Un admirador secreto.
Un puñado de cartas viejas.
Y una frase que se repite en cada una de ellas:
"Querido México..."
Así es como inicia nuestra historia.
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La curiosidad no lo había dejado dormir, pero no tenía sueño, tenía una curiosidad demasiado grande como para fijarse en necesidades básicas. Tanta era su curiosidad que, por primera vez en el siglo, había llegado puntual a la junta de ONU.
Tenía un plan. No era el mejor de todos, pero poco es mejor que nada.
Se acercaría a todos los countries de lentes que conocía y agradecería el detalle. Sabría quien era su admirador por la reacción que tuvieran.
No era una tarea simple, pues había una cuantiosa cantidad de countries que usaban lentes o que los usaron hace mucho.
Primero fue con Argentina, pero el argentino no parecía entender a que se refería. Maldita sea. Luego fue con... Estados Unidos.
— Hey, gringo. — se acercó y de un movimiento rápido le quitó sus lentes oscuros al americano y se sentó a su lado. — Lindos lentes. — sentenció y se puso los dichosos lentes. Sin ellos sería más fácil leer al estadounidense.
— Mexico! Hi! (¡México! ¡Hola!) — el estadounidense parecía sorprendido y algo confundido. Normal tomando en cuenta la forma en la que México llegó.
— ¿Sabes? Me encantó el detallito de la carta, eres todo un poeta. — el tricolor posó su mano sobre la del de cincuenta estrellas y se acercó peligrosamente a su cara. Pudo notar como las pupilas del americano se expandían poco a poco y luego se encogían cuando mencionaba el tema de la carta.
— Letter? What letter? (¿Carta? ¿Qué carta?) — el americano sonaba genuinamente confundido, eso hizo que México se convenciera de que no era él.
— Nada, nada. Era una broma. — México se levantó y se fue.
— Me-Mexico... my glasses... (Mé-México... mis lentes...) — muy tarde; el latino ya estaba al otro lado de la habitación hablando con Alemania.
USA estaba dispuesto a ir a recuperar sus lentes pero antes de que pudiera una duda lo detuvo.
¿Alguien le había escrito una carta de amor a México?
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