⇾09: Helados

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Estoy feliz porque recién me di cuenta de que llegamos al +1k de vistas ... Gracias gente. Prosigo a auto felicitarme en el reflejo del baño 👥 AAA-

—¿y? ...—

Hace como media hora que ambos habían salido de una heladería.
Tucumán había acabado su helado de dulce de leche, Moscú aún disfrutaba del suyo. Ambos habían preferido estar sentados en uno de los banquillos de la plaza, bajo la sombra de los enormes árboles del lugar.

—¿qué cosa?.— extrañado lo miró. Tucumán tenía sobre su mejilla un poco de helado aún, aquello Moscú lo noto de inmediato.

—¿no vas contarme nada de vos?, lo que te gusta, lo que no te gusta ... Soltate y yo me suelto.— aseguró. Su estrategia era simple, quitarle la mayor información posible al ruso para después vendersela a Buenos Aires por aquellas tres cajas de alfajor que tanto gritan su nombre.

—¿por qué no mejor empezamos por ti?.
Cuenta me, ¿cómo es eso de que también eres capital de Argentina?.—

—¿nunca te lo conté?.— indagó. El ruso negó —Que pelotudo che-; bueno, resulta ser que en mis territorios firmaron la independencia. Luche junto a Argentina, con las iluciones de ser reconocido como Capital ... Lo fui por un tiempo. Luego todo cambio.

—¿y la razón cual fue?.—

—Buenos Aires es más cercano a papá, además que de que el hijo de puta tiene más contactos con buques extranjeros de carga.— suspiro. Él desde hace mucho entendió que la mejor decisión de su padre fue el nombrar a su hermano más alto capital. Lo supero pero aun duele el desprecio —No lo tomes a mal. Amo a mi hermano, sería incapaz de hacerle daño. Aunque sea un presumido de mierda.— fue imposible el que Moscú no soltara una ligera risa —Yo lo amo tal y como es.

—¿tienes buena relación con tus hermanos?.— indagó. Es en ese momento en el que Tucumán recordó a Santiago del Estero, vaya que su relación de 'hermanos' traspaso los limites.

—ni vos te la creerías. Amo a todos mis hermanos pero uno se lleva el premio mayor.— es obvio que nuestro norteño se estaba refiriendo al tierno de Santiago.

—¿y cuál de todos es?.—

—Santiago del Estero. No lo entenderías.— decidió saltarse la parte de su relación incestuosa solo para evitar posibles incomodidades con el ruso —Bueno, ya te conté a vos de mí. Ahora contame algo de vos.

Entre risas preguntó. —¿Cómo qué?.—

—y no se po'. Lo que te gusta hacer, lo que no te gusta hacer o ... Decime quién es aquel o aquella que te trae loquito.— Moscú no pudo evitar el sonrojarse un poco y soltar una tierna risa.
Miró atento al tucumano; llevó su mano donde la mejilla del mismo para limpiarle aquella mancha de helado. Una forma de cambiar el tema.

—tenias helado en la cara.— informó luego de haber limpiado aquella parte con su pulgar de una forma que claramente incómodo al norteño hasta el punto de sonrojarlo un poco.

—ah ... Dale.— tocó donde antes el ruso se había atrevido a tocar —¿No vas a responderme?.

—prefiero guardarme-lo para mí.— aseguró devolviendo su atención a su helado que ya hasta estaba derritiéndose.

—¡dale po'!.— exasperó —Entonces decime algo de vos, no sé ...

—me gustan las flores.— respondió esperando recibir algún comentario del tucumano.

—¿la flores?.— el eslavo asintió —¿Cualquier flor o... Alguna en especial?.

—las lirios.— volvió a responder.
Aquella información Tucumán se la grabo bastante bien.

—bueno. ¿Y de comida?, ¿qué te gusta?.—

—¿por qué tanta indagación?. ¿Piensas invitarme a alguna cita?.— preguntó está vez el otro con algo de picardía en su tono de voz.

—no. ¡No, no!.— se apresuró a negar rápidamente —Solo ... Quería conocer más de vos, ya sabes.

—no me engañas Tucumán.— dijo esté con un ligero tono bastante pronunciado. Fue en ese entonces que el tucumano pensó que el ruso estaba flashando chamuyo de su parte —Cualquier comida rusa, me encanta.— respondió.

—dale... Eh... ¿te parece si volvemos a la Casa Rosada o-...?— él solo quería volver rápido a aquella maldita casa para poder encerrarse en su dormitorio y gritarle la cualquier santo protección de esté grandulón. –Re exagerado, lo sé–.

—aún no acabé mi helado.— dijo esté otro sin mucha significancia, la verdad era que disfrutaba estar así con el norteño, sólos y tranquilos en un parque juntos.

—ah, entonces querés acabarlo. Dale, dale. Yo te espero.—

Entre risas el ruso le dijo: —Bueno, podemos ir yendo y mientras lo voy comiendo.— sugirió. Aquello le vino joya al tucumano.

—deuna, entonces vamos.— intentó caminar unos pasos adelante del eslavo pero esté se sujeto de su mano logrando paralizar por instantes al norteño allí —¿Por qué ... Me agarras de la mano?.

—puedo perderme.— se excusó, aquello simplemente era estúpido pero aún así no se negó.

—lo veo improbable pero, okey. Vamos.— su nerviosismo incremento, se lo notaba en su voz. Aquello a Moscú le agradaba, lo hacia sentir más atraído al tucumano, demostraba tanta ternura actuando de aquella forma.

 Aquello a Moscú le agradaba, lo hacia sentir más atraído al tucumano, demostraba tanta ternura actuando de aquella forma

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ᴘᴇqᴜᴇñᴏ ʏ ᴛɪᴇʀɴᴏ ᴇɴᴀɴᴏ | Moscú x TucumánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora