LLUVIA DE ELEFANTES

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22 Años

(Actualidad y Fin)

Es Enero, sigue siendo una época fría. Todo mi cuerpo está siendo monitoreado por la tecnología. Mi reloj mide las palpitaciones de mi corazón junto con mi azúcar y mi nivel tensional de mi cuerpo.

La mayoría de los días estoy con hipertensión, lo siento en mi cabeza y el reloj me lo muestra.
Hice pequeñas renovaciones a mi cuarto, con fotos, pósters y los cuadros que alguna vez quité de la pared que volví a pintar, ésta vez de un color azul suave como el cielo, que me ayude a contrastar todas mis emociones con todos mis sentimientos.

Hace poco pasó año nuevo. El nuevo cuatrimestre está a días de empezar. Debo aceptar que extraño a mis amigos, amigas incluso a uno que otro mequetrefe del salón.
Más amigos se han unido a nuestro pequeño círculo social, ahora somos 10. Nos comunicamos por redes sociales durante las vacaciones, siempre con quejas de no querer regresar aunque la verdadera razón es no querer estudiar.

Mi celular vibraba.

- Bueno - contesté.
- ¿Osmar? - preguntaron al otro lado de la bocina.
- Si, ¿Qué desea? - pregunté.
- ¿No me recuerdas verdad?
- No quiero sonar grosero pero no - dije.
- Soy la chica que se fue enojada contigo en el carro de su papá - dijo.
Me emocioné bastante, sabía quien era, que voz tan gruesa.
- ¡Mariel! - dije, bastante emocionado - ¿Qué demonios? ¿Cómo conseguiste mi nuevo teléfono?
- ¿Cambiaste de número? - preguntó.
- No, solo cambié de teléfono - dije.
- ¿Sigues igual de estúpido? Ahora me arrepiento por haberte llamado - contestó.
- ¡Es la emoción! - dije.
- Se nota. Bueno solo para avisarte que voy rumbo a tu casa. Espero recordarlo y no perderme.
- Me llamas para orientarte - dije.
- Está bien, te veo en un rato - colgó.

Comencé a buscar algo de ropa, no estaba preparado para ese momento. Hice mi mejor esfuerzo para estar listo cuando ella llegara.

Escuche un carro, no era el que ví la última vez, pero ella bajó y quedé sorprendido. Cambiarse de casa le cayó muy bien, ya no era la Mariel que yo conocía. Por otra parte no sé lo que pasó por su mente cuando ella me vió en ese momento.

Nos miramos, nos abrazamos y la plática comenzó a fluir en mi lugar favorito, el techo.

- Y así terminó todo, se casó y bueno, yo me he dedicado a la escuela.
- ¡Vaya! Si que hemos pasado por cosas difíciles pero hay algo que no te he contado, decidí venir antes de comenzar con mi tratamiento - dijo.
- ¿Tratamiento? ¿Te teñiras el cabello de nuevo?
- Jajaja, eres un tonto de verdad, pero, no me refiero a eso - suspiró -. Tengo Cáncer.

Solo la abracé, débiles serían mis palabras si intentaba consolarla con algunas de ellas. Vaya que la vida está a favor y en contra de algunos y aunque ella nunca hizo nada malo, se encontraba en esa situación.

No había más que desearle lo mejor en sus tratamientos. Que se mantuviera firme ante los miedos que tenía que enfrentar para poder salir de esa cueva.

La ví alejarse de nuevo como aquella noche cuando se cambiaba de casa, pude ver la silueta de su pequeña "Mariel" caminando a su lado, ambas decididas del gran cambio que venía para su vida.

La visité varias veces y otras veces fui su compañía en las terapias. La veía contenta y con sonrisas a flor de piel.
Mayor era su avance, yo también estaba feliz por el gran esfuerzo que valía la pena en cada segundo, pero todos sabemos que el cáncer puede ser un intruso que nos arrebata la vida sin saberlo.

Finalmente ella fue vencida. Su último suspiro nos dejó con una gran falta de aliento y vista cristalizada por el profundo dolor de verla recostada con una sonrisa. La última sonrisa que pudo regalarnos.

Abril.

Estoy reflexionando sobre todos los recuerdos que quedaron marcados dentro de mi. Conecté con cada uno de ellos y me dí cuenta que no fue tan malo como parece, sólo que he disfrutado cada etapa de mi vida a mi ritmo, a mi modo de aprendizaje, a mi conveniencia.

Sí, he perdido mucho en mi vida, sobre todo a mis dos mejores amigos de la infancia. Pero también he logrado ganar otras cosas y personas como un balance completo.

Sí, aunque tengo defectos no debo de estancarme y recordármelos, porque ahí seguirán. Solo queda aceptar y valorar todo lo que tenemos y tendremos sea poco o mucho. No perder el piso es siempre la clave. No sentirse más que otros y apoyarnos es la razón de estar aquí.

No importa que tan grande sea mi problema, es mejor pedir ayuda, consejos y rodearme de personas de buen corazón. Siempre lidiaré con problemas, siempre me enfrentaré con los obstáculos más difíciles y no lo escribo solo por mí.

Todos estaremos viviendo entre una lluvia de problemas que se sienten como pesados elefantes en nuestros hombros.

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