Capítulo 20

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El viento mece mi cabello con fuerza, mis ojos lagrimean por este mismo, pestañeo varias veces cuando este cesa por unos instantes. Miro a mi alrededor, me encuentro sentada frente a un profundo precipicio, si me cayera de aquí seguro no quedaría nada con lo que identificarme. Me pongo de pie acercándome a la punta de esta enorme roca, el viento mece mi cuerpo con delicadeza, cierro los ojos sintiéndome libre, teniendo un momento de paz por fin, pero este no dura demasiado cuando escucho un gruñido a mis espaldas. Me doy la vuelta quedando en el mismo sitio.

— No me voy a caer— pongo los ojos en blanco— no soy una niña, soy consciente del peligro— vuelve a gruñir acercándose, me cruzo de brazos resoplando. Cuando tengo al lobo delante, me percato de lo enorme que es, aún estando a cuatro patas me saca dos cabezas— Por favor— resoplo moviendo las piernas— no va a pasar nada— justo en ese momento mi pie se tuerce, siento mi cuerpo caer e intento agarrar el suelo, mis manos sufren arañazos por las rocas, mis pies cuelgan hacia abajo y suelto el mayor grito de mi vida. El lobo se acerca con rapidez, pero no hace nada.

— ¡Ayúdame!— grito intentando agarrarme con fuerza, pero mis brazos comienzan a flaquear— ¿Como que no puedes?— vuelvo a gritar al escuchar su voz en mi cabeza— transfórmate en humano— mi agarre se afloja por un segundo y mi cuerpo desciende, mis nervios aumentan con cada segundo y el lobo moviéndose de un lado para otro sin saber que hacer no ayuda demasiado— ¡Logan por el amor de dios!— suelto un grito cuando mis manos pierden toda la fuerza y no puedo controlarlas, siento que caigo por unos segundos y después algo me sujeta con fuerza. Levanto la cabeza y ahí están esos ojos azules, su cabello empapado de sudor se mece con el viento, su mirada preocupada me devuelve a la situación. Con mi otra mano libre agarro su mano y me tira de mí con facilidad. Una vez vuelvo a estar en la roca me dejo caer en esta respirando con dificultad intentando calmar mis nervios.

— En qué demonios estabas pensando— mi voz agitada provoca que fije su mirada en mi— ¿me ibas a dejar morir?

— Por supuesto que no— se incorpora quedándose sentado— pero mi lobo y yo tuvimos un problema de comunicación— titubea— más bien fue un trato— resopla— yo no me metía en sus asuntos durante la caza, pero yo no le dejaba usar la forma humana para que no pudiera hacerte nada— aparta la mirada— así te mantenía a salvo— se pone de pie acercándose— después de lo de ayer— se agacha hasta quedar cerca de mí— no quería que volvieras a pasar por algo así— su mano se extiende hasta mi cabello y lo coloca detrás de mi oreja, la yema de sus dedos acarician mi mandíbula con suavidad— pero ante esta situación, no ha tenido más remedio que cederme el control— acaba murmurando cuando sus dedos acaban en la comisura de mis labios. Cuando su rostro se acerca al mío, me congelo, mi corazón late a una velocidad anormal.

Sus labios rozan los míos como si estuviera esperando mi permiso, al ver que no hago absolutamente nada, termina acercándose. Su cabello húmedo me moja la frente, sus labios cálidos, húmedos y suaves acarician los míos provocando esa sensación de cosquilleo en mi pecho. Por un momento me entran ganas de sonreír, pero me contengo.

Si al principio cuando llegué aquí me hubieran dicho que terminaría así, no me lo hubiera creído ni aunque me mostraran una foto.

El recuerdo de mi orfanato inunda mi memoria, mis compañeras que, aunque fueran crueles conmigo al principio, es el mayor recuerdo de mi infancia y adolescencia, antes de entrar ahí, no recuerdo dónde vivía, ni siquiera recuerdo con nitidez el rostro de mis padres. Me separo del beso sin saber muy bien por qué. Intento no hacer ningún contacto visual con él. Me alejo del lugar adentrándome en el bosque, siento que me sigue, pero sin decirme nada.

— ¿Te pasa algo?— Su voz interrumpe mis confusos pensamientos. Niego con la cabeza aún dándole la espalda.

— Tengo que ir a ver a Lisa— murmuro mirando hacia las hojas en el suelo, estas crujen con cada pisada. Me detengo en seco dándome la vuelta— aunque hay algo que no entiendo— alza ambas cejas dándome a entender que hable— ¿por qué tu lobo y tú no pueden estar en armonía?— frunzo el ceño— ¿acaso no son lo mismo?

Tu voz #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora