Había una vez...

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Había un vez, de las cuales casi no hay, una bella mujer que iba huyendo de su pasado. Pero, ¿cómo pensaba huir, si lo traía metido en el maletero?

Lloraba desconsoladamente y apretaba el timón del auto, intentando no soltarlo. Todavía recordaba su última mirada cargada de arrepentimiento. Seguía escuchando el último sonido que emitió su garganta antes de morir.

— ¿Mami, está todo bien? — pregunto la inocente voz, desde los asientos traseros.

La mujer luchó por que no se le cortara la voz y le contestó a su pequeña.

— Si, amor, ahora todo estará mejor.

La mujer estacionó el vehículo cerca del mirador. Esta noche todo acabaría, esta noche ellas libres serían.

— Nena, mami tiene que tirar la basura y quiere que te quedes aquí en el auto porque afuera es peligroso, ¿entiendes?

— Si, mami.

La mujer salió del coche y cerró las puertas. Se puso unos guantes blancos y abrió el maletero, con dificultad saco una inmensa bolsa de plástico y la arrastró hacia el bosque. Se detuvo a la orilla del río, que por las lluvias se encontraba creciendo, respiró profundo y se secó las lágrimas. Primero aventó el arma y luego dejó que el río se llevara el cadáver de su esposo. Esa noche se acabaron los golpes y insultos. Esa noche por fin se libró de ese monstruo pero también se convirtió en uno, solo que menos malo pero a fin de cuentas era uno.

Antes que el sol caiga o se eleve Donde viven las historias. Descúbrelo ahora