¡! ❛ 𝐏𝐑𝐎𝐏𝐇𝐄𝐓𝐈𝐀 ❜ ¡!
« No puedes entenderlo, Sirius, mi presente fue tu futuro. »
Hazel Noir parece ser una squib, una joven nacida de progenitores magos que no posee magia alguna pero aún así ella ha recibido una carta de aquella famosa esc...
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El tono mezquino usado por Sirius fue suficiente para que las miradas de los dos azabaches fueran hacia él como las de un depredador acechando su presa, la inmensidad gris de Jace vibraba en molestia mientras que el esmeralda de Jake latía con furia, por poco odio. Siendo completamente sincero, el de ojos verdes no entendía a qué estaba jugando Black, sabía que lo había molestado en la noche pero teniendo en cuenta que en la cena del día anterior había actuado con jocosidad ante la vista de Hazel, no podía comprender muy bien qué era lo que planeaba y eso lo frustraba mucho más.
Jace, por su parte, no sentía la vívida frustración de su hermano por cuenta propia pero teniendo un gran vínculo como mellizos se hacía una idea de cómo se estaría sintiendo Jake.
—Vuélvele a decir squib y...—. Cassandra saltó como una fiera defendiendo sus crías, se posicionó en frente de Hazel con la intención de demostrar que estaba bajo su protección pero aún así la menor de los Noir frenó la pelea.
—No tiene importancia—. Sonrió y miró a Sirius. —Felicidades, ahora eres amigo de la squib—. La chica sabía que la intención de Potter era estar cerca de Lily pero la de Black era muy diferente así que simplemente siguió el juego de manera irónica.
Sirius chasqueó la lengua y pasó de largo, seguido de él fue Lupin quien le dedicó una leve sonrisa cortés a los Noir y pasó a sentarse al lado de su mejor amigo. Potter intentó hablar más con Evans y Pettigrew, por su parte, permaneció frente a la joven Noir.
—Ignóralo, Hazel, Canuto suele ser un idiota—. Murmuró, evitando que sus amigos lo escucharan.
—¿Canuto?—. Preguntó en un tono igual de bajo, sabía que Peter intentaba disimular así que no lo haría quedar mal.
—Sirius—. Lo señaló con la mirada. —Él es Canuto—. Luego volteó a ver a Remus. —Él es Lunático—. Miró a James. —Él Cornamenta—. Pasó a señalarse a sí mismo. —Y yo, Colagusano—.
La castaña sonrió algo extrañada, no comprendía muy bien su dialecto pero aún así no realizó burla alguna.
