Me gusta tu cabello. Odio tu estilo de malversar las situaciones.
Me agrada tu vestimenta. Detesto tu forma de mentir para herir al mundo.
Debo admitir que todo ser humano busca en los demás aquello que él no puede ser. Creo que en ti lo hallé, excepto que no coincidimos en nada.
Donde yo soy responsabilidad, tú tienes un vacío existencial.
En el sitio que está mi ímpetu, tú tienes telarañas.
Allá donde yo intento mejorar, tú sólo das pasos hacia atrás.
Lo he escuchado tantas veces, pero ahora lo sé. No debo desear ser alguien más. Debo aceptarme, quererme, valorarme y respetarme como soy.
Eres una figura que realmente me agrada, pero también me desesperas con facilidad. Aunque hay muchas cosas en las que coincidimos, existen otras en las que no concordamos.
Me agradaría ser tú y no tomarle importancia a las cosas, pero las cosas no siempre funcionan de ese modo. Somos dos polos opuestos que equilibran la existencia.
Te agradezco estar en los buenos momentos, pero te reprocho abandonarme en los malos. También te doy las gracias por conducirme a personas a las que, de ser por mí misma, jamás habría tenido el valor de acercarme.
Me infundes valentía en ocasiones y te agradezco eternamente por aquel día en que me otorgaste alegría en medio de sinsabores. Sin embargo, te detesto por dejarme tantas responsabilidades cuando lo que quiero es hacerme un ovillo y llorar, por hacerme creer que cuento contigo y después abandonarme en el momento impreciso.
Me equivoqué, no eres la niña que me hubiera gustado ser. Eres sólo un holograma que se desvanece ante el tacto de alguien real y yo anhelo ser más que eso.
Gracias por recordarme que no debo desear no ser yo.
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Once cartas de odio y una de amor
ContoA ti que aún estás indemne. A ti que ya estás rota. A ti que tratas de repararte. Te lo repetiré eternamente: "Te quiero..."