Un beso lleno de magia, eso es lo que era. Un beso donde todos esos sentimientos que ya no podía ignorar quedaron al descubierto. Pero típico a su carácter esa mujer no cedería tan fácilmente.
Al faltarles el aire se separaron lentamente, y con la respiración aún agitada Regina le soltó una fuerte bofetada a Santiago, tomándolo totalmente por sorpresa.
Regina: Eres un atrevido, Mendoza. Te quiero lejos de esa muchachita.
Sin esperar respuesta Regina giró, marchando de regreso a la casa. Con la mejilla ardiendo por la cachetada Santiago no pudo evitar esa gran sonrisa en su rostro. Aunque esa fiera tratará de negarlo, de una cosa estaba seguro, ella sentía lo mismo por el. Lo sintió en ese beso. El sabía que no sería fácil conquistarla, pero no se daría por vencido, ahora menos que nunca.
El ambiente durante la cena esa noche fue tenso. Todos en silencio, Regina no despegaba su mirada de su comida, y Lucia miraba divertida a ellos dos. Intuitiva como siempre sabía a que se debía esa actitud, y decidió darle un pequeño empuje más.
Lucia: Cuñado, Nidia te mando dar las gracias por tu ayuda con los potrillos, tienes muy buenas manos para los animales, eh.
Regina golpeó la mesa con su palma abierta, haciéndolos brincar.
Regina: Me retiro, buenas noches. Recuerda muy bien mis palabras, Santiago.
Ella se levantó de su silla, subió a su recámara y se escuchó su puerta azotar.
Santiago: Lucy, no me ayudes más, por favor. Deja de meter a Nidia en esto. Tu hermana va a terminar matándome.
Lucia: Ayy, esta bien. Me voy a comportar. Pero es que es muy divertido ver a Regi celosa. Jamás la había visto así.
Santiago: Pero el que terminará pagando los platos rotos soy yo. Sabes, tu hermana tiene la mano muy pesada.
Lucia: Ay no lo puedo creer (soltando una carcajada). Santi, mi hermana está perdidamente enamorada de ti. De eso no hay duda.
Santiago negó riéndose y después de un rato subió a la recámara también, esperando que Regina estuviera más calmada. Ella se encontraba en la cama acostada de lado, pretendiendo estar dormida. Santiago, después de cambiarse a su pijama, se metió entre las sábanas, abrazando a Regina por la espalda, besando su cuello, sus manos rodeando su cintura, ella jadeó estremeciéndose.
Santiago: Regina, se que me deseas, tanto como yo a ti. No lo puedes negar. Te sentí en ese beso.
Sin ninguna palabra ella tomó su mano y la bajó a su intimidad, soltando un gemido cuando el la coló en su ropa interior, acariciando ese punto más sensible, ella moviendo su cadera sensualmente contra su cuerpo, sintió como el se endurecía, las sensaciones volviéndola loca.
Regina: Si, Santi.. te deseo tanto (jadeó)
Santiago extasiado giró quedando sobre ella, y deslizó su bata de seda dejándola en solo su panty. Regina lo tomó del pelo, reclamando sus labios en un beso desesperado, lleno de lujuria. Sus cuerpos pedían a gritos sentirse, amarse, entregarse. Santiago bajó sus besos a sus senos, torturando uno sutilmente con su lengua, mientras que con su mano jugaba con el otro. Regina giró sobre el, y despojándolo de su pijama recorrió su pecho con sus besos, dejándole leves mordidas, movió su cadera sensualmente, jadeando ante el roce de sus intimidades, y Santiago tomándola de la cintura giró quedando sobre ella nuevamente.
Regina: Santi.. ya no aguanto. Hazme tuya, mi amor.. (jadeó)
Santiago deslizó de su cuerpo esa última prenda que los separaba, y acomodándose entre sus piernas la sujetó de la cintura entrando en ella de golpe, aciendola soltar un fuerte gemido. Regina lo rodeó con sus piernas aferrándose a el, apretando su espalda, mordiendo su hombro para ahogar esos gemidos de placer que no paraban al sentirlo moverse en ella.
Santiago: Te amo Regina..
Regina: Y yo a ti, Santi.. Te amo, te amo..
Regina giró quedando sobre el a horcajadas, sosteniendo sus manos y mirándolo a los ojos movía sus caderas lenta y sensualmente, haciendo su unión más profunda, más íntima.
Regina: Tu eres mío, Santi. Solo mío.
Santiago: Y ahora tu eres mía, mi Regina.
Las manos de Santiago viajaron a su trasero, apretándolo fuertemente, y los movimientos de ellos se volvieron más desenfrenados, más rápidos, hasta que los dos llegaron a ese maravilloso climax, sus cuerpos vibrando, estallaron de placer.
Con la respiración agitada, Regina calló rendida sobre el pecho De Santiago, y el la abrazó fuertemente. Después de recuperar un poco el aliento se acomodó a su lado.
Santiago: Eres maravillosa, mi amor (besando su frente)
Regina: Y tu no te quedas atrás (escondiéndose en su cuello) Se me hace increíble que estemos así.
Santiago: Yo estoy feliz. Ahora que te tengo así no te pienso soltar.
Regina sonrió, y tomando su rostro en sus manos unió sus labios en un dulce beso. Esa noche se entregaron de cuerpo y alma, sin esconder sus sentimientos, sin miedos o reservas. Ese amor al que tanto le temía Regina, había llegado a su vida y no había marcha atrás. Ese amor que le brindaría la felicidad que sin saber tanto añoraba.
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Indomable
Fiksi PenggemarUn matrimonio arreglado, dos seres de vidas completamente distintas, una atracción innegable. ¿Podrá el amor vencer todas esas barreras y prejuicios interpuestos por ellos mismos y así llegar a la felicidad?