Me levanté la siguiente mañana para ir a la escuela, pegajosa. Sentía todas mis piernas todas pegoteadas y eso no es agradable.
Y no, no tuve ningún "sueñecito".
Me dirigí hacia el baño, temerosa. Por favor, hoy no. Por favor, por favor, por favor...
Salí del baño resignada. Al parecer, hoy sí.
¡Maldita irregularidad!
Cambié mis sábanas por otras nuevas. Dios, como odiaba estar indispuesta. Lo odiaba demasiado. Bueno, aunque sea tenía una buena excusa para faltar a natación. Cogí ropa del armario para cambiarme en el baño, simplemente un short al que le faltaban diez centímetros para ser "short", y una camiseta anudada al ombligo. Mis vans negras y ya me sentía hecha.
Bajé al salón para desayunar, con la esperanza de que mi mamá siguiera durmiendo para no cruzármela. Agarré de la heladera un yogur con cereales (para que Pachorra no me ataque*) y me senté en la mesa a comerlo. Tomé mi móvil y descubrí un mensaje nuevo de WhatsApp.
«Hola, Sophs. Espero no te hayas olvidado del trabajo de Química que tenemos que hacer juntos, ¿verdad» Ryan a las 7:25.
¿Pero qué le pasaba a la gente de hoy en día? ¿Acaso alguna vez les había fallado en algo?
«Claro que no, :P Tú tampoco, ¿no?»
«Bueno, ya que tú eres de aquí la nerd, pensé que quizás...¿podrías hacer mi parte del trabajo?»
¡Dios! ¿No había hecho su trabajo? ¡Eso no estaba nada bien!
Sentí mi respiración acelerarse y vi manchitas negras en frente de mis ojos. Traté de tranquilizarme y, con la rabia latente, le marqué. Sonó tres veces, desquiciándome todavía más, pero al cuarto tono atendió.
―Hola, nerd― dijo con esa voz grave que me encantaba. Pero no hoy. Hoy la odiaba, odiaba a aquella voz. No solamente a ella, claro, sino al portador de esa voz, que vendría a ser el estúpido de Ryan.
Solté un gruñido y, con los nervios destrozados, hice la pregunta del millon.
―¿Hiciste tu trabajo, Ryan?
Él soltó una risotada y me contestó con voz burlona.
―No, no lo hice. Ayer estuve muy ocupado con, ya sabes... Caroline y olvidé hacerlo.
Grité desesperada a través de la línea. y murmuré entre dientes.
―Bueno, al parecer Coraline no te tiene muy satisfecho.
―¿Por qué lo dices?― preguntó, sonando realmente confundido.
―Eres hombre muerto― le contesté, cortando de inmediato. Sé que no debí hacerlo, pero mi progenitora estaba bajando las escaleras y no quería preguntas.
Clavé la vista en mi cereal, escuchando como los pasos de mi madre se acercaban más y más y deseé no haberme distraido charlando con Ryan. Ignoré sus "buenos días" y seguí masticando como un robot. Oí un suspiro de resignación y la silla chirriando al acercarse donde yo estaba sentada.
―Sophia― la vi llamarme para que alzara la vista. Harta de no saber lo que estaba pasando, la miré, dispuesta a escuchar respuestas―. Quiero pedirte perdón. Yo sé que...
―Mamá― la interrumpí―, quiero que sepas que siento muchísimo haberte llamado de esa manera. Juro que no quise. Pero sí tú no vienes con la intención de explicarme qué demonios está pasando, yo no te escucharé. Quiero saber la verdad de una vez por todas.
Sí, mis palabras fueron frías, pero era lo que yo sentía. Mi madre abrió la boca, quizá tratando de explicarse, pero justo en ese momento tocaron la bocina. Era el autobús. Tomé mi mochila, le dirigí a mi madre una mirada severa y salí de casa.
