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Hermione caminaba alrededor del lago pensando en los últimos acontecimientos que había experimentado.

Una parte de ella estaba orgullosa por haber frenado a Ronald y su insistencia para que saliera con Ginny; dudaba que la chica hubiera manipulado a su hermano para forzarla a salir con ella. Si no lo había hecho en el pasado, no tenía sentido que empezara hacerlo ahora, no cuando cada una tenía la libertad de salir o experimentar con alguien más.

Aunque si la Gryffindor era honesta; Fleur no encajaba en ninguna de las opciones. La rubia francesa iba más allá de una lujuria o atracción pasajera. Hermione tenía claro que la chica era especial, y es que sin ser nada todavía, juntas estaban descubriéndose a sí mismas.

La castaña había empezado a cambiar sus actitudes y formas de relacionarse. Ya no utilizaba a las personas para su beneficio. Poco a poco iba encontrando el sentido de lo que realmente quería, aunque sabía que aún le faltaba mucho por progresar.

El brillo en su mirada y la sonrisa en sus labios demostraban lo feliz que se sentía. Había pasado por varias etapas desde que admitió que Fleur le gustaba:

Al principio recordaba haberse sentido intrigada al verla.

Continuo después con un sentimiento extraño de ansiedad para poder contemplarla entre clases y pasillos; hasta que un día, por diferencias absurdas, empezó a temer lo que esa chica le provocaba. Fleur Delacour, era el estereotipo perfecto para ataques y burlas. Hermione conocía el sentimiento y lo que costaba salir de una etiqueta impuesta. Pero a diferencia de ella, la joven de ojos azules parecía pasar por alto cada insulto y acto en su contra.

Aunque no estaba exenta de uno que otro flaqueo en su autoestima; la castaña había podido distinguir en varias ocasiones el brillo de las lágrimas y sonrisas forzadas. Pero Fleur era fuerte, inteligente y mucho más audaz que ella: "Insultarme y subestimarme solo me impulsa más para mejorar", le había comentado en una ocasión. 

Hermione no tuvo el valor de contradecirla, ni de señalar lo afligida que a veces se veía cuando Ronald y los demás la acosaban. Podía decir con orgullo que nunca había participado en ataques verbales, pero su silencio le involucraba y le había participe junto a ellos.

La sensación alegre lentamente comenzó a extinguirse, al mismo tiempo que un estremecimiento desagradable recorrió su cuerpo. La única vez que había intentado cambiar las cosas término realizando un acto que no había disfrutado en lo más mínimo. En momentos como ese, era cuando solía recordar las manos de Lavender ensuciando su piel con toques bruscos y desesperados.

La castaña se sentó en la raíz del árbol abrazándose a sí misma. Forzó sus ojos a mantenerse cerrados para que las lágrimas de frustración no cayeran, pero fue inútil de todas formas.

-Ojala fuera tan fuerte como tú, Fleur.

El viento agito las copas de los árboles y el frió comenzó a ser más difícil de soportar, así que con el sol ya casi oculto Hermione se dispuso a volver a entrar pero la presencia de alguien más la detuvo.

-¿Desde cuándo y porque ella?

La Gryffindor resoplo y desvió su mirada.

- No tenemos que hacer esto más difícil...

- ¿Difícil? ¡Es retorcido y asqueroso, Hermione! –Le replico el chico empuñando sus manos.- Piensa en todo...

-¡Lo sé! ¿De acuerdo? Desde el primer maldito momento en que la vi supe que ella era especial.

Una risa amarga proveniente del joven incremento la tensión.

Hermione sabía que esto tarde o temprano pasaría, pero no imagino que fuera tan pronto. Mucho menos que él se atrevería a enfrentarla tan directamente.

Entre tú y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora