Me quedé sorprendida, no sabía qué hacer. ¿Carter Johnson, besándome? ¿El mismo chico que se había hecho pis en los pantalones a los 12 años cuando vimos El Juego del Miedo I? ¿El mismo chico que peleaba conmigo a ver quién era capitán de nuestro barco imaginario? ¿También, el mismo chico, con el cual yo compartí todo durante casi diez años? Sí. Todo se resumía en Carter, quien me estaba besando con fervor.
Y al que yo le estaba devolviendo el beso.
Nuestros labios danzaban al unísono de una música invisible, tan real como insonora. Nuestros cuerpos no podrían haber estado más juntos. Era un beso lleno de pasión, de deseo.
De repente el beso bajó su intensidad y de un momento a otro se terminó. Respirábamos entrecortadamente, y nuestros alientos se mezclaban. Yo no lo estaba mirando, así que levanté mis ojos y ¿con que me encontré? Con los ojos oscuros de Carter mirándome de hito en hito. Me miraba con tal intensidad que tuve que apartar la mirada.
―Bueno, este, yo...― dije yo, incómoda. Ni siquiera sé por qué abrí mi boca, supongo que para romper la tensión que se había instalado entre nosotros. ¿Desde cuándo hay incomodidad con Carter Johnson? Probablemente desde que él se volvió jodidamente sexy.
Why would I do without your smart mouth, drawing me in and you kicking me out...
Agarré el teléfono que estaba en mi mesita de noche y leí bien clarito:
Despertador: 7.00 Recordatorio: Hora de levantarse, perra.
No podía ser. ¿Todo había sido un sueño?
Me levanté exaltada de mi cama y miré todos los rincones de mi habitación. Ni rastro de Carter allí. Bueno, capaz no ninguno. En mi escritorio (muy ordenado, por cierto) había una nota junto con un papel. Miré la nota, era la letra de Carter. El papelito rezaba así: "Dime que todavía hay plazo, Sophia. Te ves hermosa cuando duermes."
Sonreí, sonrojada, sabiendo que probablemente él me estaba viendo desde su sala. Desdoblé el papel y sí, tal como lo había imaginado, era su curriculum.
Esto empezaba a ponerse bueno.
Tres horas más tarde, yo ya tenía seleccionados a nueve chicos y a una chica. ¿Qué? Yo no soy prejuiciosa.
Algunos curriculums me dejaban con la boca abierta.
Nombre: Roberto
Apellido: Hayes
Edad: 35
Orientación sexual: Bisexual
¿En qué año estás de insti? (tengo que saber si has repetido): Tercer año de instituto. Repetí numerosas veces primer año.
Situación económica: Más pobre y más dependiente que Alan Harper.
¿Tienes novio/a? No.
¿Vives solo/a? No. Vivo con mi madre.
¿Pasado traumático? (no me mientas, lo sabré baby): Bueno, pues... está bien, un día, yendo a buscar a mi hijo a un cumpleaños infantil, me atropelló un camión que iba en reversa y yo no lo vi. Me llevaron al hospital, donde conocí a mi exmujer, una enfermera. Ella era 13 años menor que yo, por favor no juzgues, pero nos amábamos. Un día, llegué a casa, cansado del trabajo. De lo único que tenía ganas era de tirarme en cama a rascarme los huevos. Pero eso no pudo ser posible, ya que mi cama estaba ocupada por mi esposa y mi padre. Desde ahí, me separé, la casa se la quedó ella, mi padre se lo quedó ella, y yo estoy viviendo con mi madre ahora.
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La Prueba
Teen FictionATENCIÓN: Sophie, la protagonista de esta historia, es extremadamente perra. Por eso, sus comentarios y pensamientos son superficiales, materialistas y egoístas. Les pedimos atentamente a las personas que no soportan a las adolescentes consentidas y...