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Los rayos del sol comenzaron a colarse en la habitación por las cortinas. Lentamente se acercaban al rostro de ambos chicos.

Estados Unidos estaba plácidamente dormido. Se sentía enormemente relajado, con la mente completamente en blanco. Hasta que el sol lo despertó.

Abrió con pesadez sus ojos, y buscó levantarse de la cama, pero al sentir un peso extra sobre él cesó con todo movimiento.

Bajó la mirada hasta toparse con el cabello castaño del mexicano. Su cuerpecito se movía al compás de su respiración, y se aferraba con fuerza al pecho del americano.

Se quedó callado unos segundos, y es que habría jurado que se trataba de uno de sus muchos sueños en donde se acostaba con el latino; pero estando ahí y comprobando que había sido todo real... era demasiado para él.

Pero estaba bien, se sentía realmente feliz también. No había experimento nunca en su vida una alegría tan plena como la de ese instante.

Vino a su cabeza el pensamiento de que, si por él fuera, despertaría de esa manera todos los días de su vida, eso sería su mismísimo paraíso en la Tierra.

La mano del americano se movió hasta la mejilla contraria, comenzando a repartirle sutiles caricias en su suave piel. Se sentía dichoso y muy afortunado de estar ahí en ese momento.

Y su regocijo aumentó al ver que el hispano comenzaba a despertar.

En cuanto México abrió los ojos supo inmediatamente dónde estaba, con quién estaba, y lo que había pasado. Y se sintió genial.

Soltó un pequeña risita, contagiándosela a su acompañante. Se acurruco más en el abrazo que compartían, y estaba a punto de saludar cuando sintió un pinchazo en su cadera.

–––Auch...––– Elevó con cuidado su cara hasta toparse con los ojos contarios. Le dedicó una mirada de fingido enojo y llevó su mano hasta el inicio de su trasero. –––Me duele el culo.

–––¿Te duele mucho?––– Cuestionó llevando una sus propias manos hasta donde estaba la del moreno.

–––Bueno, no. Definitivamente es algo que puedo soportar.

Ambos se sonrieron, para después acercarse y darse un beso. Al separarse, México le dejó un par de mordidas en el cuello a su amante.

–––No lo puedo creer... de verdad me he acostado con alguien...

–––Bueno, no fue con un simple "alguien". Te acostaste con tu terapeuta, que malote.

–––¡Oye! Tú fuiste quien me comenzó a coquetear a mí, me fue imposible no caer en tus encantos.

–––Lo sé, soy irresistible bebé.

Nuevamente rieron, y después continuaron hablando de muchas cosas, entre ellas las cosas que harían  juntos ese día.

Al final tuvieron que parase para comenzar a arreglarse para su cita. Pero para Estados Unidos era difícil pues no llevaba más ropa que la del día anterior.

–––Oye, cariño, ¿Podemos pasar rápidamente por mi casa? Quiero cambiarme.––– Dijo estando de espaldas al hispano. Al notar que este no le contestaba, se volteó para verlo, encontrándolo estático en su lugar. –––¿Estás bien, Mex?

–––Tú...––– Aclaró su garganta, tratando de que no notara tanto su emoción. –––Me dijiste cariño.

A Estados Unidos le costó un par de segundos más darse cuenta de a lo que se refería.

–––¡Es cierto! ¿Te molesta?

–––Por supuesto que no, me encanta. Sólo que me agarraste con la guardia baja.

En el silencio de tu adiós. (USAMex)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora