El gran día; parte 2.

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Ángel estaba al borde del sueño, Alastor era cálido y su respiración era muy tranquila era cómodo y reconfortante en igual medida, se sentía soñoliento y todo el peso de la madrugada parecía agolparse en su cuerpo y obligar a cerrar sus ojos que se sentía pesados solo la música de jazz de fondo.

Árboles sureños, llevan una extraña fruta.

Ángel abrió lentamente los ojos la luz del sol golpeando a directamente a su vista haciéndole levantar se incorporó algo mareado pensando ¿en dónde estaba Alastor? Solo podía sentir la hierba en sus manos ¿hierba? Sus ojos se abrieron de golpe para encontrarse en una especie de pantano, ¿Cómo había llegado allí?

– ¿Quién eres? –había un niño allí –

– ¿Tú quién eres?

–Yo pregunte primero –Respondió el niño, sus mejillas eran regordetas y sus ojos grandes avellanas, su cabello castaño y piel morena si Ángel tuviera que adivinar este niño tenía similitud con Alastor solo que no tenía esa sonrisa siniestra en sus labios de hecho no estaba sonriendo había libros a su lado y estaba sentado en lo que parecía ser la escalera que daba al pórtico de una casa de paredes blancas tras de él –

–Soy Ángel Ragno.

–Alastor LeBlanc –Contestó el niño, Ángel se levantó inspeccionando el lugar solo podía oír la sinfonía del pantano hasta que se acercó al niño que había decidido ignorarlo luego de presentarse –

– ¿Qué lees?

–El perfume de la dama de negro –Respondió mientras Ángel tomaba posición a su lado sentándose mirando los tomos que estaban al lado del pequeño Alastor, uno de ellos era el antecesor del libro que ahora se encontraba en las manos del niño –

– ¿Te gustan los libros de misterio? –pregunto pero el niño se encogió de hombros antes de responder; son intrigantes, fue lo que dijo para que ambos volvieran a guardar silencio, pero esta vez no solo estaba acompañado por el ruido del pantano ¿Eso eran golpes? ¿Y gritos de una mujer? No podía oír claramente que estaba gritando la voz masculina –

–Mi padre llego borracho, está peleando con mamá, mamá me saco afuera –Lo dijo como si aquello no tuviera importancia como si fuera algo común tal vez lo era para Alastor –

Sangre en las hojas y sangre en la raíz.

Ángel todo le dio vueltas para que el panorama cambiara de estaban en una especie de cobertizo había un altar en ruinas, con muñecos y símbolos que él no podía entender, había demasiado silencio era escalofriante.

Salió del lugar solo para notar vidrios rotos y salpicones de sangre, cuando estuvo devuelta en el patio allí estaba el pequeño Alastor que esta vez, estaba un poco más grande tal vez de trece o catorce años, se encontraba mirando hacia un montículo en el patio.

– ¿Qué paso? –pregunto, la cabeza de Alastor parecía haber sido golpeada tan fuertemente que estaba sangrando, sus rodillas se veían lastimadas y su ropa sucia –

–Oh, eres tú de nuevo –menciono sin dejar de mirar el montículo –

– ¿Qué hay allí? –Pregunto aunque tenía un muy extraño presentimiento –

–Mi madre, él mato a mi madre –Alastor se mordió el labio parecía estar intentado no llorar –me descuide y me descubrió en el cobertizo a él no le gustaba los rituales paganos de mi madre y la mato por habérmelos enseñado.

Mi novio no-vivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora