Obsequios

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Kurapika

Bajé del coche para entrar a la mansión Nostrade. Sentía mi pecho oprimido, durante el viaje esas dos sensaciones de tristeza y enojo me habían estado consumiendo y eso había sido catastrófico, ahora mismo me sentía enfermo, casi como si no tuviese alma propia, o estuviera viviendo la vida de alguien más.

-Bienvenido- me recibió Eliza abriendo la puerta antes de que yo lo hiciera- Sr. Kurapika le llegó algo hoy por la mañana antes de que usted llegará- ella me sonrió.

-Buenos días Eliza- entré a la mansión- ¿Un paquete?- pregunté- ¿está en mi oficina?

-Un arreglo señor- me corrigió- y si, lo deje en su oficina ¿le informo a Nostrade de su llegada?

Negué- gracias por la información, iré yo mismo a reportarme- la observé- ¿Nostrade esta donde siempre?

-En la sala de visitas- me respondió- llegó un amigo del Jefe Nostrade.

Asentí- entonces pasaré primero a la oficina ¿has llevado té al invitado?

-Así es señor ¿gusta usted también?

Negué- así estoy bien, puedes seguir con tu trabajo- caminé por el pasillo que llevaba a mi oficina dentro de la casa Nostrade. Abrí la puerta para ver un arreglo, esta vez tenía tulipanes de distintos colores, amarillos, azules, rosas, naranjas, blancos con manchas rosas, o amarillos con manchas rojas, era bastante atractivo.

Acomodé los documentos en la gaveta correspondiente para observar el arreglo. Tenía una nota entre las flores, la cogí y olfateé un poco el perfume de las flores, estaban bastante frescas, sus pétalos estaban mojados con rocío. La base del arreglo tenía un moño el cual no solo decoraba la cesta, sino que sostenía una caja pequeña. Le desanudé del moño y abrí la caja para encontrarme un llavero, el cual tenía de diseño una cruz invertida.

Analicé un poco el llavero- ¿Por qué la cruz de san pedro?- pregunté al aire como si este fuera a responderme. Dejé el llavero dentro de la caja y abrí la nota.

"Tu sonrisa es la más hermosa que eh visto~ admirador secreto"

No pude evitar controlar un sonrojo en mis mejillas ¿era la primera vez que me ponía así no?- quien...- murmuré pero mi cara se puso aún más roja de lo que estaba, incluso solté una risita por los nervios.

¿Mi sonrisa?

Al principio creí que los obsequios pertenecían de algún fan que había descubierto donde "vivía" pero esta nota me era un poco confusa, por lo general yo no sonreía en las presentaciones que había hecho con Anri y menos en las fotos, la noche anterior era la primera vez que sonreía a las cámaras y había terminado siendo una mueca. ¿Pero entonces quien era? Además está vez había recibido un regalo, un llavero con una cruz invertida...mi collar también tiene una...y si...¿alguien que olvidé?

Le preguntaría a Senritsu, si se trataba de alguien que había conocido en esos dos meses seguro ella sabría mejor que nadie de quien se trataba ¿Quién me mandaba las flores? No lo sabía, pero me llenaba de alegría ver eso sobre mi escritorio. Ese arreglo acababa de regresarme a la vida. Tomé el llavero y le coloque a mis llaves, ahora lucía mejor, sonreí mientras lo colocaba dentro mi bolsillo.

-Ahora ¿Dónde dejaré estas flores?- observé mi oficina, no tenía otro lugar donde colocarlas, tal vez estas las podía dejar en la oficina que tenía en el edificio de la ciudad, ya volvería por ellas antes de irme- bien- observé un poco más las flores y luego las que me habían enviado el día de ayer, quien fuera el que me las enviara debía conocerme un poco por lo menos.

Salí de mi oficina con mejor animo del que había salido de mi departamento, nada podía darme un mal ambiente ahora, saque la nota que había en las flores y volví a leerlo. De alguna forma me hacía más feliz el volver a leer aquella nota escrita por un completo desconocido, debía estarme volviendo loco, guarde la nota en mi bolsillo y toqué la puerta de la habitación donde mi jefe estaría.

El renacer de nuevos sentimientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora