Capítulo 6

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La mañana siguiente me encuentro del mismo modo que el día anterior, estoy sentada mirando por la ventana esta vez, como el viento mece las hojas. Me abrazo a mí misma por el frío que siento. Mi ropa está secando, solo tengo una camiseta, unos pantalones y cada noche los tengo que lavar, en este caso fue hace poco y tengo que esperar a que se seque.

Suspiro levantándome con pesar, es hora de comprobar si está seca. Doy pasos lentos, sintiendo como mi cuerpo está más pesado, o es mi ánimo en todo caso, andar se está volviendo todo un desafío.

La puerta se abre de golpe, agarro la toalla con todas mis fuerzas y ahí está el observándome de arriba abajo sin ningún pudor.

—¿Qué crees que estás haciendo? —sostengo la toalla con más fuerza—fuera—ordeno la verdad un poco avergonzada de que me vea de esta manera, pero lo que más vergüenza me da y me incomoda es la forma en la que me está mirando.

—Yo...—se queda callado aun mirándome— lo siento—susurra y cierra la puerta dejándome confundida. Me quedo observando la puerta cerrada. ¿Acaba de pedirme perdón? ¿Acaso acaba de hacerme caso y se ha marchado?

Con expresión de incredulidad camino hasta mi ropa la cual se encuentra en el baño, está húmeda pero no mojada y eso me vale. Me visto lo más rápido que puedo, no quiero tener que pasar otra situación como esa. Una vez salgo me encuentro con que él vuelve a estar en la entrada, sin pasar adentro.

Me mira otra vez de arriba abajo y carraspea

—Creo que necesitas algo más de ropa—su mirada se desvía de la mía por unos segundos.

—Se que necesito ropa—mi tono es seco—pero no tengo dinero para comprarla y bueno—suelto una pequeña risa sin gracia— tampoco es que pueda salir para obtener más —hago una mueca irónica.

—Sé que no tienes dinero—pone los ojos en blanco— pero tienes suerte de que soy el rey—sonríe sin mostrar los dientes— así que cuando quieras vamos a comprarte ropa.

Suspiro caminando hacia la cama y sentándome de modo que estoy en frente de él.

—No quiero tu dinero, no quiero nada que provenga de ti.

Me mira con seriedad, seguramente teniendo ganas de estampar mi cabeza contra la pared, de arrancarme los ojos con sus garras, pero no veo esa expresión de furia, ni enfado. Simplemente es neutra.

—Bueno—suspira -tienes dos opciones, aceptas tu posición y vives como una reina—hace una mueca extraña con su labio— o te pudres aquí dentro y te mueres de hambre.

Arqueo ambas cejas hacia el

—Prefiero pudrirme—le dedico una pequeña sonrisa bastante falsa, ¿acaso cree que me importa lo material?

Da zancadas hacia mí quedando otra vez demasiado cerca para mi gusto. Se inclina de manera que su cabeza y la mía están a la misma altura.

—Levanta tu culo Meghan—noto que su aliento choca en mi nariz— no hagas esto más difícil, no me hagas obligarte a ir.

Miro su rostro de arriba abajo y caigo en sus labios, suspiro al recordar que ahí está mi primer beso. Nunca fui de esas chicas que se imaginan su primer beso en un puente, con un lago y los patos nadando. La verdad nunca me imaginé cómo sería mi primer beso, pero jamás imaginé que sería de aquel modo tan bruto y asqueroso.

—Vamos—susurra y en ese momento noto que sus manos se posan en mis caderas, hace fuerza para que me levante. Ambos quedamos mirándonos, lo suficientemente pegados como para notar el calor del otro. Sus manos no se mueven de mi cintura y tengo que inclinar la cabeza para poder verlo bien. Su agarre se vuelve más fuerte y pega más nuestros cuerpos, su cabeza se inclina hacia mí y esta vez está demasiado cerca, me va a besar, está a punto de hacerlo y en ese momento vuelvo en mí y me aparto con rapidez evitando mirarle.

Tu voz #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora