Capítulo 2

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Horas después, nos encontramos todas sentadas en una camioneta, de esas que usan los militares en la antigüedad. Estoy sentada en una esquina viendo como las maestras se mantienen fuertes e intentan no romperse a llorar, saben de sobra que esta será la última vez que van a vernos.

Suspiro sintiendo unas enormes ganas de querer saltar del automóvil y escaparme para poder ser libre. Pero eso no va a pasar, no tengo la suficiente valentía como para hacerlo y por la velocidad con la que va la camioneta, dudo que saliera bien parada.

Pasados unos treinta minutos, nos detenemos. Soy la primera en bajarme dada mi posición. Observo el gran edificio casi en ruinas al que nos han traído, está casi hecho pedazos. Mis ojos observan a mi alrededor curiosos, no hay ni un alma por aquí. El cielo está completamente nublado, todo tiene un ambiente bastante triste y desolado. Me abrazo a mí misma por el frío que hace y maldigo para mis adentros al no coger la única chaqueta que poseo.

Unos hombres bastante grandes nos esperan en la puerta, nos empujan adentro a cada una de nosotras, suspiro de rabia cuando siento que hacen lo mismo conmigo, retengo las ganas de darme la vuelta y romperle la cara a ese gorila, pero saldría perdiendo no solo porque su condición física es mayor que la mía, sino porque es un licántropo y con solo un meñique, rompería todos mis huesos.

Llegamos a un cuarto vacío, con la pintura de las paredes agrietadas, completamente sucio, el suelo está mojado y apesta a humedad. Me acerco a mi amiga a modo de protección, ahora mismo es lo único que puede hacer que no me quiebre de miedo en este momento.

Observo a mis compañeras, sus facciones están contraídas por el miedo y la angustia. La puerta se abre dejando ver a un chico pelirrojo sonriente, sus ojos parecen amables, pero sé que no lo es, es un licántropo y peor aún, trabaja para el rey. Siento que mi amiga contiene la respiración a mi lado y yo de curiosa la observo, ella esta embelesada mirando al único hombre que se encuentra presente y este sorprendentemente también la observa embobado. Se acerca apartando a todas las chicas hasta quedar enfrente de ella.

— Canta para mí—ordena en un susurro con su mirada puesta solamente en ella

Mi amiga traga en seco, hay un silencio en toda la mugrosa habitación y todos los ojos están puestos en ellos. Lisa empieza a cantar una canción que reconozco desde el primer momento. Cuando éramos más jóvenes siempre la cantábamos porque soñábamos con encontrar el amor verdadero algún día y sé que la ha cantado porque espera que ese chico lo sea. Los ojos del pelirrojo brillan con admiración y una sonrisa crece en sus labios y sé que es su alma gemela antes de que el aúlle y grite que es suya.

La coge de la mano con intención de llevársela, pero yo la retengo a mi lado. Nuestros ojos conectaron y por su expresión de fastidio, sé que está molesto por impedirle que se la lleve.

—Suéltala—ordenó lanzándome dagas con los ojos—¡ahora! —grita haciendo que muchas incluyéndome peguemos un pequeño brinco por el susto.

Niego con la cabeza negándome a soltar a mi única amiga y dejarla irse con él a ningún lado, no pienso separarme de ella, así tenga que morir en el intento.

— Perdónala—susurra mi amiga— es que es muda y tiene miedo—me excusa y me alegra el saber que no se olvidó de mi plan.

El pelirrojo ladea la cabeza hacia mí y aunque tiene una expresión complacida, sus ojos me dicen que no cree ni una palabra. Sus manos pasan de mi amiga a las mías

— Bien, serás la última en pasar por tu incapacidad, será fácil lo tuyo—sentencia provocando que trague en seco.

Llevo dos horas en este maldito cuarto recostada en la pared, solo quedamos dos chicas. Al final el pelirrojo se llevó a mi amiga, lo que provocó una oleada pánico, al verme sola ante esta situación. La puerta se abre y se llevan a la penúltima chica, ahora solo quedo yo. Suspiro pensando cómo mantener bien mi papel.

Tu voz #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora