Capítulo 3

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Con pasos rápidos y varitas en mano el pequeño grupo avanzaba por los corredores y pasillos, por las escaleras y mazmorras, privadas de toda vida y salpicadas de escombros, cuerpos sin vida y marcas aún calientes de duelos sucedidos hace escasas horas. Para la suerte de los enfermos y de los presentes la puerta del pequeño apartamento del profesor de pociones seguía intacta, ajena a la lucha recientemente sucedida. En el interior un pequeño, oscuro e impoluto salón en tonos marrones y negros les recibió con un ambiente de paz casi esotérico. Siguiendo al adulto atravesaron la estancia, algunos más recelosos que otros, hasta un pequeño laboratorio donde, con un sutil movimiento de varita, una puerta oculta en la pared se abrió dando paso a un almacén repleto de frascos de cristal llenos de líquidos de todos los colores, consistencias y utilidades. Ataviados con cajas de madera finamente diseñadas para trasportar dichos recipientes comenzaron su tarea sin pausa pero sin prisa.

-Coged crece-huesos, poción para limpiar heridas, filtro de paz, poción reabastecedora de sangre, ungüento para quemaduras, y poción cicatrizadora. Todas están etiquetadas y completamente cerradas, pero por si acaso ponedlas en cajas diferentes - el profesor miró hacia lo más alto del cuarto.-Las de arriba las cojo yo, no quiero que ninguno se caiga. - subió peldaño a peldaño por la estrecha escalera hasta lo alto de los estantes sujetos a la pared. - Violet yo te paso el ungüento. - observó la torpeza del más pequeño de los Snape. - Aston ten mucho cuidado, aquí hay pociones que nos podrían matar a todos simplemente inhalándolas. 

Una vez terminada su importante labor, subieron con cautela las escaleras, llegando a la enfermería improvisada en la que el movimiento constante no cesaba. Arturo se había atrincherado en la puerta armado hasta los dientes con el poco armamento muggle que pudo traer, Pablo y Marik hacían lo que podían con sus conocimientos de medicina muggle. En un principio, a Madame Pomfrey le parecieron más un estorbo que una ayuda, pero en cuestión de minuto descongestionaron el gran atasco de pacientes que tenían entre manos, con la llegada de las pociones el panorama cambió por completo, a pesar de saber poco o nada de magia, ambos médicos muggles supieron identificar las sustancias y administrarlas correctamente con unas simples indicaciones.

El equipo médico no era el mejor, de hecho ambos hermanos estaban bastante sorprendidos de la soltura con la que trabajaba Madame Ponfrey con tan poco material, por no hablar de los "mejunjes" de aspecto, olor y color sospechosos que no les proporcionaban mucha confianza, si les preguntasen seguramente denominarían a la enfermera como una "matasanos". Sus pies dolía y gruesas gotas de sudor surcaban los costados de sus rostros, las pociones ayudaban de forma increíble al estado de los pacientes y la adición de Severus había ayudado en sobremanera, sin embargo, el ritmo de trabajo estaba lejos de bajar mientras que los minutos se desvanecían cruelmente y el temido momento marcado por el que-no-debe-ser-nombrado se acercaba.

 La mente de Harry trabajaba a la velocidad de la luz, apartado en una esquina reflexionaba sobre sus posibilidades, entregarse no era una opción viable, con él fuera de combate la sociedad perdería gran parte de su esperanza y Voldemort tendría más opciones de ganar; si no se entregaba el loco volvería e intentaría asesinarle y después matar a todos los demás. Voces lejanas hablaban, pero él no escuchaba nada. Observó el cuerpo inerte de Remus Lupin cogiendo la mano de Nymphadora Thonk y pensó en Teddy, sus ojos verdes siguieron la línea de cadáveres, frenando su marcha en el cuerpo sin vida de Lavender Browm. Observó la habitación, olió el tufo a sangre, tierra y muerte, miró sus manos sucias, vislumbró a los heridos, y su mente se rompió, se rajo, se descascarillo, se desarmo y se ahogo en un mar de una culpa que no era suya, pero que se sentía como si lo fuera. Una solitaria y única lagrima desfiló por su rostro mientras se alzaba y, sigilosamente, se escabullía en busca del objeto que deseaba encontrar: la piedra de la resurrección. 

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Es un capítulo corto, y en mi opinión algo aburrido, pero es uno de esos necesarios como preludio de algo. No sé cuando volveré a actualizar, tengo mis exámenes de la universidad muy cerca, en cualquier caso espero no tardar mucho.

La familia de Severus SnapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora