Capítulo 4

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Después de aclarar un poco más los detalles de ese acuerdo entre ellos, Santiago se despidió y Regina subió a su suite del hotel.  En tres semanas se casarían y sería una ceremonia sencilla, solo por el civil.  Mientras tanto el arreglaría unos asuntos en el despacho para poder mudarse a Mexico al lado de Regina.

Ella tomó un largo baño para relajarse, y esa noche en sus sueños aparecieron unos ojos marrones, manos fuertes recorriendo todo su cuerpo, unos labios que la atraían con la fuerza de un imán...

Hacienda La Reina..

Al siguiente día Regina tomó un vuelo de regreso a México y en la tarde ya se encontraba en la hacienda, acompañando a Lucia a cenar, quien sin esperar comenzó el interrogatorio.

Lucia: Te dije que Santiago nos ayudaría. No tenía la menor duda (sonriendo)

Regina: Te confieso que me sorprendió. Solo pidió a cambio que seamos amigos.

Lucia: Regi.. ¿y es igual de guapo en persona?

Regina: Lucia por favor, no empieces... (advirtió)

Lucia: ¿No te gustó ni un poquito? Yo digo que si se van a casar por que no aprovechar y divertirse un poco.

Regina: No digas tonterías. Además es un niño, y el sabe muy bien que esto es solo un trato, no un matrimonio real.

Lucia: Hermana.. lo del trato te lo creo. Pero no lo otro. (alzando una ceja)

Regina: ¿Que quieres decir con eso?

Lucia: No creo que el que Santiago sea más joven que tu sea un impedimento para estar con el. No quería decir nada por que se que te molestarías conmigo, pero estoy enterada de lo que hay entre tu y Diego, y el es aún más joven que Santiago (mordiéndose el labio para no reir)

Regina probaba un bocado de comida y al escuchar eso tosió casi ahogándose.

Regina: No se de que hablas, Lucia (tomando de su copa de vino, su rostro colorado)

Lucia: Regina, se que lo parezco, pero no soy tonta. He notado cuando a veces te escapas de la casa en la madrugada, la manera en que el té mira, y una vez los vi besándose en la caballeriza (cubriendo su boca)

Regina: Bueno, ya, está bien. Si, es verdad tengo algo con Diego, pero no es nada serio.

Lucia: ¡Ha! Lo sabía. En realidad nunca los vi besarse, pero tenía mis sospechas.

Regina: ¡Aish! Que voy hacer contigo Lucia, de veras (molesta)

Lucia: No te enojes Regi (riéndose) En verdad no te juzgo ¿Pero que va a pasar con eso? ¿Seguirás con Diego después de casarte?

Regina: Claro que no. Aunque sea un matrimonio solo en nombre no pienso ser infiel. Esta misma noche termino mi relación con Diego.

Y si, en el vuelo de regreso lo había estado pensando y llego a esa decisión.  Más tarde, ya que todos estaban durmiendo, Regina salió de la casa grande y se fue hacia las habitaciones de los empleados. Tocó la puerta de Diego suavemente, y al abrir y ver que era ella la tomó de la cintura apoderándose de sus labios, cerrando la puerta con llave. Entre besos y jadeos se despojaron de la ropa terminando en la cama, Regina sobre el a horcajadas. Unieron sus cuerpos y mordiéndose el labio para contener sus gemidos, Regina movía su cadera llena de pasión, Diego sujetándola de la cintura, hasta que ambos llegaron al climax, Regina cayendo rendida sobre el.

Después de recuperar el aliento Regina se levantó a vestirse, sentándose a la orilla de la cama.

Diego: Es usted maravillosa, Regina. (Acariciando su espalda)

Regina: Diego... Hay algo que tengo que decirte.

Diego: ¿De que se trata?

Regina: Esta fue nuestra última noche juntos.

Diego: ¿Por que dice eso? (sentándose)

Regina: En tres semanas me caso. Lo nuestro hasta aquí llegó.

Diego: Regina.. no me puede hacer esto. Yo la amo.

Regina: Lo siento, pero yo a ti no. Siempre fui muy clara, Diego. Te advertí que no te ilusionarás conmigo.  Esto no llegaría a ningún lado.

Diego: Aunque se case lo nuestro no tiene por qué terminar. Siempre hemos sido discretos.

Regina: No insistas Diego. Yo no soy así, no le seré infiel a mi esposo.  Hasta aquí llegamos (se paró arreglando su pelo) Y si no te parece te puedes marchar de la hacienda.

Diego: Eso no será necesario.  Esta bien, aunque me duela lo aceptaré.

Regina giró y se sintió mal al verlo desilusionado, sus ojos tristes.  El en realidad el la amaba, no supo en que momento ocurrió.

Regina: Diego.. nunca fue mi intension herirte (acariciando su mejilla) Espero que puedas encontrar el amor con alguien que si te pueda corresponder.

Diego: Dudo que eso suceda. Yo solo la quiero a usted.

Regina negó y salió de esa habitación.  Pero aunque ella haya dado por terminada la relación entre ellos, Diego no se iba a dar por vencido tan fácilmente.  Lucharía para tenerla de nuevo a su lado, aún en contra de ese supuesto marido que apareció de la nada quitándole lo que era suyo.

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