(***)
«Todos nadando y yo no. ¡Te odio, Andrés!» pensaba yo muerta de calor, viendo como todos los chicos del colegio se tiraban a la flamante piscina del instituto. Ya que yo no podía nadar, obviamente, me tocaba quedarme sentada en el pasto, fuera de la pileta. Podría haber utilizado ese tiempo para hacer el trabajo que el estúpido de Ryan no hizo, pero según el profesor yo tenía que "quedarme mirando las técnicas de nado" y tomar nota.
¿Tomar nota de qué? ¿De lo bien que le queda el pantaloncito corto a Jack? ¿Contar cuántos abdominales tiene en su abdomen Richard? Porque podía contarlos perfectamente, eran seis, y bien marcados. Que lástima que es gay.
Salí de mi ensoñación para enfrentarme con John Astur sentado al lado mío. Sus ojos azules me miraron traviesos y esbozó esa sonrisa con hoyuelos que tanto me gusta.
―¿Qué hay de nuevo, S?― preguntó, mirandome con una ceja levantada. Pude deducir que me estaba preguntando el por qué de estar afuera de la pileta, pero no quería decírselo así que ignoré ese detalle.
―Bien, aquí, muriendome de calor. ¿Tú? ¿Por qué no estás en bañador?
Al momento de preguntar eso me arrepentí. Sabía que se burlaría de eso y deseé no haberlo dicho. Pero luego recordé que nunca había visto a John en traje de baño. De hecho, nunca lo había visto metido en la piscina. Qué raro.
Sonrió seductoramente y movió las cejas sugestivamente.
—Hay otras formas en las que puedes ver mis músculos, S, si quieres...
—No— lo interrumpí, haciendo que se ría a carcajadas. Podía asegurar que no estaba nada sonrojada. Las "mejillas color carmesí" eran sólo cosas de novelas, y en cualquier caso, no te ves tierna cuando te sonrojas. Te ves como un tomate o, en el peor de los casos, como si hubieras pasado todo el día bajo el sol sin usar protector solar.
—Te propongo un trato: tú me dices por qué no estás en la piscina y yo te muestro mi cuerpo de dios griego. ¿Te parece?
Puse mis ojos en blanco y negué con la cabeza.
—No, gracias J.
Me miró asombrado, como diciendo: "¿Te me estás negando? ¿A MÍ?" . Pues sí, me niego porque soy una chica mala.
—¿Perdón?
Lo ignoré, cruzado mis piernas sobre el pasto y recostándome. Cerré los ojos y creo que me adormilé.
De repente, sentí que alguien me levantaba y caminaba hacia algún lado. Presa del pánico, abrí mis ojos y me encontré con que estaba siendo cargada por John y nos dirigíamos peligrosamente a la piscina. Empecé a gritar como una loca y a golpear su pecho pero parecía que él era inmune a mis chillidos. Tranquilamente, me sacó mis Vans y las tiró a un costado de la piscina, fuera del agua. Me miró pasivamente a los ojos y con voz serena me dijo:
—Hace calor, S. Refréscate.
Acto seguido fui arrojada a la piscina.
Desesperada, recordé que estaba indispuesta. Comencé a nadar con todas mis fuerzas hacia las escaleras, ya que el estúpido de John me había tirado la parte más honda de la pileta. Fuera de mis cabales, fui observando como el agua se tornada de un color carmesí alrededor mío.
Oh, yo iba a matar a John Astur.
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¡Hola! Sigo viva, tranquilos. Empecé la secundaria y no tengo nada de tiempo pero logré un espacio para escribir esto.Estamos presentando a los personajes masculinos que van a ser parte de La Prueba, por lo que hay que conocerlos. Pero en el capítulo que viene empieza lo bueno.
Sin más preámbulo los dejo tranquilos y espero no morir ahogada por los estudios.
¡Que tengan un buen viernes! (yey)
PD: Ya llegamos a los 1.1K y casi a los 100 votos. ¡Gracias por todo!
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La Prueba
Novela JuvenilATENCIÓN: Sophie, la protagonista de esta historia, es extremadamente perra. Por eso, sus comentarios y pensamientos son superficiales, materialistas y egoístas. Les pedimos atentamente a las personas que no soportan a las adolescentes consentidas y...