Suna no es Konoha

2.9K 296 30
                                    

Luego de su entrenamiento matutino, Kiba apareció junto su fiel Akamaru, delante de ella y la acompañó en su camino de vuelta al hogar. Mientras conversaban, le indicó que Temari pasaría por ellos para llevarlos a desayunar a un restaurant.

Tan puntual como se suponía que debía ser, la chica apareció y los guió al lugar indicado. Temari y Shikamaru, lideraban el camino; seguidos de Naruto, Sakura y Kiba, en una ruidosa y alegre conversación; Shino y Hinata los seguían detrás en un intercambio bastante más bajo y tranquilo; y finalmente Sasuke, que caminaba en completo silencio.

En el lugar, los otros dos hermanos del desierto los esperaban ya sentados y Naruto inmediatamente se ubicó al lado de su amigo iniciando la plática de forma natural. Sakura no tardó en unirse, mientras Temari y Shikamaru se sentaban al lado de Kankuro.

El equipo ocho, por su lado, prefirió mantenerse un poco más alejado en una conversación agradable y tranquila en el otro lado de la mesa, donde los asientos estaban libres y Sasuke se vio arrastrado por su compañera a sentarse a su lado; quedando en medio de los dos grupos.

Mientras se terminaban de acomodar, la mirada de Gaara buscó la de Hinata, con la excusa de un saludo, pero sabiendo que eso no era su razón. Buscaba ver sus ojos, ver la mirada blanca de los Hyuga y comprobar alguna cosa que aún no tenía clara.

Y más pronto que tarde, sus miradas se cruzaron, sus ojos aguamarina chocaron con aquellos grises, casi blancos; en un silencioso y privado encuentro.

Se encontraron en un instante, en una eterna fracción de tiempo, en un suspiro.

Sus ojos, supuestamente blancos, en realidad no lo eran; el color era difícil de identificar, tal vez gris, como las nubes; o lavanda, pero no completamente. Cualquiera fuera el color, esos ojos eran como la luna en su máxima expresión. Aquella luna llena, en mitad de la noche.

Por un momento, perdió la noción de su alrededor, de la conversación de Naruto, de los regaños de Sakura, o de lo que iba a ordenar para comer; esos singulares y hermosos ojos lo atraparon, como si fueran profundos pozos llenos de misterio. Intensos, decididos y tristes.

Los ojos de esa chica eran diferentes.

Y Gaara, el Kazekage de Suna, el asesino del desierto, no podía hacer más que mirarlos y hundirse.

Una leve y elegante reverencia, sutil, fue suficiente para liberarlo de aquella hipnosis y que el mundo volviera a girar.

Hinata giró su rostro hacia Shino para continuar su conversación, totalmente ajena a lo que su mirada había provocado y Gaara retomó su conversación con Naruto.

Esta no era la primera vez que se veían, ni la primera vez que miraba sus ojos; pero era la primera vez que contemplaba a Hinata.

Mientras comían, les informaron que ese mismo día iniciarían sus actividades en Suna, Sakura iría al hospital a trabajar con los médicos y compartir conocimientos; Naruto y Sasuke irían a la academia; Shikamaru trabajaría con Temari en la preparación de los próximos exámenes Chunnin; y el equipo ocho iría a una misión de rastreo con los ninjas de Suna.

El mismo Gaara fue el encargado de llevar al equipo ocho hacia los ninjas para presentarlos y lideró la caminata con Shino. Hinata y Kiba caminaban detrás sumergidos en una pequeña conversación que no pasó desapercibida para el Kage.

- ¿Así que buscarás un lugar para aprender plantas medicinales?

- Sí, por lo que averigüe, en Suna existen algunas especies que solo crecen en esta zona- respondió ella.

- ¿Y sabes donde?

- No, aún no. Espero poder averiguar pronto.

Gaara observó que sus voces eran suaves, a pesar de que aquel chico era tan ruidoso como Naruto, pero parecía ser que en compañía de la chica y de Shino, Kiba se calmaba. Muy por el contrario, al equipo de su amigo, donde el único más silencioso era Sasuke; pero este, más que silencioso parecía estar siempre de mal humor.

La noche en el desiertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora