Halloween había llegado y aquello solo significaba una cosa para los adolescentes: fiesta. Leah y Billy fueron invitados como las estrellas de primera aparición y era evidente que ninguno de los dos se negaba a una buena fiesta. Aquella noche ambos asistirían a una fiesta que juraban ser de las mejores a las que los californianos habían asistido, algo que Billy ciertamente dudaba.
Ya entrada la tarde de aquél día, la pelirroja decidió destacar como era habitual en ella. Se deslizó dentro de un blanco vestido de vuelo blanco de tirantes anchos y escote en v a la altura de la rodilla, decidiendo caracterizarse como Marilyn Monroe. Se pasó más de media hora colocándose el peinado perfecto para verse igual a la actriz televisiva, cada anaranjado rizo metódicamente colocado para que enmarcase bien su rostro. Se pintó incluso el lunar que la rubia solía dibujarse y delineó con el pintalabios rojos sus llenos labios. Echándose un rápido vistazo no pudo evitar una sonrisa que fue acrecentándose en su cara al verse tal y como deseaba, sintiéndose orgullosa de su trabajo. La apodarían la Marilyn pelirroja, y ella estaría más que honrada por ello.Mientras se encontraba de pie calzándose el último zapato de tacón de un pulcro blanco perlado apoyada en la cómoda que tenía cerca de la ventana la puerta de su habitación se abrió dejando a la vista un Billy que había parecido ponerse lo primero que encontró en el armario con aquella cazadora de cuero negro y los vaqueros desgastados, aunque algo más destapado. El rubio lanzó un silbido al aire observando a su hermana, solo para tomar su mano y haciéndola girar sobre sí misma, su falda tomando vuelo por el mismo giro.
“Estás resplandeciente. Casi estoy pensando en quedarnos aquí para que esos babosos no se acerquen a mi hermanita.”
La mencionada dió un pequeño golpe en su hombro con una divertida sonrisa. A ella solo le interesaba la atención de una persona, y esperaba que aquel disfraz cumpliese dicho objetivo.
“Oh, cállate. Y vayamos ya, creo que ya llegamos lo suficientemente tarde como para que se nos haga notar.”
Agarrando la mano de su hermano y su pilar fundamental bajó las escaleras con una rapidez que sorprendía al varón, únicamente por el calzado que ésta llevaba y lo bien que lo manejaba aún así. Se despidieron de la madre de la pelirroja agradeciendo no encontrar a Neil por el camino y se refugiaron del frío en la cabina del camaro. Lo primero que hizo tras encender el motor fue dejar que la calefacción inundase el habitáculo, para después accionar la radio con su cadena favorita y apretar sin pena el acelerador como solo él hacía. Leah siempre le decía que no tomase prisas en el volante, pero Billy parecía no inmutarse o simplemente ignorarlo.
A un par de manzanas de la dirección que se les había dado a los hermanastros la música fue haciéndose presente ajena a la radio a bajo volumen que tenía Billy. A ese volumen únicamente por su hermana, pues de estar solo ni siquiera escucharía sus propios pensamientos. No tuvieron problema para aparcar, casi parecía que le hubiesen dejado un sitio prácticamente frente a la puerta de la casa de la fiesta. Ya había borrachos por los jardines bajo la oscura noche de Halloween, vasos de plástico color rojo sangre esparcidos por el suelo e incluso una pareja pegada a una pared en el lateral de la casa besándose como si su vida dependiese justamente de aquello.Ambos se separaron al entrar, aunque su entrada fue más que triunfal. El disfraz de Mayfield causó el efecto que ella había deseado, pero aún no encontraba al chico al que ella quería impresionar. Aceptaba cada cumplido y piropo que le lanzaban personas de las cuáles ni tan siquiera conocía sus nombres. Reconoció a un par de chicas del grupo de animadoras a las cuales saludó con una sonrisa, pero su atención estaba plenamente en encontrar a Harrington.
“Vaya. Y yo pensando que no podías ponerte más guapa.”
Aquella voz a sus espaldas logró sacarle una enorme sonrisa a la pelirroja, que se giró haciendo volar su falda para encontrarse unas gafas de sol tapando los bonitos ojos del castaño. Ventaja que utilizó para admirar el cuerpo de la muchacha sin ser cazado. Realmente le parecía una de las chicas más hermosas que jamás había visto. Y le resultaba sorprendente que, viniendo de un lugar tan soleado como california, su piel fuese tan clara como la más fina de las porcelanas. Él, al igual que Billy, parecía haber sacado del armario cualquier cosa haciéndolo llamar disfraz.
