Capítulo XVI: Dame una señal

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Escucha estos susurros de amor;

mi única felicidad sobre esta tierra

es tu buena voluntad hacia mí;

¡dame una señal!

Johann Wolfgang von Goethe, "Die Liebende schreibt"

8 de diciembre

Ayer, Claudia deslizó un sobre bajo mi puerta que rezaba: "Para Daniel Stutzman". Lo abrí de inmediato. Era una tarjetita de Navidad con un Niño Jesús acurrucado so­bre un lecho de espigas de trigo. Sus pequeños ojos de en­sueño se hallaban sumidos en la Estrella plateada que brilla a lo lejos. En el interior de la tarjeta, luego de un saludo impreso: "Feliz Navidad y venturoso año, les desea el P. Co­misario de Tierra Santa Fr. ***", había un mensaje escrito; la letra de Clau es tan ladeada como su sonrisa:

Hola, Poeta: ¡Contigo quería hablar!

En el corto tiempo que llevamos de conocernos, hemos compar­tido muchísimo, ¿verdad? Hemos hablado de todo un poco y, aunque en ocasiones seas algo sombrío, siempre eres un chico fantástico (¡Eh!, ¡"Zacarías"! ¡Debes cambiar el final de esa obra!).

El día que me obsequiaste tu libro de cuentos fue estupendo. Estuve leyéndolo y leyéndolo tres noches seguidas y supe entonces que podías ver lo que los demás no veían y sentir de una forma que puede ser dolorosa —¿no es doloroso?—. Pero, al mismo tiempo, pensé: es un don poder llegar a un lugar cualquiera —en este caso, el bosque de Salem— y verlo todo como cuando éramos niños, "tocar", de nuevo, los árboles, la hierba, las aves, el cielo, y es que "verlo-todo-como-si-fuera-la-primera-vez" nos hace otros..., más tristes, también.

Ojalá no pierdas ese poder de "llegar" a las cosas que obtuviste en tus paseos: puedes tomarlas y perpetuarlas siempre que quieras; puedes "abrirlas", puedes traducirlas para nosotros... Nada se inter­pone entre tú y el mundo.

¿Sabes?, creo que existen dos tipos de escritores: los que solo "piensan", de una manera prodigiosa, es cierto, pero que viven en su propio mundo, un mundo que nos atrae y lo devora todo, pero que no es el verdadero. Ahí tienes a Borges, a Cortázar o al propio Eliot.

Y también están los otros, los que "sienten" y no se quedan solo en la contemplación y simplemente "viven", están aquí, presentes, libres de confusas preocupaciones. Por eso admiro tanto a Rimbaud, a Vallejo, a Dostoievski y a Watanabe.

¿Pero tú?... Tú eres una especie de híbrido... A veces, eres etéreo, helado, casi apático..., y otras, das la impresión de poder "pal­par" las cosas, de poder introducirte en ellas y tomar su forma. Y entonces... ¿qué te crees?, ¿el "injerto" de las letras?, ¿el "combinado" de la nueva lírica? Es broma.

En fin, Poeta, solo te pido una cosa: que seas mi amigo "siem­pre-siempre-siempre".

  

Claudia

 

La casa del sol naciente #Wattys2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora