Disfraces, asesinatos y caravanas

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Anthony sonrió mirando su maquillaje terminado en el espejo del baño le había costado un rato pero estaba perfecto su cabello rubio estaba rizado, el maquillaje, resaltaba sus ojos verdes de manera encantadora, un labial rosa acentuaba más sus labios, sus mejillas tenía un ligero colorete dándole color a su piel, llevaba un bonito vestido negro de lentejuelas, se había puesto un corsé para estrechar más su cintura y verse esbelto, relleno en el escote, una gargantilla que acentuaba su cuello, una bufanda que se extendía para esconder su pecho.

–Bueno, ¿Qué tal me veo? –pregunto para que la sombra de Alastor, hiciera un dramatismo de desmayarse haciéndole reír –

–Encantador, mon ange, sumamente encantador –Respondió Alastor, la sombra mostraba una gran sonrisa y ojos con forma de corazón –

–Bueno, Al, nos vemos más tarde tengo una presa que cazar –Dijo de manera juguetona y coqueta – ¿No vienes sombra?

–Invitas a mi sombra ¿pero no a mí? Me siento profundamente insultado –Comentó Alastor con gesto ofendido en su rostro –

–Oh, cariño tu sombra es mucho más discreto que tú –la sombra parecía mirarle con un brillo de suficiencia cosa que de alguna extraña manera irrito a Alastor ¿enserio estaba celoso de su sombra? –Además si me encuentro en peligro, puedo llamarte a través de tu sombra ¿o no es así querido?

–Por supuesto, cher –Contestó –

–Bien, que te diviertas en la noche –Sonrió dejando un beso en la mejilla de Alastor para luego irse a gran velocidad, Alastor se quedó paralizado por el gesto tan rápido y fugaz tomado de sorpresa tanto que una electricidad le recorrió toda la espalda y se quedó mirando la puerta aun sabiendo que Anthony ya se había ido –

Anthony salió con un sonrojo colorando sus mejillas por su osadía no sabiendo si Alastor podía estar molesto por eso pero tampoco quedándose a averiguarlo, la sombra le miro moviendo sus ojos en un movimiento pícaro y Anthony bufo, comenzando a caminar entre las calles que se encontraba en gran festividad, las carrosas, los colores, el jazz que sonaba desde toda la ciudad, rebosante de brillo, alegría de corrupción y pecado.

Se paseó por las calles hasta llegar al barrio francés, la sombra parecía señalarle el lugar correcto al cual tenía que ir y conseguir su objetivo era un bar clandestino, sonrió sentándose en la barra pidiendo un licor afrutado, sus ojos recorrieron todo el lugar había algunas chicas jóvenes y ¿Eso eran niñas? Se sabía cómo un mito que el hombre con el que tenía que lidiar secuestraba niñas y la forzaba a tener relaciones porque había algunos malditos fetichista que le agradaban las menores de edad, pero presenciarlo era aberrante y le hacía querer vomitar.

Había un límite para toda mierda y los niños estaban fuera de la discusión, ¡No se tocaba a los niños! Ni siquiera su padre que era una basura se atrevió a tocarlos, un hombre se acercó a él sentándose a su lado.

–Que hace una preciosura como tú, en un lugar lúgubre como este –pregunto, su aliento olía a licor lo cual hizo que la nariz de Anthony quisiera retorcerse de disgusto pero aun así coloco la sonrisa más coqueta que tenia de su repertorio –

–Estoy buscando trabajo y me gustaría hablar con el jefe –Contestó –para mostrarle mis... encantos.

–Puedo hacer eso, cariño –Comentó colocando una mano en la cintura de Anthony era desagradable pero lo soporto sonriendo –Pero luego me gustaría que me mostraras tus encantos.

–Por supuesto que sí, dulzura, hay mucho de mí para compartir –le giño un ojo mientras que con su índice lo colocaba en la nariz del sujeto quien soltó una ligera risa –

Mi novio no-vivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora