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⠀La observaba tumbada en su extensa cama con sábanas de satén rojas como la misma sangre -realmente seguía sorprendiéndole cuánto aquella chica amaba aquel color-, daba la espalda a la ventana que él con esmero había trepado por la enredadera que tan caritativamente colocada estaba bajo su ventana, observando bajo la torrencial lluvia de octubre su cuerpo inmóvil semi tapado. Aún bajo la lluvia, con la lluvia filtrándose en su ropa y el frío calando hasta sus huesos, podía notar que algo no iba bien. Se giró para mirar al techo, perladas lágrimas brillando con la luz que entraña del exterior donde se encontraba él bajaban por sus mejillas hasta perderse en su anaranjada cabellera. Odiaba verla así, pero desconocía en absoluto cómo podía ayudarla. Nunca antes había conocido a una persona bipolar. Y no se refería a alguien que cambiase rápido de ideas u opiniones, sino a un auténtico diagnosticado con bipolaridad.
Y allí estaba, decidiendo una noche más si tocar al vidrio de la ventana o volverse a casa como hacía cada noche. Decidió, como siempre, bajar intentando no resbalar y volver a casa mojando la tapicería del coche que había dejado un par de manzanas atrás para que no fuera pillado por ninguno de los Hargrove, recriminándose a sí mismo el ser tan malditamente cobarde.

Bipolar |  Steve HarringtonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora