0. " Prólogo "

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Goteo, goteo, goteo

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Goteo, goteo, goteo.

Goteo, goteo, goteo.

Goteo, goteo, goteo.

Realmente, esto empezaba a ponerla nerviosa. Skara apretó el grifo de la cocina con todas sus fuerzas, incluso utilizó un paño de cocina para tener un mejor agarre, pero el goteo incesante continuó.

¿De dónde venía?

Lo más extraño era que a cualquier lugar de la casa a donde fuera, el volumen del goteo se mantenía constante, como si la siguiera.

Abrió el armario debajo del fregadero y, empujando aproximadamente un billón de botellas de jabón, desinfectante y cera para muebles, encontró el sifón. Un golpe rápido de su dedo confirmó que se encontraba completamente seco. Sin fugas allí.

Goteo, goteo, goteo.

Aquello era tan típico. Sus padres sólo salían una noche a la semana para ir a su ridícula clase de salsa, y ella se quedaba sola con una emergencia de fontanería. Los llamó y llamó pero no respondían sus teléfonos.

Goteo, goteo, goteo.

-Dios, es tan molesto-. Tironeó un puñado de su alborotado cabello negro-grisáceo, y se precipitó fuera de la cocina hacia el salón.

Goteo, goteo, goteo.

Parecía venir de arriba, tal vez del espacio muerto entre los pisos.

Recorrió el techo con la mirada para encontrar bultos. Tal vez debería llamar a un plomero... Estaba segura de que era lo que debía hacerse en una situación de fugas. Seguramente sus padres le agradecerían por prevenir el colapso del techo. Sin embargo, eran casi las nueve de la noche, y ella se estremeció ante lo que un plomero pudiera cobrarle por ir a esas horas.

Ni siquiera tenía un billete en su bolso.

Caminó descalza por la alfombra de felpa color beige hacia el pasillo y se asomó por la escalera que llevaba a la primera planta. Tal vez venía de arriba, de hecho, el cuarto de baño era la fuente más probable. Era digno de una mirada.

Goteo, goteo, goteo.

Más alto, más claro que nunca: gruesas y viscosas gotas que aterrizaban en una superficie sólida. Pero, ¿dónde? Había vivido allí toda su vida (bueno, cuando no estaba en la escuela) pero de repente la casa parecía ajena y extraña. Era súper patético, pero realmente deseaba que alguien más estuviera en casa en ese momento.

Valientemente, Skara comenzó a ascender los escalones mientras una voz en su cabeza susurraba: no vayas arriba.

-Tranquilízate, Skar -murmuró para sí. Con eso, subió los escalones de dos en dos, mostrándole a la casa lo valiente que era.

Aquella no era una estúpida película de terror, un juego para asustarse, era la vida real y simplemente tenía una tubería con fugas.

¿Debía subir al depósito de agua? No. Película de terror o no, no había ninguna posibilidad que subiera allí sola, no con arañas del tamaño de gatitos merodeando por ahí. Sin embargo, el goteo persistió. Aún peor, salpicaba con mayor frecuencia, golpeteando a un ritmo cada vez más frenético.

Existían dos posibles fuentes en esa planta: el cuarto de baño principal, o el que se encontraba en la habitación de sus padres.

Apretando los puños, llegó a la habitación de sus padres primero. Con las farolas emitiendo una luz tenue a través de las persianas, se encontró con la habitación impecable, como siempre, y sin evidencia de inundaciones. Cruzó al pequeño cuarto de baño y prendiendo la luz, vio a través de la puerta de cristal de la ducha que el cubículo seco no era el responsable del goteo. El baño también parecía bien; no tenía agua en los azulejos en absoluto.

Quedaba una opción. Maldijo al regresar al pasillo. La fuga era aún peor. Las gotas casi se convirtieron en una corriente, como si hubiera líquido vertiéndose sobre el suelo.

Corrió al cuarto de baño principal, tirando del cable de la luz. La bombilla pareció vacilar, silbando y estremeciéndose mientras se encendía, sólo llenando la habitación con un fino y tintineante resplandor verdoso. Skara se preguntó si la fuga afectaba el sistema eléctrico. Todo lo demás parecía normal, pero el agua se encontraba en su punto más alto. La cortina de la ducha caía a lo largo de la bañera.

La luz parpadeó de nuevo. Incluso se volvió más tenue. La sensación punzante en su estómago no se iba. Es sólo la ducha, se dijo.

Skara avanzó sobre las baldosas, estabilizándose en el lavabo de pedestal, observando su rostro ceniciento en el espejo adornado que colgaba por encima de ella. Alcanzó la cortina de la ducha, tomando el borde del velo de plástico.

Hazlo como si estuvieras arrancando una curita...

Tiró de la cortina a un lado, sólo para golpear las botellas de champú y que cayeran dentro de una bañera blanca y vacía. La ducha colgaba expectante sobre ella, sin agua corriendo.

-¿Qué...?- gimió Skara, alejándose de la bañera. -¡Esto es una locura!-.

Goteo, goteo, goteo. Era tan fuerte. ¿De dónde venía?

Y entonces lo vio. Por el rabillo del ojo, vio que algo se movía en el espejo. Algo que no era ella. Con la boca seca, se volvió hacia el cristal. Era imposible, pero su reflejo no estaba solo; algo más esperaba dentro del marco. Skara gritó.

El vidrio ya no era sólido, sino más como una piscina de plata ondulante en la pared. Una mano delgada, tan blanca como el mármol, pero manchada de sangre, apareció a través del cristal arrastrándose fuera del espejo, hacia el cuarto de baño. Relucientes ríos rojos corrían de las yemas de sus dedos muertos, a través de los dedos extendidos. Se sostenían de los grifos y del fregadero.

Al llegar a la mano de Skara, gruesas gotas rojas salpicaron sobre los azulejos de mosaico.

Goteo, goteo, goteo...

Goteo, goteo, goteo

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Decline - TOH AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora