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Un suceso extraño

«¿Qué tiene de malo ser ordinario?»

Se escuchó una explosión seguida de unos disparos.

-¡Mara agáchate! - gritó su acompañante.

Su cuerpo salió disparado y cayó con estrépito sobre el frío suelo. Dejó los ojos cerrados por unos segundos, escuchando los gritos y disparos de fondo. La explosión había sonado muy cerca y le pitaban los oídos. Cuando abrió los ojos vio que las luces parpadeaban, miró a todos lados, aún sin lograr enfocar bien.

Entonces vio un cuerpo más pequeño que el suyo, a unos metros de ella. Intentó llegar hasta él arrastrándose. El cuerpo de su amiga no se movía, tenía que hacer algo.
Le pesaba el cuerpo, no sentía las piernas y cada movimiento que hacía era insoportable.

Alguien se acercó corriendo a ella y la cogió en brazos. No tenía fuerzas para decir nada, sólo logró darle un suave golpe en el brazo.
Quería decirle que la dejase allí, que salvase a su amiga y no a ella.
Este pareció leerle la mente cuando, sin siquiera mirarla, dijo:

-No te preocupes, Luther se encarga.

Más tranquila, dejó caer su cabeza sobre su pecho y cerró los ojos deseando alejarse de allí cuanto fuese posible.
Y dejando los estrepitosos ruidos atrás, desaparecieron de allí.

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Y ahí estaba, perdida en sus pensamientos, esperando que las historias que se imaginaba se hiciesen realidad, esperando algún cambio en su vida que sabía que no iba a llegar.

Eran las cuatro de la tarde, y se encontraba frente a su escritorio, pasando las páginas que debía estudiar ese día sin tan siquiera prestarles atención.
Acababa de empezar Bachillerato, y con ello, una oleada de exámenes que le quitaban todo el tiempo libre. Pero eso no le impedía a su mente divagar en cómo sería su vida con un poco de acción. Deseaba que pasase algo que le sacase de la rutina y la ayudase a subir el ánimo después de tanto estudiar.

-¿Qué haces, Mara? - le sobresaltó una voz infantil desde el umbral de la puerta, lo que hizo que se irguiera en la silla y volviera a la realidad.

-Estudiar, ¿es que no lo ves? - contestó malhumorada a su hermana menor -
Es lo único que hago desde hace días.

-¿Te apetece hacer algo? Así te relajas un poco - propuso acercándose hasta donde se encontraba e ignorando con un leve suspiro su tono de voz.

-No puedo descansar, Aria - contestó de forma más suave y volviéndose para mirarla.

-¡Pero es sábado! Y con Noah no puedo hacer nada.

-Tiene dos años - gruñó poniendo los ojos en blanco.

-Pues eso mismo, que me aburro con él -al ver que no contestaba, rogó -: por favor...

-¡Que te he dicho que no puedo! - exclamó perdiendo la paciencia.

Su hermana frunció el ceño, agachó la cabeza y salió de allí. Mara bufó con molestia y se hundió en la silla. Odiaba ponerse de tan mal humor cuando tenía que estudiar, y aún más, el contestar mal a Aria por ello. Mas quería evitar cualquier tipo de distracción.


Finalmente, consiguió concentrarse durante una hora, pero los problemas de física se le empezaron a hacer cuesta arriba. Necesitaba desconectar.

Se vistió rápidamente mientras escuchaba los ruidos provocados por sus dos hermanos pequeños y los de su madre en la cocina. Bajó las escaleras, se puso sus zapatillas, un abrigo, y salió de su casa ignorando las preguntas de su madre.

Más allá de un sueño ;; TUADonde viven las historias. Descúbrelo ahora