Capítulo 2: una ayuda

351 23 1
                                    


Lola estaba cortando jitomates mientras veía televisión, no hay nada más que la alarmante noticia de los nuevos pobladores con encuestas, experimentos, especulaciones y hasta espectáculos, eso ultimo la habían puesto a pensar, pero en ese momento ella veía las mismas caricaturas con su hijo, porque el niño seguía insistiendo y porque probablemente ella podría despejar su mente sobre el asunto; sin embargo, tocaron a su puerta, ella dejo de cortar para atender: una perra y su hijito (más pequeño que su hijo) tomándole la mano. Lola casi quería cerrar de golpe pero pensó que sería grosero de su parte, en cambio contrajo las pupilas.

-Perdón, mi intención no es de molestarla-dice mientras e temblaban los labios- pero mi hijo está enfermo y no puede estar afuera...

-Ya fue al conven...

-Llenos señora... Por favor, me han echado de todas partes. Le juro que no es contagioso lo que tiene.

-Déjeme pensar- se quedó en la puerta un rato y recordó lo que ha visto en la televisión dando énfasis a los espectáculos-... está bien.

-Dios la bendiga-dijo casi llorando en lo que Lola la dejo pasar.

-¿Usted cree en Dios?

Pero la perra no contesto por ver al hijo de Lola que las veía impactado desde el sillón.

-Mama- señalo el hijo de la perra a los juguetes.

-No, no son tuyos- lo carga y ve a Lola extendiéndole la mano- soy Lara.

-Lola. Por favor siéntense-la guio hasta el sillón para señalarle a su hijo que se sentara en otra parte.

-De veras Lola, te lo agradezco muchísimo. Se lo pagare algún dia... creo que debe apagar la estufa.

Lola la vio extraña pero luego de procesarlo un segundo corrió a la cocina. En eso, Lara vio al niño dirigiéndole una sonrisa.

-¿Estás viendo las caricaturas?

El niño afirmo con la cabeza algo extraño. Lara dirigió su mirada a la televisión: un niño cabalgaba sobre un caballo de colores por un desierto. Lara sonrió.

-Mira el caballito-le susurro a su hijo que estaba algo inquieto.

-Ay, casi se quema la comida- rio por lo bajo Lola- ¿gustan comer?

-Es usted muy amable.

-No se preocupe.

Una vez que los cuatro tenían un plato en la mesa Lola aprovecho para cambiarle de canal, el niño no hiso objeciones porque le daba pena con los invitados. En la televisión no había más que las mismas noticias. Ante esto, ambas madres se vieron.

-Nosotros hubiéramos hecho lo mismo-dijo Lara- asustarnos, ayudarlos o atacarlos.

-Solo tenemos que aprender a convivir en armonía.

-... yo perdí la fe en los Ans.

-Ans como usted no son malos.

Lara sonrió amistosa y Lola le devolvió la sonrisa, sin embargo, la perra dejo de sonreír lentamente.

-Corrijo: Perdí la fe en la mayoría de los Ans.

SobrepobladoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora