Así que... el domingo fue mi cumpleaños y solo una persona me ha felicitado, no voy a desmeritar eso porque con solo eso soy feliz, pero aun así espero tus felicitaciones atrasadas... o no XD. Tu relájate, tampoco es la gran cosa, nadie me celebra eso por estos lares así que, ¡bah!
(Joder, sé que me estoy haciendo la vistima y no me arrepiento de nada :v)
* * *
—¡Abuelo! ¿Qué haces aquí? —John corrió presuroso hacia su abuelo. El perro mayor caminaba tranquilo y apacible hacia él, aun así John miró el ligero arrastre de sus patas, nada podía ocultar la tristeza acompañándolo y que hacía bajar sus orejas. John le lamió, restregando su cabeza contra el cuello del mayor, sabía que traía malas noticias.
—Fui rechazado —dijo, recostándose junto a John, el día se sentía cálido si bien los árboles alrededor lograban quitarle intensidad.
—Oh, no... abuelo. Cómo puedes decir eso, Lady Fontaine es una mujer inteligente y-
—Tú sabes lo que esto significa, ¿no es así? —interrumpió, dejarlo terminar aumentaría el daño. John por su lado hizo lo imposible para no llorar, mas la tristeza llevaba cada segundo un mayor peso a su corazón. No quería saber las consecuencias, su abuelo era lo único importante para él, entender y comprender cuál sería su destino le hacía desear morir. Dolía.
—¡No! Me niego. Me niego —decía mientras se empujaba contra su abuelo, buscando su protección. Cualquier humano que los viera no pasaría de pensar que se trataba de un par de perros callejeros jugando. En realidad, la situación se trataba de todo menos de un juego. John perdería a su abuelo y ninguna solución encontraría para detener el tiempo e impedirlo.
—Querido mío, ambos sabíamos que esto podría pasar. Encontré a mi alma gemela muy tarde y al hacerlo no pude hallar la mejor forma de explicarle. —John gemía, sentía garras atravesándole el pecho—. No me queda mucho tiempo, y tú debes seguir buscando, la historia no puede terminar así. Nuestro linaje no será libre hasta que cada uno encuentre a su destinado, y tú aun tienes muchas posibilidades. Debes irte, un viejo como yo te atrasaría, encuentra a tu destino, que solo el amor nos hará libres...
Despertó llorando.
En el pecho de John se alojó la sensación de haber tenido un triste sueño, al abrir los ojos cada imagen fue borrada, dejándole las solitarias lágrimas que no tardó en borrar. Todavía adormilado hizo a un lado el cojín al que siempre terminaba abrazando si se quedaba dormido en el sofá. Sentándose, descubrió la pequeña sala completamente a oscuras.
—¿Holmes? —llamó, con la inútil esperanza de obtener una respuesta del hombre, quien se marchó luego de advertirle que llegaría muy entrada la madrugada o al día siguiente. Luego de seis meses aprendiendo sobre la rutina de su Único, todavía no lograba acostumbrarse a sus largas ausencias. Mucho menos a aceptar que no quisiera llevarlo durante sus aventuras.
Puede que aún no entendiera del todo la afición de su Holmes por el peligro, eso de cualquier forma no evitaba su deseo de acompañarlo y, si no servía de ayuda, al menos intentaría protegerlo. Quedaba muy claro para él que, en cierto sentido, no le serviría de mucho o que obviamente Holmes no necesitaba protección, eso nunca conseguiría ser impedimento para desear su compañía. A pesar de ello, y quizá antes ya lo hubiera previsto, su pareja tampoco tardó en evitar su presencia fuera de casa.
En parte lo entendía, dos hombres yendo juntos prácticamente a cualquier sitio no podría ser un movimiento inteligente, a su naturaleza, por otro lado, poco o nada le importaba. Deseaba estar con él más de lo que quería el siguiente latido en su tonto corazón. Y esto no se trataba, desafortunadamente, de un deseo egoísta. Estaba en sus venas, marcado en las más oscuras profundidades de su primera naturaleza. Quería compañía, solo si venía de Holmes. Quería ayudar, aunque solo fuera a Holmes. Quería estar con él, para él.
Aunque tampoco le gustaría ser una molestia o estorbar a su Único, ¿qué otra opción quedaba entonces? Seguro eran esas las razones por las que él no le permitía acompañarlo. Siendo John un perro tonto que no tenía nada que ofrecer —o al menos algo que le hiciera sentirse orgulloso de mostrar tan abiertamente frente a otros humanos o su mismo Holmes— mucho menos a un hombre tan importante e inteligente. ¡Debería haberlo sabido antes! Seguramente causó problemas a Holmes al insistirle una vez tras otra. Sí que era un bueno para nada.
Debía hacer algo entonces, no iba a quedarse ahí llorando o esperar a que alguien lo consolara, haría cuanto fuera posible en su nueva búsqueda de ser un compañero digno, sería un movimiento equivocado pretender quedarse ahí calentando el lecho para Holmes. Pediría a la señora Hudson que le enseñara a cocinar y limpiar, también a escribir y leer, así sabría qué contenía cada libro o enciclopedia regados por todos lados. Obtendría todo el conocimiento que fuera posible, empezando con lo suficiente para que su Único le permitiera acompañarle a sus aventuras.
Al levantarse todo su ánimo volvió a decaer.
Nada más poner los pies en el suelo regresó a su primera forma. Sucedía cada vez menos, pero si los malos pensamientos llegaban y no tenía a Holmes cerca para darle una pequeña muestra de amor, el tiempo se reducía a la mitad por cada emoción negativa. Cabizbajo, caminó hacia la puerta. De todas formas se veía obligado a esperar a Holmes.

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Valor y lealtad
FanfictionEl amor viene en cualquier envase, pero si este cambia, ¿por qué el amor no? Aun si nada es lo que parece, solo una cosa ha de prevalecer. *Elementos sobrenaturales. Cambiaformas. *NSWF. Descripciones gráficas de homicidio.