Recibí una rosa

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Recibí una rosa,

 un sello de sus labios, y, me marché llorando.

 Ella, no me dejaba, Dios, se la llevaba.

Pensé un instante: «De qué sirve creer si al final sabemos que no existe…».

Me dolió el alma al pensarlo. ¡Maldita vida injusta!

¿Por qué no me llevas a mí?

¿Qué más te da un cuerpo que otro,

 si es carroña lo que acaba finalmente en tus brazos…?

Te vas de mi vida, solo me quedará el regusto amargo

 de no haberte besado nunca.

Desprecio a ese ser que lo ve todo, y,

“todo” lo puede, y… no hace nada.

LETRAS QUE LIBERAN MI ALMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora