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La música comenzó a sonar tras un sutil asentimiento de la pelirroja. Fue la primera en moverse en la canción. Su pierna se elevó hasta sobrepasar la cabeza en un rápido movimiento, volviendo a su primera posición manteniendo su sonrisa. Habían hecho una coreografía. No era tanto para enseñarles como serían las del grupo, sino, más bien, lo capaces que eran para coordinarse y formar bailes que dejasen a todos perplejos. Su cuerpo se movía ágil y lleno de sensualidad, como ella era en realidad. Cada movimiento lograba embelesar a los espectadores, como si estuviesen delante de una sirena.
En mitad de la canción encontró entre el público a Harrington, que tenía una sonrisa que contagió a Mayfield, aunque más le divirtió encontrar a su lado a una seria Wheeler, que casi parecía enfadada. Sus brazos cruzados y sus hombros hundidos la delataban. Había notado desde el principio que no le caía bien a Nancy, pero no era algo que realmente importase a la pelirroja. Todas tenían una coordinación perfecta, algo que realmente había preocupado a la californiana en un principio. También encontró entre el público a su hermano sonriendo de forma orgullosa, e incluso a su pequeña hermanita junto a un grupo de chicos con la boca bien abierta.

La canción llegó a su fin exactamente tres minutos y veintiocho segundos después de su comienzo, comenzando tras el silencio un arduo aplauso de todos los presentes mientras las chicas volvían a encontrar sus respiraciones, todo lo contrario a Leah que seguía como una rosa, sin una sola gota de sudor y con una gran sonrisa luciendo en sus rojizos labios. Incluso su cola seguía intacta, ella la había colocado a conciencia. Bajó los tres escalones con rapidez, dirigiéndose a la carrera hacia el público cuando encontró entre ellos a su hermano, lanzándose a sus brazos siendo recibida con una risa del rubio, que la abrazó al instante mientras ella rodeaba sus piernas en su cadera y los brazos alrededor de su cuello. Cuando la volvió a bajar al suelo momentos después, ella mantenía una gran sonrisa en sus labios.

“¿Qué te ha parecido?”

Realmente le importaba muchísimo la opinión de Hargrove. Era, desde prácticamente que le conoció en la cena en la que su madre les anunciaba tanto a sus hijas como al rubio que serían familia, su pilar fundamental. Siempre había podido confiar en él, siempre habían estado mutuamente apoyándose en absolutamente todo, y realmente no podía pensar en un mundo en el que no estuviese con él.

“Absolutamente maravillosa. Creo que has desencajado más de una mandíbula, hermanita.”   Comentó con mofa apretando de forma cariñosa una de las suaves y pequeñas manos de su hermana.

La pelirroja lanzó una cantarina carcajada al aire dejando caer hacia atrás la cabeza. Cierto moreno les observaba desde la lejanía, aunque le encantase la idea de ser él quien le sacara esas sonrisas, acercándose dispuesto a felicitar a Mayfield por la actuación que había hecho junto a su equipo, aunque él la había visto brillar como si las demás no tuviesen ningún brillo, como si sólo ella estuviese en el escenario.

“¡Hey!”   Era evidente que comenzar conversaciones no era su fuerte. Menos cuando Hargrove le miró con cara de pocos amigos y su pareja seguía quejándose de lo mismo.   “Ha sido una actuación genial. Has dejado a todos asombrados.”

“Gracias, Steve. Esperemos que eso consiga reunir el dinero suficiente para que podamos oficializar el equipo.”   Alzó sus manos con los dedos índice y corazón de ambas cruzados con una sonrisa adornando su rostro.

“Seguro que sí, ha sido un gran espectáculo.”

El rubio tenía sus ojos entrecerrados, observando al más alto como si estuviese dándole demasiadas vueltas a algo en su cabeza. Mientras tanto, la joven Wheeler seguía cruzada de brazos, odiando tener que estar allí y tener que soportar el hecho de que su pareja hablase con la californiana. No quería admitirlo, pero era evidente que estaba celosa. A su parecer, Leah era una joven preciosa, además de encantadora y carismática. Leah era el tipo de chica que siempre gustó a Harrington, era la popularidad encarnada. Ella, sin embargo, era simplemente todo lo contrario.

“Por supuesto. Nada mejor que chicas bailando para complacer a hombres.”

La pelirroja alzó una ceja en dirección a Nancy, que realmente no había pensado dos veces aquello por su estado antes de soltarlo como una bofetada sin mano.

“Yo no bailo para complacer a nadie, querida. Bailo porque me gusta y me hace feliz. De hecho, eso es algo en lo que siempre se confunden las personas que no tienen ni la menor idea del tema.”   Mayfield mantenía una sonrisa orgullosa en sus labios, era evidente que aquél comentario no le había molestado en absoluto y que, sin embargo, las suyas habían empezado a calentar a la chica Wheeler.   “Verás, el término animadora viene de la palabra animación o animar. Nuestro cometido es levantar el ánimo a los jugadores de nuestro equipo para que lleguen a la victoria. Pero es evidente que no todos comprenden eso, y no todos son capaces de llegar a dar la talla.”

Le hablaba como si estuviese intentando explicar a un niño que el cielo no se podía alcanzar con la mano o que si comía el helado demasiado rápido podría ocasionarle un agudo dolor de cabeza, y ella lo había notado desde la primera palabra. Había logrado, casi sin necesidad de buscarlo, devolver el golpe que había lanzado la chica, dejándola aún más enfadada de lo que ya se encontraba. En Billy había surgido una divertida sonrisa por lo roja que se había puesto la cara de Nancy, por otro lado Steve se había quedado realmente incómodo. No sabía que hacer en ese momento, porque en parte fue su chica quién había lanzado la primera piedra y, por otro lado, Leah había sido hablado tan convencida y tan educadamente, que simplemente no podía decir nada que no fuese a dejarle en un mal lugar a él también.

La Wheeler dió media vuelta, desapareciendo de escena a paso ligero esquivando personas y echando chispas de lo furiosa que se encontraba. Harrington sólo pudo despedirse con un gesto de mano de la pelirroja antes de lanzarse a la persecución de su pareja para no empeorar las cosas, y Billy empezó a reírse en cuánto se quedaron solos. Ella intentó no hacerlo, pero acabó tapándose la boca con la mano para acallar una pequeña risita.

“Me encanta cuando pones en evidencia a los demás, hermanita.”   Declaró un divertido Hargrove, rodeando a los hombros de su hermana con uno de sus brazos como tantas veces hacía.

“Lo sé.”   Una orgullosa sonrisa apareció en sus labios pintados de carmín rodeando su cintura con el brazo mientras observaba la melena de Harrington desaparecer entre la multitud.   “A mí también me encanta.”

Bipolar |  Steve HarringtonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora