Capítulo 11 : Flores para Cristina ❄︎

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California

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California

No recuerdo haber visitado este lugar antes pero siempre hay una primera vez para todo.

Observo los altos cipreses y muevo los pies. Mi prima nos espera en el coche, no quiere entrar . No le pregunto por qué puesto que estoy segura de que Isolda tiene algo que ver.

Mi abuelo viene regularmentepero yo siento algo de miedo, es lúgubre y las gotitas de lluvia, aunque pocas, propiciaban la oscuridad del lugar.
Intento seguir el ritmo de mi abuelo, que va muy rápido. Recuerdo la escritura y mis temores se disipan:

Confío en Dios y alabo su palabra; confío en Dios y no tengo miedo. ¿Qué me puede hacer el hombre?

Llegamos y nos detenemos. Observo la inscripción sobre el mármol y la leo con detenimiento.

María Cristina de la torre Fuentes

Estábamos en el cementerio dónde está enterrada mi abuela y ¡Rayos! Daba miedo este lugar. Repito versículos sobre el temor y pienso en qué debería decirle a mi abuelo.
Creo que cuando el dolor es tan fuerte y sobre todo perdura en el tiempo las palabras humanas sobran. Las únicas letras que podrían calmar su agitado ser serían las escritas por el Dios eterno.

El abuelo quita las flores marchitas de la tumba y coloca unas hermosas orquídeas sustituyéndolas. Mi amiga suele decir que las flores solo deben darse a los vivos, que a los muertos ya no les sirve para nada. Pero yo no estoy de acuerdo con eso. Creo que las flores en la tumba son un recordatorio de lo importante que era esa persona para ti. Una forma de honrar su memoria.

Permanecemos en silencio contemplando el frío mármol grisáceo bajo nuestros paraguas. El abuelo suspira.

ꟷhace tiempo que no vengo a verla ꟷ. Sus ojos claros están apagados. Siento el peso de tantos años de sufrimiento en su espalda.

ꟷA veces hablo con ella, incluso creo que me escucha

Iba a decirle que no lo hacía, que la Biblia es clara en eso pero me parecía una falta de empatía. Él había perdido al amor de su vida y yo no podía simplemente decírselo sin ponerme en su lugar. Si deseaba hablar con ella que lo hiciera, aunque no pudiese oírlo, le servía para desahogarse.

Algún día, seguramente pronto, se daría cuenta de que no le escuchaba y para ello no había necesidad de que yo dijese nada.

El abuelo suspiró y supe que necesitaba estar solo.

Me alejé de la lápida de mi abuela pensando en su legado. Gracias a ella ahora muchos han alcanzado la salvación. Mi madre, mi tía, Chris, Lexy y yo.

Y eso sin contar a las personas que habíamos evangelizado.

Dios ha sido muy misericordioso con nosotros, no tengo como agradecérselo. Quizas  mi abuelo piense en lo que ella querría  o al menos ese había sido nuestro plan.

Secretos Y Conflictos: El Duelo De Los Abuelos   © ✔ [ SLE1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora