Misterio

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Kurapika

Tal vez solo fue media hora lo que dormí después de eso, pero mi cuerpo parecía haber descansado muchos años, incluso siglos. Estaba lleno de energía nuevamente, solo deseaba poner un pie fuera de la cabina de pasajeros para dirigirnos al museo donde Kuroro había citado a Kalluto, la hermana menor de Killua. El silbato del tren anunció la llegada a la estación y pronto los silbatos de otros trabajadores recibiendo al tren siguieron a este, las puertas se abrieron para que pudiéramos desalojar la cabina.

Salir fue reconfortante, el aire fresco anunciaba las lluvias cercanas en la ciudad-Deberíamos de tomar el trasporte de allá- señaló Kuroro con una caja en mano la cual no había notado antes.

-¿Eso es?- pregunté por el objeto desconocido- ¿Dónde lo obtuviste? ¿Qué hiciste mientras dormía?- entrecerré los ojos siguiéndole.

-Es un obsequio- respondió- creí haberte dicho que la Señora que ayudaste nos dio un obsequio por la ayuda que le brindaste- remarcó- es un vino de cosecha reciente así que tal vez me permitas utilizarlo para festejar más tarde ¿Qué dices?

Subí al vehículo el cual tenía un diseño turístico parecido a un coche de la época victoriana- Claro, después de todo estoy seguro de que el obsequio no era para mí directamente, si no para los dos- crucé los brazos tras decir lo obvio- intentas quitarte crédito de un buen trabajo ¿Es que prefieres tu nombre en las atrocidades que realizas?- fruncí el ceño- sí, eso parece- respondí mi propia pregunta sin darle tiempo a abrir la boca.

-Solo, no estoy acostumbrado a recibir presentes y obsequios por hacer esta clase de cosas- excusó- y no es mi nombre el que aparece en los trabajos que realizo, es el de mi compañía.

-Trabajos, compañía- recalqué- bien es cuestión de tiempo.

-¿Cuestión de tiempo?

-Sí, para que te acostumbres a recibir algunos presentes y agradecimientos por algunas cosas-expliqué.

Él parpadeo sorprendido por mi comentario- quizás...- fue lo único que respondió.

Miré por la ventanilla del coche en que viajábamos a la ciudad, parece que llovía sobre ella, una tenue y espesa lluvia, desde lejos la cortina de agua parecía una clase de milagro o cascada mágica que brotaba de la divinidad del cielo. Escuché el tono de una llamada entrante provenir del bolsillo de Kuroro el cual lo sacó apresurado-¿Sí?- respondió. Sus ojos me observaron y una sonrisa se dibujó en su rostro mientras escuchaba la llamada, parecía no preocuparle el hecho de que escuchara su conversación, él estaba confiando en mí, eso me alegró y una leve sonrisa se formó en la comisura de mis labios- ya veo- su rostro se modificó a serio, cambió la vista al vidrio de la ventana, el cual se comenzaba a empapar con la lluvia-¿Sigues en el museo? bien llegaré en veinte no te muevas de ahí-colgó la llamada y sostuvo el teléfono entre sus manos mientras parecía pensar de una manera preocupada.

-¿Percance?- pregunté, aunque era obvio que así era. De igual forma no podía imaginar que podía ser un estorbo para alguien como él, lo único que debía hacer era deshacerse de lo que le molestará y desde mi punto de vista no existían problemas para el trabajo que fuese a hacer a excepción de la excesiva seguridad del lugar, pero solo necesitaba un hacker para inhabilitar el programa o hacer destrozos lo cual se le daba bien.

-Parece que hubo un intento de robo en el museo- respondió- Kalluto estaba dentro cuando ocurrió y el sistema de seguridad la tiene encerrada en una sala de exposición.

-¿Encerrada? no creí que fuera tan bueno el sistema de seguridad del museo- tomé mi barbilla.

-Es porque funciona con Nen- explicó Kuroro- no es un sistema de seguridad para ladrones comunes.

El renacer de nuevos sentimientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora