Capítulo 1.

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Historia coescrita con la fabulosa Latilsita, sin ella la historia no sería ni la mitad de lo que es realmente.

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Cuando llegó, miró a su alrededor con sorpresa. El lugar no era ni cerca del tamaño de la casa de sus tíos, contemplando sólo la profundidad del salón no podía imaginar cómo sería la casa completa.

De lejos había quedado impresionado por el hermoso jardín por el que había pasado, lleno de arbustos que marcaban un sendero hasta la entrada, aunque había algunos huecos que marcaban las entradas hacia dicho jardín para aquellos aventureros que quisieran recorrerlo. Harry pudo reconocer una fuente a lo lejos después de subir las escaleras.

Ahora que estaba adentro, sólo podía ver lo jodidamente caro que parecía todo y, al mismo tiempo, lo maravillado que se encontraba por ver tal obra arquitectónica. Desde los candelabros con toques dorados colgados del techo hasta las ventanas y balcones que se apreciaban. El ojiverde debía admitir que era uno de los lugares más hermosos en los que había estado.

Aún con toda la gente dentro, el salón no perdía ni una pizca de su grandeza. La luz parecía alumbrar todo de una agradable manera, causando que algunos detalles brillaran, para su fascinación. Ornamentos enmarcaban las ventanas, haciendo resaltar el escarlata de las cortinas, aunque debía admitir que, con todo eso, Harry no podía quitar su vista de los balcones, los cuales se colocaban cada dos ventanas de distancia y regalaban una hermosa vista del jardín bañado de la luz de la luna.

Todo en el lugar le maravilló, casi olvidando su verdadera razón de estar ahí. Miró a su alrededor, ahora sin admirar el gran salón, sino viendo con cuidado a las personas dentro de éste.

Primero encontró a sus familiares, los cuales se encontraban al lado opuesto de donde se encontraba Harry. Suspiró aliviado ante ese hecho. En segunda, distinguió un grupo posicionado cerca de la entrada principal, reconocía los rostros de algunas personas, pero el único que realmente le importaba estaba siendo tapado por uno que otro encimoso.

Se movió con tranquilidad de lugar, tratando de ver mejor al joven que buscaba.

Tom Riddle se encontraba en el foco de atención, todos interesados en lo que fuera a decir el Duque, pero éste no parecía corresponder ni de cerca las atenciones brindadas. Era un hombre alto de cabellos negros y ojos rojos. Su belleza y dinero nunca lo dejaban falto de admiradoras, a pesar de su frío talante. Y el hecho de que estuviera soltero hacía arrancar más de un suspiro.

Era un hombre que lo tenía casi todo, y Harry sabía exactamente qué le faltaba ya que la historia de Tom Riddle la había leído con anterioridad, en su vida pasada, en un libro de fantasía y romance llamado La duquesa de Slytherin. Y por eso tenía confianza de que podían beneficiarse mutuamente antes de que encontrara a su verdadero amor. Así Tom Riddle podría encontrar su felicidad, y Harry un boleto a su libertad.

"Las reuniones sociales no eran más que una exposición donde animales con máscaras competían por atención. Estar en el centro de todo aquello no significaba disfrutarlo. Significaba contener mis ansias de matarlos a todos y cada uno."

Eso era lo que Tom había relatado sobre los banquetes en el libro. Con cada sonrisa, y cada frase, Harry sabía que se escondía el fastidio de tener que estar allí escuchándolos.

Esperó al momento correcto, cuando el Duque se separó del grupo, y le salió al paso extendiendo una mano hacia él.

—¿Me permite este baile, Su Gracia? —preguntó Harry intentando que su voz sonara firme.

La duquesa de Slytherin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora