𝕏𝕏𝕀𝕀𝕀 : Incertidumbre

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v i g é s i m o   t e r c e r o

Las cajas vacías de bentō se encontraban a sus pies

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Las cajas vacías de bentō se encontraban a sus pies. Una pila de envoltorios de chucherías decoraba el lugar. Los susurros, risas y gritos de los otros adolescentes daban un ambiente animado en los últimos días del mes de abril.

La hora del almuerzo era relajante y perezosa, o al menos para ellos. Ni ella y él entendían como ciertas personas correteaban y jugaban en el tiempo libre, era tan cansador ver aquellas escenas.

Hikaru y Rintarō eran de esas personas que se sentaban a comer y permanecían todo el tiempo del mundo en un estado de paz. Quizá era porque las prácticas matutinas de él ya habían comenzado o por el cansancio mental que tenía ella a causa de los estudios para el examen de admisión universitaria y del estrés agregado del consejo estudiantil.

La pareja se encontraba sentada bajo uno de los árboles que se hallaban en los alrededores de Inarizaki. Con el estómago lleno de comida casera, los rostros somnolientos y las piernas entrelazadas, escapaban de la humedad y el calor pertenecientes al verano cercano.

—¿Por qué siempre estamos comiendo dulces? —preguntó Hikaru mientras agarraba otro palito de gelatina—. No creo que sea sano.

—Es gracioso que lo digas mientras te estás comiendo otro.

—Sí, bueno, no vamos a desperdiciar estos que están abiertos, ¿no?

Con una leve risa, Rintarō se dejó caer sobre el regazo de Hikaru. Hace poco había descubierto lo cómodo que era descansar sobre ella mientras Hikaru le pasaba lentamente los dedos por el cuero cabelludo. No era algo que hiciese siempre, las muestras de cariño no pasaban más allá que los besos de mejilla y los dedos entrelazados estando dentro de la preparatoria.

Y ambos estaban bien con eso, por lo menos hasta ahora. Las miradas curiosas de las otras personas ya habían desaparecido, incluso ya no escuchaba su nombre ni el de Hikaru mientras caminaba por el pasillo. La gente ya se había acostumbrados a ellos y Rintarō no podía estar más que feliz.

Mientras sentía los dedos de ella haciendo patrones en su cabello, alcanzó a divisar una pareja de palomas antes de sentir sus parpados pesados para finalmente ser cerrados. Rintarō sabía perfectamente que no podía tomarse una siesta, pero estaba relajado y el sueño junto con el agotamiento estaban haciendo de las suyas.

—¿Cansado?

—Mucho, las prácticas matutinas me dejan muerto.

—¿No es muy pronto para comenzar a entrenar tan duro? Si la memoria no me falla, falta más de un mes para las preliminares de la Interhigh.

—En situaciones normales, sí —masculló Rintarō—. Pero esta temporada hay muchos buenos equipos. Itachiyama, Fukurōdani y Mujinazaka solían ser la típica competencia de todos los años, pero ahora está Ichibayashi, Kamomedai, Inubushi...

—Y quieren asegurar podio en la Interhigh para no jugar la primera ronda, ¿no es así?

Sí...

La voz de Rintarō sonó tan despacio que Hikaru previó la tranquila respiración que escuchó después.

Con suavidad, continuó pasando la yema de sus dedos por la mata de cabello castaño de él. Delineó su línea de la mandíbula y bajó levemente hacia el cuello de Rintarō. Su estado de hipnosis fue interrumpido cuando él se revolvió y enseguida, Hikaru sintió como se le subían los colores al rostro.

Él seguía dormido. Ella sentía su corazón latir con mucha rapidez.

Pasaron algunos minutos donde Hikaru se calmó mientras revisaba sus redes sociales, desviando su mirada en algunas ocasiones hacia el chico dormido en su regazo. Con el cabello esparcido sobre su falda, el nudo de la corbata deshecho y la embriagadora sensación de ternura que sentía.

El dedo pulgar deslizándose por la pantalla de su teléfono celular. Los pájaros volando en el cielo azul. La naturaleza moviéndose a su alrededor.

Simplemente lo dejó dormir hasta que el mismo se incorporó sobresaltado.

—Creo que me dormí.

—¿Crees? —Soltó una pequeña risa al ver la mirada perezosa de él—. Tengo las piernas adormecidas.

Hikaru no lo pudo evitar. Con el murmullo de "Perdona" resonando en sus oídos, ella se acercó a Rintarō con lentitud. Él esbozó una leve sonrisa hacia Hikaru.

Era ver su cabello un poco despeinado. Sus ojos color oliva observándola suavemente.

Quería besarlo, ¿por qué se iba a privar de sus caprichos de adolescente?

Y lo besó. Un breve roce de labios que se convirtió en algo más cuando Rintarō le correspondió. Hikaru jamás se aburriría de los besos dulces que siempre compartían, él nunca se cansaría del aroma a fresas que constantemente lo rodeaba.

Era el simple hecho de ser ellos y estar juntos.

Se separaron con una pequeña sonrisa y las respiraciones ligeramente pesadas.

Incluso con la temperatura ambiente elevada, Rintarō sintió como ella se estremecía al leve tacto de sus dedos sobre la piel pálida de sus piernas. Fue un segundo de incertidumbre antes de que la mirada de Hikaru se volviera intimidante como siempre.

Con el sol brillando en lo más alto del cielo caminaron en dirección al edificio principal.

Dedos entrelazados, una conversación casual, sonrisas honestas. Con la felicidad anidada en sus pechos en una invisible unión sentimental.

El sonido al cepillarse los dientes. Las muecas frente al lavadero. Un ruidoso timbre.

El inicio de otro periodo. Y una promesa para volver a casa juntos.

ella y él ━ suna rintarō [Haikyuu]Where stories live. Discover now