Muerte.

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Mecoboy había conducido ya por toda la ciudad, buscando a quien sea que pudo haber visto a Darkar, desde el abuelo con alzheimer hasta a los pobres niños que el moreno molestaba.

Nada, ni un rastro de el, inevitablemente soltó un suspiro ante la impotencia que sentía al no encontrarlo, sabía que no podía desaparecer sin dejar rastro pero ahora no encontraba nada y no podía evitar sentir un horrible nudo en su garganta, además de que sus ojos ardían.

Sin más, se estacionó en el lugar más cercano que pudo para calmarse un poco, secarse las lágrimas y pensar un buen lugar en el que aquel castaño se pudo haber metido. Tomó su termo y bebió un poco del café que estaba en este, comenzando a pensar en una respuesta para su pregunta, intentando mantenerse calmado.

Después de tanto pensar llegó a la conclusión de que era un mal amigo, ¿Cómo es que no conocía a más amigos o conocidos de Darkar? ¿Se atrevía a llamarse mejor amigo de él si ni siquiera sabía a dónde había ido? Pasó sus manos por su cabeza intentando calmarse.

Casi al instante detuvo todo movimiento para luego de forma repentina tomar una pequeña libreta para escribir en ella rápidamente y luego dejarla en la guantera, encendiendo de nuevo el auto para comenzar a conducir a una gran velocidad.

Había pensado en la casa anterior de Darkar, en la que ambos habían crecido. ¿Por qué apenas se le ocurría? Si que estaba distraído. Apenas al haber llegado se bajó del auto, buscando una llave de repuesto, al no encontrarla supo de inmediato que Darkar había estado ahí, pues solo tres sabían dónde estaba la llave, el abuelo sin duda no fue, asi que se sentía esperanzado de encontrar una nueva pista.

Se acercó a las ventanas para intentar mirar por dentro, observando un par de migajas de pan en la mesa y una mermelada abierta. Bingo, Darkar había estado ahí por lo que de forma rápida volvió al auto, intentando meditar y pensar dónde podía estar ahora. Si Darkar estaba recordando el pasado, podía ser sobre aquel sueño que le había contado de niños, rápidamente encendió el auto, concediendo hasta el lugar más cercano donde rentaban globos aerostáticos.

Encontró el lugar hecho un desastre, uno de elles que parecía jefe parecía maldecir desde lejos mientras los empleados intentaban acomodar los globos aerostáticos ponchados dentro de las canastas, Mecoboy de acercó rápidamente a uno de los trabajadores, pidiéndole rentar uno en ese mismo instante.

El chico le miró y soltó un suspiro, avisando que podía que no tuvieran uno en buenas condiciones. Mecoboy solo sacó su billetera, rogándole hasta a la virgen de Guadalupe, esperando que le lanzaran una flor blanca y un aire golpeara su rostro al hacer un milagro, en ese momento incluso tenía la esperanza de que eso sucediera para que hubiera al menos un globo bueno. El chico volvió al poco rato, mirándole con lastima, negando casi al instante de haberse acercado, todos estaban rotos.

Mecoboy maldijo una y mil veces, volviendo al auto para ir a buscar una alternativa. Darkar, por otro lado se encontraba en su globo aerostático que había robado, estando encima del globo mientras bebía su malteada, sin parecer siquiera algo asustado por la altura, mirando a la nada. Hablaba con aquella mujer morena, o al menos pensaba que lo hacía, platicando su situación, a pesar de que está no pudiera contestarle, no sabía que más hacer.

No podía seguir atormentando a Mecoboy con su presencia, no podía seguir cerca de él y para olvidarlo tendría que huir del hogar que compartían, pensaba volar encima de su globo por siempre, quizás le serviría para reflexionar, pensar en los errores que tuvo, en la persona en que la que se convirtió y como era antes, tenía que pensar en las consecuencias aunque en ese instante toda idea parecía magnífica, y eso que no estaba ni un poco ebrio o drogado, no sabía que demonios le sucedía pero intentaba mantener ese pensamiento en mente.

Solo para mí. [Darkar x Mecoboy]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora