Capítulo 5: Ser más para servir mejor

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La semana siguiente había transcurrido de manera normal. Amaia decidió que era prudente no decirle nada a Carrie sobre el incidente en la calle Carlin. Carrie al parecer había captado sus intenciones, pues no pareció alarmarse cuando Miss Yale las emparejó para el proyecto final de literatura. A Amaia le pareció incluso que había suspirado aliviada.

Notaba que Carrie era cada vez más consciente de que su intención no era unirse a sus compañeros en su mar interminable de jugarretas y humillaciones, porque de hecho no lo era. Era difícil acercarse y entablar una conversación con ella, pero cada vez que la veía, la saludaba sonriendo y la chica le correspondía con otra sonrisa cada vez menos forzada. Ese día incluso se había acercado a saludarla. Desde que la había conocido, Carrie le había provocado un extraño sentimiento de ternura y (debía admitirlo), lástima. Amaia no lograba comprender qué la había vuelto la cabeza de turco de los chicos de Ewen. No hablaba mucho, es más, a veces era fácil olvidar que estaba presente. No era una chica fea, tal vez algo desaliñada, pero tenía unos ojos muy bonitos, aunque difíciles de apreciar porque tenía la mirada baja casi todo el tiempo y en el tiempo que Amaia había estado en Ewen, no la había visto reaccionar jamás a las burlas que le hacían.

Recordaba que a ella le hacían burlas también. Antes de Shiloh, la escuela había sido un completo infierno. Pero, por supuesto, ella había sido algo más...reactiva. Su imagen de estar golpeando a Susan Penbrock, dos años mayor que ella no se le borró jamás de la cabeza. Pero eso había logrado aminorar casi por completo el acoso escolar. Miró a Carrie que en ese momento se encontraba al lado suyo. La chica era delgada. Muy delgada. Tenía la mirada nublada, como la señal de quien ha sufrido demasiado para sus dieciséis años. Vio sus manos que tomaban el lápiz mientras anotaba algo en su cuaderno. Parecía que en cualquier momento podría soltarlo porque parecía pesar demasiado para sus frágiles falanges. Volteó ver a Christine Hargensen.

(no, ni hablar)

y la primera palabra que se le vino a la cabeza fue ˂˂atlética˃˃. Pensó que, si Carrie la llegaba a empujar con todas sus fuerzas, con suerte lograría que diera uno o dos pasos hacia atrás.

Entonces se le vino a la cabeza un asunto que había estado evadiendo. Ella podría defenderla. A la chica no le vendría mal algo de ayuda. Sintió vergüenza de sí misma al darse cuenta de que no era la primera vez que lo pensaba, pero estaba consciente de que eso le costaría algo de ... reputación. Sintió entonces ganas de abofetearse. Amaia creía que su personalidad estaba más allá de todos esos preceptos, pero jamás se había visto envuelta en esa situación. Sintió que su ego de defensora de los desprotegidos recibía un duro golpe.

Por supuesto que en Shiloh había abusadores y Amaia había defendido a más de un muchachito de ellos. Entonces ¿Por qué no había defendido a Carrie White hasta ahora? La respuesta le vino como un relámpago en las tinieblas. En Shiloh, eran mayoría "los buenos" y a ningún abusador le duraba mucho el reinado. Recordaba el lema de su anhelada escuela "Ser más para servir mejor", lema que les era martillado en la cabeza desde que eran críos. Cuando un pequeñín empujaba a otro, cuando alguien no quería compartir algo de su merienda con otro niño que no tenía, cuando algún alumno era excluido; la prioridad de los maestros, más que macerarlos con conocimientos, era embeberlos de los valores que defendía el colegio. Solo fue hasta empezar a estudiar en Ewen que Amaia se dio cuenta de lo valioso que había sido todo ello. A excepción de algunos casos casi perdidos, recordaba a sus compañeros como personas entregadas y dispuestas a dar todo a los demás. Recordaba a su clase como uno de esos mosaicos tan irregulares que era preciosos para el ojo humano: introvertidos, extrovertidos, cantantes, pintores, bailarines, chicos estudiosos, amantes de las fiestas, amantes de la biblioteca, altos, bajos, gordos, flacos....pero unidos. Siempre unidos.

Now... Hold my Hand, CarrieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora