Sasuke

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Sasuke estaba agotado.

No, esa palabra no reflejaba en lo más mínimo el sentimiento del Uchiha en ese momento, y tal vez, no había una sola palabra que lograra englobar todo.

De partida, creyó que ir a Suna sería una buena opción para escapar de todo lo que significaba Konoha: Sakura, Fan Girls y Naruto.

Y ahí es donde habían empezado los problemas.

La misión, inicialmente había sido asignada al equipo ocho y él; lo cual le había generado altas expectativas. Escapar a un lugar tranquilo siempre era una alternativa tentadora y él realmente necesitaba huir de sus dos amigos. Comenzando por Sakura, que desde que la guerra había terminado y él había sido aceptado en Konoha, no hacía más que perseguirlo como una adolecente.

Sinceramente, él podía entender que ella tuviera un amor no correspondido y que intentara llamar la atención, pero había límites y él no le había dado ninguna señal de que estuviera interesado. La había rechazado e intentaba mantenerse alejado para no seguir dañándola.

Pero ya no sabía que más hacer.

Sakura no quería ver. O tal vez sí, pero buscaba forzar una relación.

No sabía que pensar.

Por otro lado, estaba Naruto, su amigo, su hermano y aquella otra persona de la que buscaba alejarse un tiempo.

La razón era simple, obvia: Sakura.

Siempre era Sakura.

Naruto estaba enamorado de ella, y sabía que esta estaba detrás de él; así que, día tras día, desde su regreso, tenía que lidiar con el corazón roto de ambos.

Había días en que Naruto intentaba hacerle entender que Sakura era una buena opción, que era maravillosa y que tenía mucha suerte de que ella lo quisiera a él; esos eran los días que más odiaba. Había otros, en que Naruto simplemente callaba, pero su mirada reflejaba el dolor que le producía ver a su amada mirando a su mejor amigo.

Joder, él no era tan insensible como pensaban.

Todo sería tan simple si su amigo alguna vez hubiese mirado a la Hyuga; dejara de lado a Sakura y así él podría romperle el corazón, destrozarlo, y que de una vez por todas ella dejara esa ilusión y diera vuelta la página.

Si tan solo Naruto mirara a la Hyuga...

¿Cómo rayos no podía verla?

La chica había estado dispuesta a dar su vida por él en dos oportunidades, era la única que siempre lo había mirado, la única que realmente estaba enamorada de él; y él, ni siquiera era capaz de darle una segunda mirada.

Y no era que pudieran decir lo mismo de él y Sakura; ella era inteligente, bonita y simpática, pero simplemente no podía con ella (y sí, había intentado mirarla de otra forma).

Así que, volviendo al porqué de todo, cuando se enteró de que tendría una misión con ese equipo, tres pensamientos se le vinieron a la cabeza y todos muy alentadores.

Primero, estaría un mes lejos de Konoha, lejos de los rostros de sus amigos; segundo, el equipo ocho siempre había parecido muy tranquilo e inteligente, compartir con ellos sería un buen cambio de aires; tercero, la Hyuga estaría a su alcance y con los consejos correctos, podría hacer que Naruto la mirara y por fin todo comenzara a tomar el rumbo deseado.

Pero todo su maravilloso plan se fue al carajo cuando Sakura se enteró, le contó a Naruto y ambos fueron a la oficina del Hokage para solicitar unirse a la misión. La introducción de Shikamaru fue precisamente para mantener a ambos a raya.

La noche en el desiertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora