Capítulo 2.- "Bienvenidos de vuelta"

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Londres, Inglaterra

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Londres, Inglaterra. 1995.
Estación King's Cross.

Otro año más en Hogwarts.
Alya bajó con pesadez de la limusina de su madre, después de que el chofer le abriera la puerta. Le agradeció al hombre, este se limitó a sonreírle y asentir una sola vez con la cabeza.

Bajaron las maletas y las subieron a un carrito, el cual empujaron hasta llegar al famoso andén 9 y 3/4 de la estación.

La pequeña Nebula miró a su madre una vez más, pero esta parecía tener su mente en otra parte, negando y maldiciendo.

—Madre— la llamó, moviendo su mano frente a su rostro— ¿Está todo bien?

Idalia sacudió su cabeza y la observó confundida.

—Lo siento linda, ¿qué dijiste?

—Que si esta todo bien. Pareces un poco... distraída.

Pero su madre no le estaba prestando atención, de nuevo. Tenía la mirada clavada en algo o alguien que se encontraba a sus espaldas, giró su cabeza y ahí estaba el responsable de su inadvertencia, nada más y nada menos que Lucius Malfoy.

—Madre—Llamó su atención por segunda vez—Mamá—Nada— Idalia—Pronunció con firmeza.

—No tienes idea de lo mucho que detesto a ese hombre—Dijo en voz baja con desprecio— Lo siento, solo que... me hierve la sangre—Se estremeció y recuperó la compostura rápidamente— ¡Mucha suerte Alita!— Le sonrió con ternura.

—¡Madre!

—Lo siento, lo siento. Suerte, Alya— Besó su frente y la abrazó juntándola a su pecho— Prométeme que me escribirás.

—Lo prometo—Respondió ella casi sin aliento.

—Bien, entonces...—Se detuvo de repente y sintió su corazón latir con más fuerza— Narcissa, Lucius, que gusto verlos.

Alya se separó inmediatamente del abrazo, dándose la vuelta. Y en efecto, frente a ambas se hallaban el Señor y la Señora Malfoy, junto con su detestable e insoportable hijo.

—El gusto es nuestro—Saludó la mujer con una amigable sonrisa y procedió a darle la mano a la madre e hija. Su esposo realizó la misma acción pero con semblante serio, al igual que el menor. Dejando un silencio un tanto incómodo.

—Bueno— Habló Idalia sin despegar la mirada del hombre, con el entrecejo levemente fruncido—¡Pero mira la hora!—Bajó la vista a su reloj de mano— Siento mucho no poder continuar con nuestra conversación, tengo bastantes cosas que atender, pero otro día será con más calma.

nebula; ron weasley Donde viven las historias. Descúbrelo ahora