Capítulo 10

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El amor que sentían Regina y Santiago era tan grande que no lo podían ocultar. Tomaban cada oportunidad que se les presentaba para demostrase sus sentimientos con besos, abrazos y caricias. Todos estaban felices por la pareja, y por el cambio en actitud de Regina, quien al aceptar el amor en su vida se había convertido en una mujer más alegre. Todos menos una persona. Diego al notar que ese matrimonio ya no era solo en nombre, que ellos dos estaban enamorados, empezó a formular maneras de como separarlos.

Días después...

Santiago se encontraba en su oficina, su atención en unos documentos que revisaba, cuando el sonido de unos tacones acercándose le sacó una gran sonrisa.  Esa no podía ser nadie más que su amada.   Se levantó de su asiento, recargándose enfrente de su escritorio, cuando efectivamente por esa puerta entró esa bella castaña, el amor de su vida.

Santiago: Hola, mi amor. Que sorpresa verte aquí.

Sonriendo Regina camino hacia el, y el la tomó de la cintura, acercándola más a su cuerpo, dejándole un dulce beso en los labios.

Sonriendo Regina camino hacia el, y el la tomó de la cintura, acercándola más a su cuerpo, dejándole un dulce beso en los labios

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Regina: Hola, mi vida.  Vine a secuestrarte (limpiando el labial de sus labios)

Santiago: Yo feliz de la vida me dejó secuestrar por usted, mi señora bonita ¿Se puede saber a donde me llevas?

Regina: Exagerado (sonriendo) Tengo que ir a la ciudad a una junta de socios en el hipódromo.  Quiero que me acompañes, y después nos vamos por ahí. ¿Que te parece?

Santiago: Me encanta la idea.

Después de reprogramar unas citas se fueron en la camioneta de Regina hacia la ciudad.  Durante el camino escuchaban música, sus manos entrelazadas, llenándose de mimos y besos.  Llegando al hipódromo Santiago la acompañó hasta la entrada de la sala de juntas, donde se despidió por el momento.

Regina: ¿Seguro que no quieres entrar conmigo?

Santiago: Si, no quiero ser inoportuno.  Te espero abajo en el bar cuando termines.  Te amo.

Regina: Y yo a ti, mi amor.  No tardo.

La junta marchó igual que siempre, discutiendo las ganancias, proyecciones, y planes para futuros eventos.

Regina: Bueno señores, eso es todo por hoy.  Si no tienen más preguntas los veo el próximo mes.

Uno a uno los socios empezaron a marcharse, excepto uno.  Regina estaba guardando los documentos de la junta cuando Julian se le acercó.  Ese hombre desagradable por mucho tiempo trato de ganarse el afecto de Regina, pero ella siempre lo había rechazado.

Julian: Los rumores son ciertos entonces.  Ese jovencito con el que llegaste es tu marido. 

Regina: Ese joven se llama Santiago. Y si, el y yo nos casamos hace poco.

Julian: ¡Vaya! La inalcanzable Regina González por fin se casó.  ¿Pero no crees que es muy niño para ti? Seguro solo está tras tu dinero.

Regina: Julian querido, quizá ese sea tu caso, pero no es el mío.  Tu no consigues a nadie sin ofrecerles dinero de por medio.   Santiago y yo nos amamos de verdad.  Ya supera de una vez el que nunca acepté tus ridículos avances y déjame en paz.

Julian: Eres una..

Regina: Cuidadito con lo que digas, Julián.  Si quieres seguir siendo parte de esta sociedad más vale que vayas aprendiendo tu lugar.  Con permiso.

Salió echa una furia de la sala de juntas.  Julian era un imbecil, pero no dejaría que ese encuentro le arruinara su día.  Bajó al bar donde la esperaba Santiago y se sentó a su lado en la barra, pidiendo un whiskey al bartender. 

Santiago: ¿Todo bien, amor? (preguntó al verla irritada)

Regina: Es algo sin importancia.  No te preocupes (respirando profundo para calmarse) Hoy es nuestro día y quiero que lo disfrutemos al máximo ¿Que quieres hacer?

Santiago: ¿Lo que yo quiera? 

Regina: Si, mi amor. ¿Que se te ocurre? (mordiéndose el labio)

Santiago: Que te parece...  si vamos al cine, y después a cenar.  Una típica cita de enamorados.

Regina: Nuestra primer cita..

Santiago: Exacto, ¿Que dices, hermosa?

Regina: Me encanta la idea. Vamos.

Después de llegar al centro comercial y checar las carteleras se decidieron por una película de terror.  Armados con palomitas, golosinas, y refrescos, entraron a la sala sentándose en la última fila. Regina trato de disimular al principio, pero esas películas de terror le daban pánico.

Regina: Ayy, ahí viene el asesino, nooo (cerrando los ojos fuertemente y escondiéndose en el brazo de Santiago)

Santiago tratando de no reírse la abrazó fuertemente.  Esa mujer le daba tanta ternura, que se la quería comer a besos.

Santiago: No pasa nada mi amor, ven.

La acurrucó más a su lado, y Regina sintiéndose protegida pudo aguantar hasta el final de la película, jurando nunca más ir a ver una de terror.

Regina: Ay no, que fea.  La próxima vez mejor vemos una de comedia.  Siento que se me subió la presión. 

Santiago riéndose la abrazó besando su frente.

Santiago: Lo que mi reina diga.  Sabes, se me ocurre una manera de que te relajes y se te quiten los nervios.

Regina: ¿De que se trata?

Santiago: Es una sorpresa (sonriendo pícaro)

Tomándola de la mano se dirigieron al estacionamiento.  Santiago amaba tanto a Regina que quería que su primer cita fuera inolvidable.  Mientras ella hablaba con Lucia por teléfono, el aprovechó para planear esa sorpresa especial que le tenia preparada esa noche.

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