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Gracias a su pasado, México había buscado, durante toda su vida, el amor que nunca tuvo de parte de su familia materializado en una relación romántica. Sin embargo, al pasar los años, en su cabeza crecía cada vez más la triste idea de que, tal vez, simplemente el amor no estaba hecho para él.

Sería una mentira decir que no les tomó aprecio a muchas de sus ex parejas, pero era más un cariño amistoso que otra cosa. Los besos se sentían bien, pero nunca sintió esa chispa que sería el detonante para comenzar a llevar la vida sexual que toda su vida reprimió.

No hasta ese momento.

Los besos tiernos que le calentaron el alma ya había quedado atrás, en esos momentos, su aliento era vilmente robado por la traviesa lengua del estadounidense.

Ni el aire era capaz de volverse un impedimento en el derrochamiento de sentimientos que eran los dos en ese instante.

Aún tenían sus manos entrelazadas, mientras que la mano restante del americano se encontraba acunando la mejilla del contrario; y la mano del mexicano estaba sobre el muslo del rubio, tratando de no ceder ante los ligeros temblores que atacaron su cuerpo.

Aunque, para su mala suerte, la magia no les pudo durar mucho más.

–––Mr. USA? Mexico's session is over. (¿Señor USA? La sesión de México ya terminó)

La voz de la chica rompió su burbuja de manera violenta y espontánea, logrando asustar a los dos varones que, irremediablemente, se separaron.

Se miraron a los ojos unos segundos, lo cuales sirvieron para que todo el bochorno de lo que acababa de pasar atacara al inexperto mexicano.

–––Oh, mierda.––– Con la mirada sorprendida, el latino rápidamente se levantó de su lugar, y sin pensarlo mucho caminó con rapidez hasta llegar a la puerta.

Antes de que pudiera salir del lugar e irse a la conformidad de su hogar, una de las manos del americano detuvo su andar.

Cuando lo volteó a ver, pudo notar la misma confusión que él sentía, por lo que se dio el lujo de ya no sentirse tan perdido.

–––No te vayas, por favor.––– Ruega con desespero. –––Quédate... dame unos minutos y yo... hablaré con ella, vuelvo enseguida.

Sin perder el tiempo sale del consultorio, y más que para hablar con su asistente, lo hace para que ambos puedan tener un momento a solas.

México, aún dudativo de sus acciones, se balancea en su lugar con ayuda de sus pies, tratando de procesar todo lo que había pasado. Suelta un suspiro casi por necesidad, y después empieza a caminar hasta el sillón donde a penas unos momento atrás estaba besándose con su terapeuta.

Se pierde en sus pensamientos, tratando de poner en orden su cabeza, y a la vez, buscando la fuerza que necesitará para enfrentarse al estadounidense.

Ya un poco más tranquilo, encuentra un orden en su mente. Empieza por el hecho de que realmente había besado a su psicólogo; y ya más que la acción, se encontraba con el hecho de que le había fascinado. Su corazón aún estaba acelerado, y bastaba con recordar lo bien que se sintió al tener su mano junto a la del rubio para que su sonrojo aumentara.

Y si bien ya comenzaba a lidiar con el nuevo sentimiento que crecía en su interior hacia el americano, era muy diferente simplemente sentirse atraído a ya hacer algo. Como atacarlo en un momento de vulnerabilidad.

Luego estaba la cuestión "¿Estados Unidos se había sentido igual?" Porque, en la cabeza del mexicano, simplemente había sido el calentón del momento el móvil del estadounidense. Y aunque quisiera negarlo, esa idea, le dolía.

En el silencio de tu adiós. (USAMex)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora