la primera vez que se vieron, cuando Charlie encontró a una Vaggie herida, esta creyó que la rubia era solo una pecadora común y corriente. por eso, grande fue sorpresa cuando Charlie volvió a presentarse con ella una vez que la llevó a lo que parecía ser un edificio en remodelación.
─mi nombre es Charlie, Charlie Morningstar. ─ dijo ella, con un tono amable en su voz y una sonrisa radiante.
Vaggie abrió su único ojo y se quedó sin aliento por un segundo. ella reconocía ese apellido (para ser sinceros, cualquiera lo haría, ya fuera en el cielo como el infierno) solo mencionarlo se consideraba blasfemia de donde venía. el portador de aquel apellido; un ángel antes brillante y prometedor que había caído al traer el pecado a la humanidad, era el padre de esta chica.
tragó en seco.
Vaggie, quien hace solo unas horas era un ángel exterminador, ahora estaba frente a la hija del jodido Lucifer Morningstar. ¿quién se habría esperado algo como eso? e incluso si Charlie se veía más inofensiva que un gatito bebé, no pudo controlar el creciente miedo en su interior ni los latidos incontrolables de su corazón ante tal revelación. si antes pensaba que Charlie la juzgaría si supiera su naturaleza, ahora estaba segura de que más que juzgarla, podría matarla, o incluso peor... ¡llevarla a su padre! sintió una presión en su estómago ante ese pensamiento.
por otro lado, Charlie siendo como era, se mantuvo en silencio ante el notorio estado de Vaggie, que parecía ciertamente inquieta. la rubia pensó que la reacción de la contraria se debía a su apellido, porque se había dado cuenta de ante quién estaba era nadie más que parte de la realeza infernal.
Charlie esperaba que Vaggie no cambiara el cómo se dirigía a ella o que fuera cuidadosa al tratarla, como solía hacer la gente que la reconocía como princesa del infierno. genuinamente, estaba interesada en la chica; esperaba que pudieran entablar una amistad. y si era posible, hablarle sobre su futuro proyecto y poder contar con su participación. ya que después de todo, necesitaría un gerente.
[...]
habían pasado un par de meses desde la purga; dos meses desde que Vaggie fue despojada de lo que le hacía un ángel, dos meses desde que fue agredida y humillada por los de su misma especie. oh. dos meses desde que conoció a Charlie.
