Tienes una visión del mundo real de la que aprendí muchísimo, pero un carácter de mierda que me hirió en algún momento.
Te agradezco tu comprensión, porque de todos tú me pareciste sincero y te maldigo por tus burlas, porque eran mordaces.
No nos dio tiempo a conocernos ampliamente, pues aparecías esporádicamente. No obstante, me enseñaste que tenías la capacidad de protegerme más de lo que alguien dijo que haría, pero a la vez ostentabas el poder denigrante de tus palabras no pensadas.
Actuabas con un impulso hiriente, con palabras dañinas y actos corrompidos que a veces cubrían la bondad que poseías.
Porque si algo hay que admitirte es que tenías las experiencias reales que nosotros sólo escuchábamos. Tú habías visto el mundo y su crueldad. Tú nos mostrabas una versión de lo hallaríamos afuera de aquel salón. Sin embargo, a veces también exagerabas con tus historias repletas de mentiras, pero en otras llenabas de emociones con las realidades que coleccionabas.
Eras parte de un cuarteto con un líder maligno, pero tenías capacidad propia y eso es algo que otros no pueden decir. Sé que si tú hubieras estado aquel día, habrías evitado algunas lágrimas.
Tú me hacías reír y me fastidiabas. Tú me hiciste entender que no todo debe ser dulce ni tampoco debe ser amargo, sino que hay que darle un equilibrio.
Aunque no contábamos contigo casi nunca, podíamos contar con la experiencia que nos dejabas al no dejarnos nada.
¿Sabes algo irónico? Tú te fuiste y dejaste que los asientos de enfrente permanecieran vacíos y que la persona a mi lado se volviera mi compañero semestral del que no pude deshacerme con facilidad.
¿Debería agradecerte o maldecirte?
Probablemente ambas.
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Once cartas de odio y una de amor
Short StoryA ti que aún estás indemne. A ti que ya estás rota. A ti que tratas de repararte. Te lo repetiré eternamente: "Te quiero..."