“¿De quién vas disfrazado?”
El varón extendió sus manos dejándose ver, como si aquello fuese suficiente para hacerle saber la respuesta a su pregunta. Por suerte para ella comprendió la confusión en su mirada.
“Joel Goodson.”
Las cejas de Mayfield se alzaron. Le sonaba de algo aquel nombre pero no estaba segura del porqué. No era un cantante, tampoco era un actor, o al menos así lo creía la chica Monroe.
“¿En serio?” La sorpresa en el tono de Steve fue evidente a pesar de la alta música. “Tom Cruise. Risky Business.”
“¡Oh!” Exclamó ella al vernir a su cabeza una de sus escenas favoritas en la película. “¡Qué tonta! ¡Por supuesto! Aunque tu pelo es mucho mejor que el de Tom.”
La sonrisa que cruzó los labios de Steve hizo sentir a la chica un hormigueo incómodo en su vientre, aunque lo dejó pasar alegando que simplemente tenía algo de hambre.
“¿Te apetece un poco de ponche? Te advierto de que creo que le han echado algo más que ponche.” Harrington se acercó a ella para hacerse oír mejor con todo el ruido acumulado alrededor de ambos.
Mayfield asintió con la cabeza mostrándole una de sus más brillantes sonrisas, haciéndole perder el norte unos segundos hasta que dió el primer paso hasta la cocina, tropezando con un bailarín al que deberían prohibirle por ley moverse al ritmo de la música. Unió sus manos de forma desinteresada, meciéndose en el lugar con cierta impaciencia, observando cómo a su alrededor la fiesta seguía con cada vez un número más elevado en borrachos.
La pelirroja, decidiendo dejar de esperar, se dirigió hasta la cocina, dónde encontró una divertida escena. Nancy estaba realmente ebria y Steve había derramado accidentalmente su bebida sobre el disfraz que llevaba la chica. Ambos desaparecieron de su campo de visión, haciéndole perder la sonrisa cuando les encontró entrando en el cuarto de baño. Miles de ideas fueron rondando su cabeza, su mandíbula tensándose en respuesta a su vengativo cerebro.Con ambos puños apretados hasta dejar los nudillos blancos se dirigió esquivando cuerpos hacia la salida, siendo parada en más de una ocasión por algún adolescente borracho u hormonal. En ambos motivos les acababa empujando a un lado antes de que hiciesen alguna estupidez de la que se acabarían arrepintiendo. En medio de aquel caos logró ver a un acelerado Steve en dirección a la puerta con las gafas en las manos y la mirada clavada en el suelo. A pesar de la mala iluminación fue capaz de ver el brillo en sus orbes que indicaba las lágrimas que acumulaban y no lo pensó dos veces antes de lanzarse en su persecución aún cuando afuera debía hacer un horrible frío y sus rojo abrigo de falso terciopelo se encontraba en un montón de abrigos.
Fuera de la vivienda sus oscuros ojos buscaron en todas las direcciones en busca del huidizo Harrington.“¡Steve!” Exclamó al encontrarle hurgando en su bolsillo delantero en busca de las llaves de su coche.
“No estoy de humor en éste momento, Leah.”
Pudo escuchar perfectamente cómo su voz rota luchaba por mantenerse estable para ella al acercarse. Cómo le rehuía la mirada por temor a romperse por completo. Mayfield no necesito palabra alguna para comprender lo que sucedía.
Sin pronunciar sonido alguno se acercó a Steve rodeándole entre sus brazos tomándole por sorpresa, pero la acabó aferrando y escondiendo la cara en el hueco de su cuello, ahogando el sollozo que había estado conteniendo todo el tiempo que tardó en salir de la casa a la cuál nunca volvería a entrar.“Suéltalo todo, cariño. Desahógate. Solo somos tú y yo. Estoy aquí.”
Sus palabras eran expertas, como si conociese a la perfección cómo tratarle en aquél momento. Nunca imaginaría aquel chico que esas palabras eran las mismas que Billy Hargrove le pronunciaba a la pelirroja cuando tenía una mala recaída. Palabras que se le habían gravado en la mente y tanto bien le habían hecho. Palabras que ahora estaba utilizando con el chico por el que empezaba a sentir algo porque verle tan mal partía su corazón en pequeños fragmentos.
ESTÁS LEYENDO
Bipolar | Steve Harrington
Fiksi PenggemarUn nuevo sitio al que llamar hogar. En Hawkins nadie la conoce, ¿será esa la solución perfecta para empezar de cero y olvidar los fantasmas de su pasado?