Capítulo 5

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Esas tres semanas pasaron en un abrir y cerrar de ojos. Santiago arreglando todo para mudarse a la hacienda, y para seguir su trabajo remotamente mientras establecía una oficina en Mexico. Regina, con la ayuda de Lucia, se encargo de la simple ceremonia y recepción para festejar su unión con Santiago. Cumpliendo con la promesa de ser amigos los mensajes de texto entre esos dos no faltaban cada día, poco a poco conociéndose más.

Hacienda La Reina...

Regina lucia radiante el día del matrimonio, con su pelo castaño suelto en ondas, tacones altos, y un vestido ajustado, blanco de encaje, mangas largas, y corte arriba de las rodillas. Santiago se quedó boquiabierto al verla bajar las escaleras. Era la mujer más bella que el había visto.

Lucia: Cierra la boca, se te van a meter las moscas (susurró a su lado, conteniendo la risa)

Santiago: Perdón, pero ella es tan hermosa (dijo sonriendo)

Lucia: Te gusta mi hermana, verdad.

Santiago: De niño la adoraba, ahora me fascina.

Lucia: Pues ahora ella va a ser tu esposa. No pierdas el tiempo y conquístala, cuñado (golpeando su hombro)

Regina llegó a ellos, y miró del uno al otro con una expresión seria.

Regina: ¿Que tanto secreteaban?

Lucia: Nada de secretos hermana, solo decíamos lo bonita que te ves. ¿Verdad, Santi?

Santiago: Si. Te ves hermosa, Regina.

Regina aclaró su garganta y se paró entre ellos, tomando del brazo a Santiago.

Regina: Si ya terminaron de platicar, el juez nos espera, Santi.

Lucia se moría de la risa. Conocía perfectamente a su hermana. Aunque lo quisiera negar el también le interesaba a ella. Cada vez que recibía un mensaje de el su rostro se iluminaba y sabía que tarde o temprano Regina caería rendida ante Santiago.

La ceremonia tomó lugar en el jardín, y sólo atendieron unas amistades cercanas de las hermanas. Firmaron el acta de matrimonio, seguidos por los testigos.  Y se llegó ese momento que aunque era obvio que venía, a Regina la tomó totalmente por sorpresa.

Juez: Y ahora los declaró marido y mujer.  Puede besar a la novia. 

La mente de Regina quedó en blanco, su corazón latiendo rápidamente.  Santiago la miraba con una pequeña sonrisa, acercándose a ella.

Regina tomó su rostro en sus manos, y sus labios se unieron en un beso suave, tímido, probándose por primera vez

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Regina tomó su rostro en sus manos, y sus labios se unieron en un beso suave, tímido, probándose por primera vez.  Un beso que sin saberlo lo anhelaba desde esa noche en el bar. Al separarse lo miró a los ojos asombrada hasta que los aplausos de los invitados la regresaron a la realidad.

Lucia: ¡Felicidades Regina, Santiago! Bienvenido a la familia. (los abrazó)

Después de varias felicitaciones más pasaron a la celebración. La cena se sirvió y la música comenzó a tocar. Regina y Santiago se sentaron, y mientras comían platicaban sobre un paseo a caballo donde Regina quería llevarlo a el para que se familiarizara con la hacienda de nuevo.

Lucia los observaba y se le ocurrió una travesura para darle un pequeño empuje a Regina hacia Santiago.

Lucia: ¡Nidia! Ven

Nidia: ¿Que pasa Lucy?

Nidia, su asistente en la veterinaria y su amiga incondicional, era igual de ocurrente que ella y un poco atrevida. Lucia le habló al oído contándole su plan, y esta con una gran sonrisa asintió, caminando hacia Regina y Santiago.

Nidia: Felicidades por su matrimonio a los dos, hacen muy bonita pareja. Regina, que suertuda eres, tu marido es muy guapo y además joven (se lo comía con la mirada)

Regina: Si.. gracias Nidia (con una mirada de pocos amigos)

Nidia: No te importa si Santi baila esta pieza conmigo ¿verdad? Vamos guapo.

Santiago: Yo no ..

Regina miraba incrédula como Nidia prácticamente se lo llevó jalándolo hacía la pista de baile. Echando chispas se paró y fue tras de ellos.

Regina: Lo siento querida, pero el primer baile siempre es con la novia.

Tomándolo del brazo lo llevó al centro de la pista. Una canción lenta y romántica comenzó a tocar, y Santiago la tomó de la cintura, pegándola a su cuerpo. Ella molesta y sin mirarlo a los ojos rodeó su cuello con sus brazos. Comenzaron a moverse lentamente, al ritmo de la melodía.

Santiago: ¿Te pusiste celosa, Regina? (sonriendo)

Regina: ¿Celosa yo? Por favor. Ya quisieras, Santi.

Santiago se rio, estrechándola más a su cuerpo.

Santiago: Te burlas, pero me gusta cuando tu me llamas Santi.

Regina recargo su rostro en su hombro para esconder su pequeña sonrisa. No sabía lo que estaba pasando, pero cada momento a su lado Santiago despertaba sentimientos nuevos en ella que jamás había sentido antes.

La canción terminó y se separaron, mirándose a los ojos. Regina sonrió coquetamente y acariciando su mejilla..

Regina: Ni se te ocurra bailar con Nidia, esposo.

Un par de horas después la fiesta terminó, los invitados se marcharon, y Regina se enfrentaba a un nuevo dilema. Para aparentar un matrimonio normal los dos compartirían su recámara, cosa que la tenía algo nerviosa. Jamás en su vida había dormido o pasado la noche completa con un hombre.

Los dos entraron a la habitación, y sin palabra alguna Regina se fue directo al baño. Se vistió en una bata de dormir negra de seda. Se desmaquilló, y cepillándose el pelo se quedó viendo su reflejo en el espejo respirando profundamente para calmarse.

Regina: ¿Por que te pones así? Esto es solo un arreglo. Un negocio (Susurró)

Finalmente salió del baño y Santiago ya tenía su pijama puesta, sentado en un lado de la cama.

Santiago: ¿Que lado prefieres?

Regina: Ahí estás bien.

Regina se acostó del otro lado, dándole su espalda, cerrando sus ojos fuertemente.

Santiago: Regina... Puedes estar tranquila. Relájate. Somos amigos ¿recuerdas?

Regina abrió los ojos y giró a verlo. El tenía una sonrisa tan tierna en su rostro que no pudo evitar sonreír también. Ella jamás pensaba casarse, pero nunca imaginó que su noche de bodas fuera de esta manera. Se pasaron toda esa noche platicando hasta que el cansancio la venció y Regina cayó completamente dormida. Santiago la cobijo, dejándole un beso en la frente, y quedó dormido también, con sus manos entrelazadas.

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