nueve, juego.

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Todos nos quedamos en nuestros asientos completamente quietos, solo un poco impactados; por más irreal que sonara, suponía que ya era casi normal la situación. Ya nadie lloraba, nadie gritaba y nadie se desesperaba. Estábamos todos ahí quietos como si fuésemos estatuas, donde solo se escuchaban los sonidos de nuestras respiraciones y los jadeos de Piero quien parecía aún sufrir de dolor por sus dedos amputados.

Tranquilo Piero, pronto ya no sentirás nada. 

—¿Por qué demonios tuvimos que ser los últimos?— se preguntó Caterinna en voz alta, los tres la miramos probablemente con la misma duda en nuestras cabezas. 

En parte entendía a Leroy, pues a diferencia de como parecía, el noruego no había enloquecido . Realmente había hecho una estrategia para morir rápido, para acabar con esta tortura antes de que se le obligue a hacer algo de lo que se arrepentiría. Simplemente se había desahogado y la había hecho enojar; tan solo eso para que todo este sufrimiento terminara. 

Realmente no sé cómo aún no hacía lo mismo, estaba cansada mentalmente y sin energías, simplemente no quería más. Pero aún así seguía aquí, no sabía exactamente qué pero había algo que me aferraba a la vida, quizás esperanza o quizás optimismo. No sabía, sin embargo había algo que me impedía darme por vencido todavía. 

Le eché un vistazo a mis compañeros. Caterinna se veía demacrada con su cabello castaño totalmente enmarañado y sus ojos rojos por el llanto, cada ciertos minutos soltaba uno que otro sollozo pero sus lágrimas parecían haberse acabado hace horas. Sinyeon también tenía los ojos rojos al igual que su nariz, él había sido el último que había llorado después de que casi se le hiciera mutilar a su gato, sin embargo no había llorado mucho durante la noche. Después estaba Piero, el pelirrojo tenía el cabello alborotado y unas pequeñas manchas de su propia sangre en el rostro que no se había molestado en limpiar, cuando levantaba la mano se podía ver sus dedos amputados cubiertos por una media gris y de vez en cuando soltaba algún jadeo de dolor. A éste último no le había visto llorar y eso me preocupaba un poco, no sabía que tan sombría podía ser una persona hasta estas circunstancias. 

mrbubble: Esto se ha vuelto demasiado fácil 

mrbubble: Creo que optaré por una mejor opción

mrbubble: Si alguien vuelve a desafiarme de esa manera, prometo que le haré hacer algo mucho peor que la muerte 

Ninguno reaccionó, simplemente miramos a la pantalla sin emoción alguna, estábamos vacíos. 

mrbubble: Menuda motivación 

mrbubble: Prendamos el ambiente, juguemos un juego 

Nuevamente, nadie reaccionó. 

mrbubble: Aburridos

mrbubble: Bueno, les explico, es bastante sencillo así que probablemente sus torpes cabecitas sí logren comprenderlo 

mrbubble: Jugaremos al nunca nunca, claramente no tenemos bebidas así que lo haremos con los dedos 

mrbubble: O bueno, los que nos quedan jajaj 

—Vete a la mierda.— soltó el ruso sin expresión, sin embargo Olivia siguió escribiendo. 

mrbubble: Levanten cinco dedos de la mano

Increíblemente, nadie reaccionó y nadie movió un solo músculo. 

Pensaba que nadie haría nada hasta que escuché un fuerte estruendo, como si alguien hubiera disparado un arma de fuego justo a un lado de mi oreja; no logré diferenciar si había sido fuera o dentro de la pantalla. Pero a mis compañeros pareció asustarles de igual manera. 

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