Konoha

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Aquel pájaro, miró con temor esa puerta que se abría. Y con tímida valentía, dio sus primeros pasos hacia la libertad.

Salieron antes del amanecer desde las puertas de Suna y se adentraron en aquel vasto desierto. La delegación fue pequeña, Gaara, Kankuro, y el equipo de Hinata, más otros dos ninjas que Matsuri había asignado, y que serían los escoltas del Kazekage.

Avanzaron a paso rápido, para lograr llegar a la frontera antes de que el sol estuviera en su punto más alto y lo consiguieron.

El resto de camino a la aldea oculta de la hoja transcurrió con conversaciones y risas de parte del equipo de Hinata. Y Gaara se preguntó si era ella quien atraía ese tipo de personalidades a su alrededor, considerando que la dinámica con Shino y Kiba era similar.

Aunque después del día anterior, de esa nueva faceta traviesa que descubrió, no le cupo dudas de que ella era un imán.

Cinco nuevas presencias se sintieron cerca y Hinata, con el Byakugan activado, avanzó hacia Gaara.

- Kazekage- llamó y él supo que era importante- yo me ocupo de esto, los alcanzo más tarde.

- Lleva a Ichigo y Natsuo- indicó él y ella negó.

- Vienen por mi.

Asintió con pesar, pero continuó avanzando mientras Hinata se detenía y se perdía de vista en dirección contraria.

El silencio volvió al grupo mientras continuaban avanzando y media hora después, la chica apareció.

Y la ligera conversación apareció, mientras Hinata les comentaba a sus compañeros que eran mercenarios que venían por sus ojos.

Gaara miró de reojo a la chica y esta correspondió con determinación, y aquel fue el único intercambio que realizaron con respecto a la situación. En ese momento, él era el Kazekage y Hinata la escolta.

Avanzaron.

Hinata, poco a poco, dejó de participar en la conversación y la ansiedad ocupó su corazón; creciendo a cada paso que daban. Su mente se dividió: sus amigos y los Hyuga.

La necesidad de verlos formaba nudos en su estómago, e inconscientemente su mano viajó al silbato de Kiba que colgaba de su cuello junto a la pequeña calabaza, y una sonrisa amenazaba con aparecer y ella la trataba de ocultar.

Lo segundo, los Hyuga, era un tema que quería resolver, y esperaba que su estadía en Konoha le permitiera arreglar aquellos problemas y vivir en paz.

Las puertas se divisaron a lo lejos.

Y la voz del Kazekage se escuchó cerca.

- Vamos donde el Hokage y luego serás libre- le dijo en voz baja, solo para que ella escuchara.

Ella asintió.

Ingresaron en aquella aldea llena de vida y colores, árboles, aves, y un clima más húmedo y fresco; muy diferente a Suna.

Konoha tenía su encanto, pero Suna era magia.

Y Hinata se sintió una extranjera en aquellas calles que la vieron crecer; ella, su corazón, ya había sido entregado al desierto.

Caminaron por las calles ruidosas y alegres, recibiendo algunas miradas curiosas y se adentraron en la torre del Hokage.

Kakashi los esperaba, junto a una pequeña delegación de anbus que siempre debía acompañarlo.

Su mirada viajó desde el Kazekage, a quien saludó como correspondía y descansó en Hinata con una sonrisa, que ella respondió.

- Bienvenidos a Konoha.

La noche en el desiertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora