo aquí soy yo, ¿verdad?

― Ya basta Carter. Una palabra más y...

― No, tú basta. Ya deja de hablar de una vez. Me tienes harta con tu palabrerío. Que blablabla y que blablabla todo el día ― dijo, haciendo un falsete de voz de mujer.

― ¿Ah sí? ― lo desafié ― ¿Y qué harás para callarme? ― dije, acercándo nuestros rostros.

Su mirada bajó a mis labios y volvió a subir a mis ojos. Con voz ronca, Carter dijo:

― Esto.

Y acto seguido estampó sus labios contra los míos.

************************************************************************************************************

¡VOTEN Y COMENTEN POR FAVOR! ME MOTIVA A SEGUIR.

¡AH! Y PÁSENSE POR LA CUENTA DE MI AMIGA CHISPITA-01 Y SU HISTORIA "MI HJADGENS" O ALGO ASI, ES COMPLICADO DE ESCRIBIR.

¡DISFRUTEN!

La PruebaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora