Días antes de los 18 años
— Encontramos esta pipa en tu habitación, ¿Puedes explicarlo? — Maggie decía con los ojos cristalizados.
— Es de un amigo que la metió en la mochila — cínico, descarado que me atreví a decir tal mentira.
— Ian nos habló ayer por la tarde, se escuchaba preocupada— dijo Maggie
— Y nos preocupamos por tí también, si hay algo en lo que podamos ayudarte, aquí estaremos para tí — dijo René.El sábado por la mañana fuí a un pequeño río en donde algunas personas disfrutaban de una merienda en compañía de su familia. Era un lugar pequeño que pocas personas conocían.
Dentro de las cosas que logré pensar mientras flotaba boca a arriba, se encontraba una escena fantasiosa en donde me encontraba atrapado infragante por mi familia y por Ian. Dicha escena terminaba en empujones y palabras irientes que yo mismo lanzaría al viento.
Por mi bien, tenía que hacer algo, no quería decepcionar a mi familia, además estaba a punto de terminar la preparatoria, ya llevaba 2 años con Ian y mis 18 años llegarían en pocos días.Consciente de la situación decidí tirar todas las pipas, jeringas y papeles que contenían esos polvos peligrosos. Dejé algo de hierba apartada para un último humo.
Caminé a casa de Ian para una gran cita que tendríamos en un campo ubicado cerca de su casa. Por primera vez pude verla con el cabello suelto, era chino, demasiado, parecía una cabeza llena de amortiguadores perfectamente realizados. Se veía encantadora.
— ¿Jugo o Refresco? — pregunté.
— Jugo — contestó Ian.
— ¿Pasar toda tu vida conmigo o dejarme? — pregunté.
— Obvio que dejarte — respondió.
— ¿En serio? — pregunté.
— ¿Acaso eres tarado? — dijo.
— Tal vez, pero lo tarado me lo provocas tú.Un beso de larga duración me dejaba en éxtasis. Me daba cuenta de que tenía lo mejor de la vida en tan solo una persona.
Ella provocaba cierta curiosidad en mí. A veces era callada, a veces hablaba demasiado y a veces simplemente me hacía pensar sobre las cosas que estaba haciendo. Era todo un caso, una chica de corazón blando.
— Quiero que dejes lo que estás haciendo — dijo.
— ¿Dejar de tomarme mi refresco? — pregunté y con los ojos sorprendidos dejé mi vaso a un lado.
— Tu sabes a lo que me refiero — me miró fijamente, algo espeluznante —. Si no puedes, me vas a perder.
— Escucha — Me acerqué y tomé su mano —. ¿Quieres fumar conmigo?No hubo palabras pero si una bofetada que entumía mi mejilla. Al levantar la cara noté que dirigía sus pasos hacía su casa. Traté de correr hacia ella aunque por dentro opté en "dejarla ir", en realidad caminé despacio detrás de ella asegurándome de que subiera por la escaleras y entrara a su casa. Ella vivía en un segundo piso.
Tomé un taxi y me fui a casa.Llegaba mi fiesta de cumpleaños. Invité a todos mis amigos y conocidos.
Dentro de los festejos y mis primeros tragos de alcohol llamé a Ian para saber si llegaría en algún momento, su contestación fue un gran "No". No discutí, entendía que estaba enojada y que quizá, seguiría en esa posición por un largo tiempo. Siendo sincero con un par de días ya me estaba desesperando.
Debajo del árbol que adornaba la casa de mis abuelos se encontraba mi círculo vicioso, el que más me agradaba. Fumé un poco para no perder la cordura pues tenía que hacerme cargo de los invitados, pero a partir de eso y algunos shots de tequila comencé a perder la concentración y me dejé llevar.— Es una pena que Ian no haya podido venir — decía Karla quien era una conocida de la preparatoria. Piel morena y alta.
— Lo sé, pero tengo que disfrutar un poco. Aunque siendo sincero si me gustaría que estuviera aquí — dije.
— No te preocupes por eso — me abrazó mientras que en la bocina una pista lenta y precisa sonaba. — Oh mierda — dije.
— Relájate y bailemos, lento.
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LLUVIA DE ELEFANTES
Short StoryLas memorias que cada persona guarda en su interior son tan interesantes que cuando las cuentan, pareciera una historia inventada gracias a su gran imaginación. Desde mi perspectiva se cuentan las mías con la mera intención de crear un vínculo entre...