Despertar en los brazos del ser que amas, con la certeza de que ese amor es correspondido no tiene precio. Es la plena felicidad. Santiago observó a Regina dormir boca abajo por varios minutos, admirando lo bella que se veía en la suave luz de la mañana, con su pelo despeinado, la sábana apenas cubriendo su cadera, y esa pequeña sonrisa en su rostro.
Sin despertarla, lentamente se salió de la cama y regresó después cargando una charola con un desayuno ligero: jugo de naranja, café, pan tostado y fruta. Tomó esa rosa que le regalaba todas las mañana, y la recorrió lenta y suavemente por su espalda, sus piernas, sus brazos. Regina sonrió aún sin abrir los ojos, su piel erizándose.
Santiago: Levántese, dormilona.
Regina: No quiero. No quiero que este sueño termine (suspiró cubriéndose el rostro con la sábana)
Santiago: No es un sueño, mi amor. Es nuestra realidad.
Regina bajó la sábana, abriendo sus ojos y regalándole una tierna sonrisa que le derritió el corazón.
Santiago: Me encanta ver esos ojitos bellos despertar. Y más de la manera que me ves ahorita. Te amo, hermosa.
Regina: Y yo a ti, mi amor. Lo trate de ignorar, pero ya no pude mas, te amo, Santi.
Tomando su rostro entre sus manos sus labios se unieron en un beso largo, tierno, profundo. Al separarse y notar el desayuno que le trajo Santiago una gran sonrisa iluminó su rostro. Jamás la habían sorprendido de esa manera.
Regina: Hmm, esta rosa y desayuno en la cama. Que detallista, señor Mendoza. Eso me encanta (tomó la rosa que le ofrecía Santiago, inhalando su aroma)
Santiago: Es lo menos que se merece mi reina.
Entre mimos y risas terminaron de desayunar. Todo esto le parecía mágico a Regina, nunca se imaginó sentirse tan feliz al lado de alguien. Mordiéndose el labio, ella se levantó de la cama, parándose enfrente de Santiago y dejó caer al suelo la sábana que la cubría, quedando completamente desnuda. Con una carcajada ante la expresión sorprendida de el corrió al baño, y Santiago reaccionando corrió tras de ella, y encendiendo el agua cálida la acorraló contra el azulejo de la regadera.
Santiago: Usted, señora bonita, me enloquece cada vez más (susurró a su oído)
Con una sonrisa coqueta ella rodeó su cuello con sus brazos, mordiendo su labio suavemente. El gruñó y tomándola de los muslos la subió a su cintura, besando su cuello, pasando su lengua por su piel. Regina jadeó y tomándolo del pelo dirigió sus besos a sus senos, soltando un gemido al sentirlo apoderarse de su pezon con sus labios, succionando, lamiendo, dejándole leves mordidas.
Regina: Amor... te necesito..
Ella movió sus caderas impacientemente, su cuerpo ardiendo de deseo. Sin dejar de mirarla a los ojos, Santiago la sujeto más firmemente de la cintura, uniendo sus cuerpos lentamente. Regina soltó un fuerte gemido, aferrándose a el, apretando su espalda, dejándole pequeños araños en la piel. Santiago se movía lenta y deliberadamente. Con cada profunda estocada llevándola al cielo. Los gemidos no paraban ante esa entrega apasionada, llena de amor. Los movimientos de Santiago se hacían más rápidos, y aferrándose a el Regina soltó un fuerte gemido al sentir su cuerpo estallar de placer, Santiago siguiéndola. Cuidadosamente la bajó de su cintura y Regina no pudo evitar reírse al sentir sus piernas temblar. Con la respiración agitada y miradas cómplices se terminaron de bañarse.
Rato después los dos bajaron, sus manos entrelazadas, encontrándose a Lucia en la sala, quien al observar las miradas entre ellos supuso que por fin su hermana se había rendido ante el amor.
Lucia: Uyy, ni les preguntó como pasaron la noche por que con esos ojitos brillosos que traen los dos ya me lo imagino. Con razón bajaron tarde.
Regina: ¡Lucia! No seas grosera
Lucia: Ay, hermana, pues estoy feliz por ustedes.
Santiago: Y yo estoy feliz que esta hermosa mujer al fin me aceptó (abrazándola por atrás y besando su mejilla)
Regina no pudo evitar sonreír, su corazón estallaba de amor por ese hombre.
Lucia: Y todo lo necesario para que dieran ese paso fue un empujoncito de celos.
Regina: Ni me lo recuerdes. Ya me dijo Santi que todo lo de Nidia fue tu idea Lucia. Nada más por que eres mi hermana si no te agarraba de los pelos.
Lucia soltó una carcajada abrazando a Regina.
Lucia: Pues valdría la pena Regi. Me encanta verte así de feliz, te lo mereces. Y a ti también cuñado, los amo a los dos. Ahora si somos una familia.
Regina: Tontita
Lucia: Y ya quiero sobrinitos, así que pónganse a hacer la tarea.
Regina se quedó muda, sin saber que decir. Tener hijos jamás había sido algo que pasara por su mente. No estaba en sus planes, pero tampoco lo había estado casarse y enamorarse. Pero si esto con Santiago era algo serio, como ella lo esperaba, tendrían que tener esa charla sobre su futuro juntos muy pronto.
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Indomable
FanfictionUn matrimonio arreglado, dos seres de vidas completamente distintas, una atracción innegable. ¿Podrá el amor vencer todas esas barreras y prejuicios interpuestos por ellos mismos y así llegar a la felicidad?